Capítulo 2

1940 Palabras
Larissa Me mira fijamente a los ojos, me siento intimidada, esos ojos azules tan intensos, mi corazón se acelera mucho, parece que se me va a salir por la boca. Larissa: Nunca he robado nada en mi vida, vivo en la favela pero mis padres me enseñaron a ser honesta y a no robar nunca. Ryan: Hum, pero tú robaste. Larissa: Robé porque tenía mucha hambre, podría pedir, pero no me darían, sé que está muy mal lo que hice, pero no encontré otra solución. Vivo con mi padre y mi hijo, mi padre perdió su trabajo por culpa de la bebida, llevo mucho tiempo buscando trabajo y no consigo nada, estoy desesperada. Ryan: ¿Y tu madre? Larissa: Mi madre murió cuando la policía invadió la barriada hace tiempo. Ryan: ¿La policía fue quien la mató? Larissa: O la policía o los traficantes, nunca lo supimos con seguridad, preferimos no averiguarlo. Ryan: Hum. Y tu padre, ¿busca trabajo? Larissa_ No, sólo quiere beber, ya debe en varios bares, los dueños siguen viniendo a mi casa amenazándonos, no sé qué hacer con él. Ryan: ¿Y el padre de tu hijo? Larissa: Nunca supo lo de mi hijo y nunca lo contaré. Ryan: ¿Por qué? Larissa: No creo que tengamos que hablar de ello. Permanece en silencio. Ryan: ¿Por qué robaste? Larissa: (llora) Ya te dije, porque tengo hambre, mi hijo tiene hambre, hace meses que trato de buscar un trabajo, a veces hago algunos trabajos ocasionales que son suficientes para que a mi hijo no le falte la leche. Ryan: ¿No sería más fácil pedirle ayuda a su padre? Larissa: No. Ryan: Su padre tiene que saber de su hijo, eres una egoísta. Larissa: ¿Egoísta? No me conoces. Lo mejor para mi hijo es no saber nunca quién es su padre. Ryan: Entendido, ¿y cómo vas a convencerme de que no te lleve presa? Larissa: Señor Collins, tengo un hijo como dije antes, no quiero que termine en uno de estos orfanatos y prometo no volver a robar. Ryan: Esperaba otra respuesta. Me dedica una sonrisa perversa. Larissa: No soy ese tipo de mujer, prefiero ir a la cárcel que rebajarme. Ryan: No lo vi venir. Larissa: Llévame a la cárcel. Pero no haré eso. Ryan: ¿Estás segura? Larissa: Sí. Ryan: ¿Absolutamente? Larissa: Sí Ryan: Hum qué pena. Se levanta y se acerca, mi corazón se acelera, no quiero volver a pasar por lo mismo, me mira a los ojos, empieza a juguetear con sus pantalones, cierro los ojos, me quita las esposas y me froto los puños aliviada. Ryan: ¿Buscas un trabajo en qué campo? Larissa: Cualquiera. Ryan: ¿En cualquier lugar? Larissa: Sí, necesito trabajar. Ryan: Te daré un trabajo. Larissa: ¿En serio? Me emociono mucho. Ryan: Sí, necesito a alguien que haga las tareas domésticas en mi casa, ¿sabe lavar, planchar, cocinar? Larissa: Sí. Ryan: La señora que cuida la casa viene mañana, te enseñará todo, cómo me gustan exactamente las cosas. Larissa: De acuerdo. Ryan: Pago X, más bono de transporte, bono de comida por valor de X, y como tienes un hijo te doy una ayuda de guardería también. Cuando escucho el valor del salario, está muy por encima de lo que reciben los que trabajan en esta área. Ryan: ¿Es bueno para ti? Larissa: Es genial. Ryan: Mañana empiezas a las 8 de la mañana. Larissa: Ok. Ryan: No me gustan los retrasos. Larissa: No llegaré tarde. Ryan: Genial. Qué talla de ropa usas y número de zapato para que pueda conseguir tu uniforme. Le informo, luego anota mi número de teléfono. Ryan: Te llevaré hasta cerca del cerro. Larissa: No es necesario. Ryan: Voy en esa dirección, puedo llevarte. Larissa: No es necesario, está bien. Abre la cartera y me da