El fin del comienzo
¡Esto es absurdo! ¡Siempre me llama para hacer sus mandados y me tiene una hora de pie esperando!
Estoy parada frente al sofá y no puedo sentarme, me duelen los pies, he caminado todo el día. A pesar de ser la chica de los mandados en esta casa, ella siempre me hace venir solo para burlarse y hacerme sentir mal.
Nací y crecí en este lugar, siempre con penas y dolores que no podía contar a nadie por miedo a que nos echaran de la casa, siempre estuve esperando que llegara el día en que nos pidieran "amablemente" que nos fuéramos, esta nunca fue mi casa, nunca fue mi hogar.
Recuerdo los problemas que generaba entre mi papá y mi tía el que yo viviera aquí, diciendo que esta era la casa familiar y que yo no pertenecía a la familia, siempre estaban mofándose de mí, tratándome como sirvienta y mandándome; tenía que hacerle masajes en los pies cuando llegaba ella, colgar los sacos de mis tíos, ordenar sus cosas, lustrar sus zapatos, y siempre buscaban un pretexto para maltratarme, o bien, golpearme, muchas veces pedía por favor que pararan, nunca me escuchaban.
Mi nombre es Abigail Thompson, tengo 24 años, vivo en Italia, pero nací en España, soy delgada, creo que demasiado, hasta pienso que voy a desaparecer (me lo tomo con humor, la vida es muy corta para desperdiciarla en llorar) mi cabello es n***o, largo y liso como tabla, no tiene una onda ni para salvarme la vida, me llega a la cintura, tengo los ojos azules y mi piel es extremadamente pálida y seca. Como comprenderán, no tengo cremitas como todas las chicas de mi edad, y no me quejo, tampoco es que lo necesite, aprendí a vivir mi vida sin eso y sin cosas materiales, solo tengo un teléfono viejo que me regalo Sarita cuando cumplí los 18 años.
Aquí, las cosas buenas son de mi prima, y lo que sobre, es para las mucamas. Yo estoy al último. Me gusta hacer como que no existo. Es más fácil y sufro menos.
Conseguí un trabajo en un restaurant de día y en un puesto de comida rápida de noche. Así al menos puedo tener para comer y vestir, pues, desde que mi padre no está, la comida va a los cerdos antes que a mí.
Me llevo bien con Sofie y Marie, son las que, junto conmigo, trabajan haciendo la limpieza de esta propiedad, la diferencia es que a ellas les pagan. He tenido suerte, las chicas me ayudan cada vez que pueden, ellas han sido mis aliadas y me han cuidado cuando me he enfermado, o cuando he terminado golpeada.
Hubo una vez, cuando tenía 12 años, en que mi tío se enojó porque estaba barriendo la entrada y no lo vi llegar, cuando agité la escoba le saltó un poco de polvo a sus zapatos, me tiró al suelo de una cachetada y comenzó a darme patadas en mi estómago, en mi espalda, en todo el cuerpo.
Dolía tanto que solo pedía a Dios poder golpearme la cabeza en la acera y perder el conocimiento, o bien, morir, para ya no seguir aguantando el dolor.
Esto pasaba cada vez que se molestaban con alguien afuera, o entre ellos, pero al menos Sarita, Marie y Sofie me cuidaron y curaron mis heridas.
Bueno, basta de recuerdos, que no nos hacen bien, a lo que nos convoca.
Entra mi tía abriendo los brazos y gritando mi nombre, como si yo fuese a creer en sus muestras de afecto, es más, como si alguien aquí fuera a creerlo ¡ja! Pero no es el punto, vamos a lo que sigue...
- Abigaiiiiil, ¿dónde te habías metido? Niña por Dios. Ven a darle un abrazo a tu tía querida.
Ella extiende los brazos mientras camina hacia mí, lleva un abrigo Chanel color vino tinto, unos tacones negros Prada, y unos guantes negros que se está sacando, al acercarse a mí con esa sonrisa malvada y triunfal.
- Tía, ¿cómo está?
Digo seria y sin ánimo de ofender, me aprieta como si quisiera asfixiarme, mientras me acerco a ella para el saludo formal, si eres m*****o de esta familia, lamentablemente, tienes que ceder en todo lo que diga Hilda, por mucho que lo detestes.
- Yo estoy fantástico, pero no tengo muy buenas noticias para ti. – Me asusta pensar que pudo pasarle algo a mi padre.
Y coloca cara de pena, la muy...
- ¿Dígame, tía, para que me citó?
Apresuremos el mal paso, ¿que será esta vez?
- Hija, temo que debes dejar el país.
Esa cara de hipocresía me mata y su voz chillona atraviesa mis tímpanos, creo ver un destello de sonrisa, espero equivocarme, aunque conociendo a Hilda, debe estar feliz de decirme esto y librarse de tener que verme todos los días.
- ¿Que?
Mi yo interior grita que corra, pero debo mantener la calma, mi cara de asombro es porque, fuera de que le haya pasado algo a mi padre, esto es mil veces peor de lo que pensé. Ni siquiera sé cómo reaccionar.
- Si, hija, lo que sucede es que hoy recibimos esto.
Me extiende una hoja, que parece ser una carta, en ella dice que mi padre es deudor de muchos bienes y más dinero del que puedo contar, y que, si no paga, me llevarán a mi como parte de pago.
Maldita sea, mi padre lleva 6 meses en coma por ir a revisar una obra durante la noche, a pedido de mi tía, lo que, claramente, veo como una trampa ya que terminó cayendo del barandal del segundo piso, pero no tengo pruebas, y tristemente, no las tendré si me echan de mi propio país.
