7. Una forma...

1860 Palabras
Capítulo 7. Una forma de interrogar demasiado peligrosa. Decidida caminó hasta la oficina del jefe. -- Ok, señor Esquetini. Que venga el siguiente drama de hoy. Estoy lista – susurró antes de ponerse frente a la puerta. Brisa arregló la blusa por segunda o tercera vez. Se sentía ansiosa, estaba segura de que si miraba su rostro en un espejo en ese momento su reflejo le devolvería una mirada que quizás la decepcionaría. Respiró hondo preguntándose, ¿Cómo era posible que alguien que había enfrentado a su ex prometido y a su ex mejor amiga minutos antes, ahora se sintiera así de vulnerable por una reunión laboral? Pero la respuesta estaba clara. No era solo una reunión de trabajo, y no era con su jefe con quien se juntaría en solo unos segundos, era “la reunión con el hombre con quien pasó una noche de se xo alocado y salvaje dos días atrás”... Alonso había subido minutos antes, estaba agitado por haber caminado apresurado, aspiró una buena cantidad de aire antes de que ella ingresara, la podía ver desde su monitor y como si fuera un novato inexperto, el presidente de las empresas Esquetini estaba nervioso sin saber qué hacer. Samuel su asistente llega en ese momento, estaba retrasado, la recepcionista le comentó lo que estaba pasando en la empresa y decidió quedarse afuera un poco más, no quería avergonzar a la futura asistente personal de su jefe... él debía ausentarse por un tiempo y necesitaba llevarse bien con ella. -- Brisa ya puedes pasar el señor Esquetini te debe estar esperando – le dice Samuel, apenas el ascensor se abrió y la vio parada al lado de la puerta del jefe. Alonso era muy estricto con los horarios, nunca antes nadie había osado presentarse tarde a una citación con él, pero las cosas con Brisa eran diferentes, sobre todo ahora que estaba seguro de que ella era la joven de la nota. Alonso ya había sentido una familiaridad en ella cuando ingresó a su oficina llevando los informes que pidió, incluso, le pareció extraña la forma como iba vestida, no recordaba que ninguna mujer en su piso vistiera así de feo, pero lo dejó pasar. Sin embargo, en ese momento no podía quitar de su mente los recuerdos de aquella noche y mientras estos revivían una y otra vez, la imagen de su futura secretaria aparecía en ella de manera fugaz. Brisa asintió, apenas abría la puerta podía sentir como el aire en el interior cambiaba, Alonso había encendido a la máxima potencia el aire acondicionado, tanto que tuvo que ponerse su abrigo para no tiritar. Brisa tragó saliva y empujó la puerta de la oficina, al ingresar lo vio allí. Alonso estaba de espaldas a ella, mirando por la ventana como todo CEO que se respeta cuando quiere mostrar su autoridad. -- Cierra la puerta, por favor – le dijo con esa voz que ahora resonaba diferente en su interior. Ya no era solo grave y autoritaria. Ahora también tenía ecos de gemidos, recuerdos de susurros y cuerpos desnudos. Brisa obedeció en silencio, cerró la puerta y luego giró para observar la enorme espalda de su jefe que estaba más cualquiera. De pronto Alonso sintiendo el peso de su mirada gira para quedar frente a ella, sus ojos se cruzaron, pudo notar que la joven Piaggio desviaba la mirada, algo extraño, aunque no tanto, al fin de cuentas él era su jefe y el hombre con el que tuvo una noche salvaje. La oficina estaba en completo silencio, un silencio tan espeso que podría haber sido cortado con una tijera, Brisa enrosco los brazos alrededor de su cintura, el frio comenzaba a calar en sus huesos. -- Siéntate por favor – le ordenó el sin dejar de mirarla. -- ¿Tienes frio? – ella asintió, luego negó. -- Está bien señor, si usted se siente cómodo así, lo puedo soportar – esas palabras le parecieron cómicas a él, pero no mostró ninguna emoción. -- No quiero que mi personal se enferme por mi negligencia – comentó y caminó hasta el termostato para apagarlo. Brisa se sentó cruzando las piernas de una manera casual, pero ese simple movimiento a Alonso le pareció demasiado sensual, desviando la mirada del termostato a ella, preguntándose ¿Qué carajo le estaba pasando con esa mujer? Había pasado muchas noches con diferentes mujeres, pero Brisa… ella había sido la única que le dejó dinero por una noche de placer, la única que lo había confundido con un gigolo, y la única que se acostó con él sin saber que era Alonso Esquetini… -- Señor Esquetini quería disculparme por la tardanza, yo – él la detuvo, no dejó que continúe hablando, sabía muy bien cuál había sido el motivo de la demora y lo último que quería era ponerla en aprietos, aunque sabe bien que, si hubiera sito cualquier otro, ya estaría recibiendo su carta de despido. -- Esta todo bien señorita Piaggio. Te agradezco que hayas venido a pesar de que esta reunión no estaba en tu agenda y a esta hora ya deberías estar camino a casa – se disculpó. -- Siempre estaré disponible para lo que necesite señor – esas palabras sonaron demasiado peligrosas en los oídos de Alonso, incluso luego de decirlas se arrepintió, y se maldijo por la forma como las dijo, haciendo que su rostro adquiera un tono sonrojado por la vergüenza, pero ya estaba hecho. Alonso la miró