una cantidad de dinero. Ryan: Toma un uber entonces y compra algo para que comas. Larissa: Muchas gracias. Estoy muy contenta de haber conseguido este trabajo, con el vale de comida podré hacer los gastos de la casa, con mi sueldo podré comprar ropa y juguetes para Henrique. Tomo el uber que me lleva cerca de casa, voy al supermercado y compro algo de fruta y algunas cosas para hacernos de comer. Estoy caminando de vuelta a casa toda feliz, cuando veo a mi padre caído. Larissa: Papá, papá, despierta. Papá Fernando: Larissa, ¿qué haces aquí? Larissa: Sube, vamos a casa. Papá Fernando: He bebido un poco, Lari. Larissa: ¿Un poco? Le ayudé a levantarse, no podía ponerse de pie y el olor a licor era demasiado fuerte, se apoyó en mí, subimos la colina. Llegamos a casa y lo llevé al baño. Papá Fernando: Sal de aquí, puedo bañarme solo. Larissa: Sé que puedes. Cierro la puerta del baño y voy a la casa de la vecina a buscar a Henrique, que cuando me ve viene corriendo hacia mí. Henrique: Mamá. Lo recojo en brazos. Larissa: Hola, mi niño lindo. Le digo a la vecina que tengo un trabajo. Vecina: Eso es genial Lari. Tengo un amigo que dirige una escuela en el barrio vecino, si quieres puedo ir allí contigo. Larissa: Sí quiero. Vamos a la escuela, hablo con la responsable, me las arreglo para inscribir a Henrique para que empiece mañana a las 7 de la mañana, hay una parada de autobús delante de la escuela, voy a conseguir llegar al trabajo a tiempo. Vuelvo a casa, dejo a Henrique en el suelo y voy a ver cómo está mi padre. Larissa: ¿Papá? ¿No ha salido hasta ahora? Está sentado en el suelo del baño. Larissa: Papá, vamos. Papá Fernando: (Llorando) La extraño. Larissa: Yo también la extraño, pero no quiero salir a beber. Padre Fernando: Te trato muy mal, Larissa. Larissa: Lo sé. Le ayudo a levantarse. Padre Fernando: Ni siquiera puedo cuidar a tu hijo, soy una basura. Larissa: No te preocupes, papá. Papá Fernando: De Deborah no tuvimos más noticias ni siquiera de su cuerpo. Larissa: Sí, pero no pienses en eso, papá. Llora. Larissa: Papá, tengo un trabajo. Papá: ¿En serio? Larissa: Sí, Henrique estará en la escuela, empezaré mañana. Papá Fernando: Eso es genial. Larissa: Papá, quiero que te quedes en casa. Papá: Pero… Larissa: Por favor. Papá: OK. Prometo que me quedaré. Voy a ir a la sala de estar, Henrique estaba jugando. … Henrique (foto tomada de Internet) A pesar de todo lo que pasó, a pesar de quién es su padre, quiero mucho a mi hijo. Juego un poco con él, luego voy a su habitación y le preparo la mochila para llevarla al colegio. Henrique: Mamá, tete. Larissa: Mamá va a ordenar, pero primero tienes que bañarte. Lleno la bañera de agua y le doy un baño, le pongo un pijama de Hulk que nos ha mandado Manu de regalo, le hago una foto y se la mando, enseguida me contesta. Manu: Está cada vez más bonito, me muero de nostalgia por ustedes. Hablo un poco con Manu, luego lo pongo en la cuna y le doy el biberón, chupa y se duerme. Me doy una ducha rápida y me acuesto a dormir. Me despierto a las 5:30, me aseo, escojo algo de ropa, me arreglo, agarro a Henrique en su cuna, le cambio de ropa, ya son las 6:30 y salgo de casa, bajo la cuesta llevando a Henrique dormido en mi regazo, la mochila y mi bolso. A las 7 dejo a Henrique en el colegio, todavía está durmiendo. A las 7:10 pasa el autobús, siento frío en el estómago para empezar a trabajar. A las 7:45 estoy frente a la casa del señor Collins. Llamo al interfono, la puerta se abre, entro en la casa y me recibe una señora. ?: