Capitulo 2

1687 Palabras
Tras recibir los consejos de mis dos amigas, me fui a mi casa, con una hora de margen para poder prepararme. Y aunque me había duchado en la mañana, me volví a duchar para prepararme mentalmente para la cena más larga del mundo, y de mi corta vida. Tras ducharme, encontré en mi cama un vestido n***o de tirantes y corto, por lo que mi tio o mi madre, ya me había elegido la ropa y por suerte la ropa no era demasiado horrible, es más era algo bonito que usaría de forma normal. Me puse la ropa interior, para después secarme el pelo y ponerme a planchar este, ya que mi pelo no era del todo liso y para darle esa forma, debía ayudarle un poco a darle una forma más bonita, tras eso me maquille de forma natural, y me puse el vestido, con unos tacones negros, no era para verme más alta sino para estilizar mis piernas. Tras estar lista, salí de mi habitación para ir al salón donde mi madre esperaba vestida de forma elegante mientras mi tío, que iba en traje hablaba por teléfono. —Vas preciosa—me dijo mi madre y acomodo mi pelo. —¿Tras la cena puedo ir a una fiesta con Liana y Amanda?—le pregunte y ella me miro. Me analizo y después miro a mi tío. Parecían una pareja, pero no lo eran, sólo están unidos por la memoria de mi madre, y esta les hacía no hacer nada más. —Mama, es verano—me queje y ella me miro—Y me he portado muy bien—le dije y ella suspiro. —Si te portas bien en la cena, te dejo—me dijo y la abrace feliz. Mi tío se acerco a nosotras, y me miro. —Estás perfecta—me dijo y asentí—Espero que te portes bien—me dijo y le mire impresionada, jamás era irrespetuosa, y no entiendo porque me decía eso—Esta cena es demasiado importante—añadió. —Vale—le dije sin ganas de discutir. Dejando ahí el tema, mi tío salio de casa y nosotras le seguimos, subimos al coche y tranquilamente mi tío condujo hacía el restaurante donde seguramente habíamos quedado con los que fuéramos a cenar. No hablamos en todo el viaje, haciendo lo incomodo, sobre todo porque mi tío no me dejaba mirar el móvil cuando estaba delante de mi. Unos minutos después, llegamos al restaurante y salimos del coche, rápidamente en aparca coches, se acerco a nosotros y cogió las llaves del coche para aparcar el coche en el aparcamiento del restaurante, cuando el coche se fue, mi tío puso su mano en mi espalda para llevarme hasta dentro del restaurante. —Tengo una reserva a nombre de Andrey Romanov—dijo mi tío. El metre, asintió y sin decir nada o juzgar, nos llevo a una mesa que estaba en una zona más privada y ahí nos sentamos. —¿Con quien vamos a cenar?—pregunte y mi tío me miro molesto. Él no era así, es verdad que tenía mal carácter pero jamás era tan frío, por lo que, algo estaba pasando algo que por alguna razón no me quería decir. —Hija, eso no importa—me dijo mi madre y acaricio mi mano—Te aseguro que esta noche va ser muy especial—. ¿Especial? ¿Que quería decir con eso? —Claro mama—le dije tranquilamente. No me gustaba lo que estaba pasando o lo que fuera que estuvieran planeando. Mis pensamientos fueron interrumpidos por una pareja que se acercaba con un chico de aparentemente mi edad, eran como copias, los tres tenían ojos claros, color miel y pelo castaño claro, eran perfectos físicamente hablando, por lo que tenían que ser una mierda de personas. —Christiano—saludo mi tío y le dio la mano al hombre. Mi madre también se levanto y le dio dos besos a la mujer, y mientras tanto el más joven me miraba, no pensaba levantarme si era lo que esperaba. —Hola, soy Valentino—comento el chico y me ofreció la mano. Dude, dude dos segundos sin darle la mano pero termine dándosela. —Bianca—le dije. Él me sonrío, y tomo mi mano para besarla. ¿Que mierdas estaba haciendo? No me estaba gustando nada lo que estaba haciendo. Tras esa presentación, algo extraña, todos nos sentamos en la mesa, ahciendo que Valentino se quedara a mi lado. —Eres tan guapa como decía tu tío—dijo la mujer y la mire. ¿Habían hablado de mi? ¿Cuando habían hecho eso? ¿Y por que lo habían hecho? Estaba realmente perdida con todo esto. —¿Gracias?