con detenimiento, parecía como si la jovencita frente a él también tuviera algo que ocultar, algo íntimo relacionado con aquellas palabras, algo que podría destapar de una vez por todas su noche de pasión. -- ¿Cómo estuvo tu fin de semana? – le preguntó de pronto él. Brisa abrió los ojos sorprendida, comenzó a toser atragantándose con su propia saliva, no era el comentario que esperaba. “No, por dios… ¿Cómo puede preguntarme eso? ¿Acaso sabe que fui yo?, ¿o es parte de una charla casual entre jefe y empleada?... ¿De verdad… ese era el camino que debía seguir? Las preguntas en su mente no tenían respuestas. Brisa no quería mirarlo, sabía que en sus ojos estaba la satisfacción que vivió con él ese fin de semana, es más, solo minutos atrás la recordó delante de su ex… así que intentando sonar tranquila y sin dejar de mirar un punto fijo sobre la cabeza de su jefe, ella respondió: -- Estuvo tranquilo, como siempre señor Esquetini, gracias por preguntar – mintió con desfachatez, pero era lo que debía hacer. No iría por allí, gritándole a la gente lo que pasó. -- ¿Asi nada más?, tranquilo como siempre – le volvió a preguntar, y Brisa quería salir corriendo de allí. Era obvio que no fue nada tranquilo, tuvo una noche completa de se xo salvaje con él y lo disfrutó demasiado, más de lo que había disfrutado todo el tiempo que estuvo con su ex. -- Bueno, algo movido señor. Pero nada fuera de lo común – “¡Oh sí! Como no,” ¡Ja! Pensó en su mente. “Este fin de semana viví una doble traición, una borrachera infernal, sexo con mi jefe y una confrontación estilo serie de Netflix con mi es y su amante” Lo más común del mundo pensó. -- Me alegra – le respondió él. Un segundo después hizo algo fuera de lo común que la descolocó por completo. Su jefe se acercó al escritorio y en lugar de sentarse en su sillón o en la silla al lado de ella, se sentó justo en la orilla de la mesa, quedando demasiado cerca de Brisa, tanto que ella llegó a oler su perfume, el mismo que invadieron sus fosas nasales esa noche en el hotel. -- ¿Qué le está pasando a él? – lo miró desde su lugar. -- ¿Por qué esta tan cerca? – se preguntaba Brisa, mientras comenzaba a levantar los letreros de peligro a su alrededor. Ella no podía respirar, sin darse cuenta había aguantado la respiración. Quería controlar los latidos de su corazón que comenzaban a acelerarse por la cercanía de su jefe, estaba segura de que, si ese silencio continuaba así, él podría oírlos, tanto como lo hacia ella. Brisa trago saliva esperando que actúe. -- ¿Se acaba de graduar no es asi señorita Piaggio? – le pregunta y Brisa asintió levantando la mirada hacia él. Alonso ahora no la estaba tuteando como siempre lo hacía, su forma de dirigirse a ella, esta vez era la apropiada que usaría un jefe a una empleada... ¿Acaso me estuvo probando?, ¿será que me va a despedir? esas preguntas rondaban en su cabeza. -- Entonces… ¿Dígame si fue usted quien estuvo en el hotel D’Lux en una fiesta de graduación este fin de semana? – ella abrió los ojos como platos, pero al segundo los cerró, solo eso bastó para que él la descubriera. “¡Lotería! Pensó el detective Esquetini en ese momento. Pronto descubrirá quien soy. -- Puedo preguntar ¿Cómo lo supo señor? – le preguntó ella fingiendo sorpresa, como toda una profesional en la actuación. -- Tu nombre apareció en la lista de invitados a uno de los salones del hotel – le respondió, y ella abrió los ojos asombrada. “¡Maldición! Como no recordé que ese hotel pertenecía a la empresa Esquetini” Brisa quería jalarse los cabellos, pero eso solo confirmaría que tenía algo que ocultar, así que no lo hizo. -- ¿Fue una noche larga no es así? – le preguntó Alonso, luego de confirmar que era ella, había revisado cada evento ocurrido en el hotel esa noche, y solo fueron dos… esa fiesta de promoción de graduados y su propia reunión. Sabía muy bien que la mujer con quien estuvo esa noche había acudido a una de ellas, su fiesta quedó descartada al ser de puros hombres, así que por su vestimenta y la borrachera que traía solo quedaba la fiesta de promoción. -- Si lo fue – respondió ella, luego bajo la mirada incomoda. -- Asi es, también estuve en una reunión esa noche – le dijo él con un tono más bajo. Casi… ¿provocador? Le estaba dando la oportunidad perfecta para confesar, pero ella no lo hizo, no lo haría nunca. Brisa sentía cómo se le aceleraba el corazón. El aire acondicionado que había sido apagado la hacía sudar, hubiese querido que se hubiera mantenido encendido para no mostrar lo ardiente que su cuerpo se sentía. Brisa sudaba como si la estuvieran interrogando bajo una lámpara de calor. -- Sobre la información pendiente – dijo de pronto intentando desviar la conversación, ella había terminado el informe y pudo notar que algunos de los puntos entregados no fueron comentados en la reunión, debía aclarar el tema sino quería tener problemas en el futuro. -- Hay unas modificaciones que debo hacer, si fuera posible que me devuelva el informe que le entregué – le pide mientras Alonso no deja de mirarla. -- ¿Está segura de que solo fue una noche larga? – continuó él.
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