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855 Palabras

Paul siguió a Alexander hacia la biblioteca casi al finalizar la velada quién se había encerrado. Llamó a la puerta y encontró a su viejo amigo de espaldas al escritorio, estaba sosteniendo una pequeña caja que la guardo rápidamente para que no la viera Paul. —Tienes otro semblante— arqueando una ceja. —¿Tu crees?— sentándose en un sillón cerca de la ventana. —Es por esa mujer Samantha ¿no es verdad? —Pensé que te agradaba— con un tono de desconcierto. —Tal vez antes... creo que no conocemos su verdadera naturaleza y si bien antes me alegré de que estuvieras enamorado ahora tengo que objetar—refunfuño, acercándose al ventanal —No entiendo tu cambio repentino de opinión— aspirando aire. —Es que antes de que comience la recepción....— mordiéndose la lengua porque fue interrumpido por

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