Buenos días, tú debes ser Larissa. Larissa: Buenos días, sí, soy yo. ?: Me llamo Maria, voy a enseñarte todo exactamente como le gusta al Sr. Ryan. Larissa: De acuerdo. Maria: Ven para poder cambiarte. Me lleva a una habitación trasera, en la que hay una cama individual y un armario. Maria: Puedes guardar tus cosas aquí, en la pausa del almuerzo puedes descansar si quieres. Larissa: Bien. Me cambio de ropa y me hago un moño. Larissa: Me parece que este uniforme es un poco corto. Maria: Eres joven y el jefe es un hombre, me lo imaginaba. Larissa: ¿Qué se ha imaginado? Maria: Que quiera llegar a tu lado. Larissa: No me gustan ese tipo de cosas. Maria: Sí, pero Ryan es un hombre muy guapo. Larissa: Sí, pero conozco mi lugar, necesito mi trabajo mucho más que las aventuras. Maria: Me gustaste. Espero que no caigas en los encantos de Ryan. He oído que tienes un hijo. No caeré en los encantos de Ryan. Larissa: Sí, tengo uno. Maria: ¿Cómo se llama? Larissa: Henrique. Maria: Debe ser muy lindo. Larissa: Sí, lo es. Maria: ¿Con quién lo dejaste? Larissa: Lo inscribí en la escuela. Maria: Pobrecito, tan pequeño que ya va a la escuela. Larissa: Sí, pero tengo que trabajar. Maria: Por supuesto. Salimos del cuartico y subimos al piso de arriba, me explicó cómo le gusta que le arregle el armario, la cama, sus pertenencias en el baño, nunca había visto tanta crema en mi vida. Bajamos las escaleras, pasamos por las habitaciones de los invitados, el salón y la cocina, empezamos a preparar el almuerzo Maria: El almuerzo debería servirse a las 12, el Sr. Ryan es puntual. Larissa: De acuerdo. Maria: No le gustan muchas cosas, hay que rallar la cebolla para que desaparezca. Larissa: Hum. Maria: Debes estar pensando que él es aburrido para comer. Larissa: Sí. Maria: Realmente lo es. ¿Conoces a esos niños a los que no les gusta casi nada? Ese es Ryan. A las 12 en punto servimos el almuerzo y nos ponemos al lado de la mesa, el señor Ryan viene y se sienta, almuerza tranquilamente, se levanta y se va, recogemos los platos, nos vamos a la cocina y almorzamos, por la tarde, me enseñó a separar y lavar la ropa como a él le gusta, ese tipo es un fresco. Maria: No se puede poner poco suavizante, ni tampoco demasiado, tiene que ser la cantidad exacta. Larissa: Si pongo un poco de más o un poco de menos, ¿se da cuenta? Maria: Sí, se da cuenta. Larissa: Pero… Maria: Aquí no hay peros, tiene que ser exactamente a su manera, trabajo para él desde hace unos años y siempre ha sido así, es muy mandón e intimidante. Si haces algo mal, él va a hablar. Él no suele ser amable con las palabras. Este tipo parece que es un pesado, no puede poner cualquier cantidad de suavizante, no puede poner cebollas en su comida, ¿dónde se ha visto? Maria: Vamos, te voy a enseñar cómo vamos a doblar los pantalones. Doblar los pantalones, es un fresco. Vamos al dormitorio, guardamos la ropa que había pasado María, todo tiene que estar exactamente como a él le gusta. Ya son las 16:30, fin del trabajo, nos vamos, María se despide de Ryan. Ryan: Muchas gracias, María, por seguir conmigo todos estos años, espero que disfrutes de tu jubilación. Maria: Gracias, señor Ryan, lo disfrutaré, no sea tan malo con Larissa. Ryan: Maria, sabes que no soy malo con nadie. Maria: Sé exactamente cómo eres Ryan, ya me voy, nos vemos luego. —Nos vemos — dice Ryan. Ryan: Tú te quedas, Larissa. Mi cuerpo se congela. Así que ahora qué quiere este tipo de mí, lo hice todo bien.
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