—dije por decir algo porque toda esta situación, me estaba poniendo realmente incomoda porque fuera la única en esta mesa que no se enterrara de que pasaba. —Creo que esto va salir mejor de lo que hemos hablado—le dijo Christiano a mi tío. Mire a mi madre sin entender nada, pero su cara no decía nada, era como si algo pasara pero que nadie pudiera pararlo, ni aunque viniera el presidente y nos ayudara. —¿Que esta pasando aquí?—pregunte sin entender nada. —Nada, cariño—me dijo la mujer misteriosa, que aún no sabía su nombres. —Mama—la llame y ella me miro—¿Que pasa?—le pregunte. Quizás, si Christiano no hubiera dicho lo de “salir mejor de lo que pensamos”, no me hubiera extrañado, porque parecería una transacción económica o de negocios normal, que aunque no supiera de ellas, no había que ser muy inteligente para saber que pasaba, me habían metido en algo que yo no sabía que era. —Tranquila cariño—me dijo mi madre y agarro mi mano—Todo va salir bien—me dijo y la mire asustada. ¿Que tenía que salir bien? No entendía porque eso me tenía que consolar me, no entendía porque tenía que estar tranquila y pensar que todo iba salir bien. —¿Me puede alguien darme una explicación?—pregunte molesta. —Quiero que te calmes—me ordeno mi tío y le mire molesta—Hemos quedado en que te ibas a comportar y esto esta lejos de ello—me dijo y le mire molesta. —Perdón—dije intentado mantener la calma—Me puedes por favor contar, para que estamos aquí—dije intentado sonar totalmente tranquila e inocente. —Estamos aquí para una transacción de negocios—comento mi tío y le mire. ¿Por que iban a hacer una cena para ello? Pero aún más importante ¿Por que me iban a llevar a mi para ello? ¿Que tenía yo que hacer ahí? —¿Y que hago yo aquí?—pregunte. Valentino río, y se acomodo en la silla a mi lado para mirarme. —¿Tú de que te ríes?—le pregunte molesta. —De nada—me respondió tranquilo. Note un raro acento en su voz, pero no podía definir de donde era por lo que no le iba dar más importancia, además este chico no me importaba. —Tú eres la transacción—me dijo mi tío y le mire. —¿Perdona?—le pregunte molesta. —Vamos a unir nuestros intereses—dijo mi tío y miro a Christiano—Para ello, hemos acordado que te cases con Valentino—. ¿Estaba bromeando? Por todo lo que quisiera, que fuera una broma porque no me estaba haciendo mucha gracia que me fueran a casar con un idiota. —No—dije y todos me miraron. —Bianca—me dijo mi tío y le mire—Son la familia más rica de Europa y son muy importantes en todo el mundo, esta unión solo te dará ventajas—. Mi tío había relajado su tono, ya no era tanto una obligación sino que su tono se había vuelto una petición, casi suplicante. —Necesito irme—dije. No iba responder a las locuras de mi tío ni al chantaje que seguramente me haría, por lo que me iba ir a la fiesta con mis amigas a beber para mañana tener un dolor de cabeza que no me dejara pensar. Me levante de la silla y sin dudarlo salí del restaurante con grandes ganas de lanzar algo a mi tío y gritar, pero no lo iba ha hacer. —¡Oye!—me grito alguien una vez fuera del restaurante. Me gire para ver quien era, y no era nadie menos que Valentino. —¿Que?—le pregunte molesta y él me miro. —Yo tampoco quiero casarme—me dijo y le mire—Tengo veintidós años y lo ultimo que quiero es eso—me aclaro y le mire. —¿Pero?—le pregunte sabiendo que había algún pero. Él río por haber notado lo que pasaba y me miro. —Es lo mejor para nuestras familias—me dijo y le mire molesta por su tontería. —No te conozco—le dije. Pero es que ese solo era la punta del iceberg, no quería casarme, no con alguien que no amaba, no quería vivir esos amores de libros en los que todo era malo hasta que se volvía bueno, quería vivir algo hermoso que se convirtiera en lo mejor de tu vida. —Me conocerás—me dijo y le mire sorprendidas—No respondas mañana, ni esta semana—me dijo y le mire sorprendida—Cena conmigo, conoce me y hablemos—. Le mire, en estos momentos tenía muy pocas de conocerle, mis ganas estaban en pegarle un puñetazo e irme. —Lo pensaré—. No tengo que ser mala, luego no hay cena y ya. —Gracias—me dijo y se dio la vuelta—¿Te llevo?—me pregunto. —No—dije y un taxi se paro a mi lado—Tengo transporte—le dije. Y sin decir nada más me subí al taxi que Liana me había enviado para ir a la fiesta.
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