- Esto, ¿a qué se debe? - Pregunto, algo encolerizada por dentro, pero tranquila por fuera, no quiero darle el gusto a esta arpía.
- Como bien dice, y supongo que leíste (se mofa, me quiere hacer ver como estúpida) tu padre les debe a unos prestamistas tanto dinero, que ni vendiendo todo lo que tenemos como familia (sí, claro) podríamos pagar. Yo estoy dispuesta a darle todo lo que es mío para que pague parte de la deuda, pero no sería suficiente, la única solución es que al menos tú, te salves de esto y salgas de Italia.
Hace una pausa, pero continúa - De lo contrario, hija mía, ni brindándote toda mi protección podría ayudarte con esto. Sé que es un tema complicado y que nadie quiere que te vayas (¡Ja! Mas mentiras aún, está deseando que algo así suceda desde siempre) pero es la única solución que encuentro, yo te voy a ayudar a buscar un lugar donde quedarte y un país al cual te puedas ir donde tengas protección siempre, pero debes salir ya de acá, es imperativo que nadie más sepa donde estarás.
- Muy bien, hablaré con Ethan de esto.
- No lo veo necesario, y es demasiado arriesgado, pero en vista de que es tu novio, debes decidirlo tú.
- Está bien.
Saco mi teléfono y comienzo a llamar a Ethan, que es la única persona extraña a la que han dejado entrar en mi vida, ya que es hijo de un magnate de los negocios en Italia, por lo que mis tíos lo quieren cerca para lograr hacer negocios con su familia, hasta he llegado a pensar que Hilda lo quiere como novio de su hija. Hago la llamada esperando que me conteste, pero es demasiado extraño que el teléfono de Ethan suene en esta casa, ¿qué está pasando aquí?
Busco ese sonido y subo las escaleras donde siento el sonido aumentar, ¿mi habitación? No, nadie aquí, sigo revisando y nada, en eso se me ocurre ir a la habitación de Kim, mi prima, desde donde oigo sonidos lujuriosos, mas como gemidos, me llama el tono del sonido, no quiero abrir la puerta debido a esos sonidos de gata en celo que hace Kim, lo peor de todo es que ella siempre trae chicos a la casa y nadie dice nada.
Cuando estoy frente a la puerta la abro y veo a Kim acostada con mi ex novio Ethan (no pretenderán que lo trate como si fuera mi novio ahora) ambos enlazados entre las sábanas, Kim me grita que cierre la puerta, mientras Ethan solo me mira con odio, ¿qué está pasando aquí?
Si, repetí la frase porque en mi cabeza sonó un millón de veces.
Es increíble como en una tarde se puede romper todo lo que creías era tuyo, y en solo un par de minutos tu vida se destruye, aunque no la creyeras perfecta, según tú, aun tenías a gente que te amaba incondicionalmente.
Ahora solo veo a mi ex novio, el que me había pedido matrimonio hace dos días, sudoroso y excitado junto a mi prima, ¡MI PRIMA POR DIOS!
Por mucho que esto me esté pasando no puedo creerlo. Esto debe ser un chiste, una broma, un mal sueño, necesito despertar.
Hace dos días Ethan me invitó a comer, mi tía no me dió permiso de salir así que el subió por el balcón a la habitación nueva que me asignaron cuando el comenzó a llegar a la casa, pues antes yo dormía con Sarah. Me sorprendió a punto de dormir y se arrodilló para decirme que era la mujer de su vida, que cambió ahora? Yo sé que no lo amaba, no era lo que yo llamaría amor de cuentos de hadas pero si me hacía feliz. Ahora solo quiero borrar sus recuerdos de mi mente.
Me alejo de la puerta y solo sigo mi camino hacia mi habitación para recoger mis cosas, aquí ya no me queda nada más.
Escucho a mi tía a lo lejos diciendo una cantidad de frases, pero solo logro captar el sonido de su voz, no sé, ni quiero, saber qué es lo que está diciendo.
Cierro con llave y me siento en el suelo, lloro, por todo, todo lo que creía tener se ha perdido, debo irme, alejarme de mi padre, que es lo único lindo que me queda, he pillado a mi novio con mi prima, mi mejor amiga se fue del país y no puedo comunicarme con ella, es más, ni siquiera sé dónde está, le dejaré un mensaje en r************* , para que al menos sepa que también me voy.
Tomo mi maleta, coloco la ropa que tengo, que es bastante vieja, pero sirve, mis accesorios de uso personal, los dos pares de zapatos y mi bolso de mano, hasta aquí llego yo, debo largarme de este lugar antes de que mate a alguien, soy capaz de eso justo ahora.
Pensé que esto no podría estar peor, por lo visto, las cosas siempre pueden empeorar, así que vamos a hacer lo único que puedo hacer, huir, como una rata, pero esto solo durará hasta que logre volver por mis propios medios y pueda tener ese capital para pagar la deuda de mi padre y salvarlo de esta arpía, debo decirle a Sarah, mi nana de toda la vida y la mujer a la que más amo, que se ocupe de que él esté bien y de que me esté avisando para saber cómo sigue. Saco mi teléfono y le dejo un mensaje.
Sé muy bien por qué pasó todo esto de la deuda, mientras bajo las escaleras con mi maleta y mi bolso, recuerdo que él se endeudó mucho para salvar la vida de mi madre, quien estaba muriendo de cáncer, ella le pidió que la dejara descansar, pero el no pudo dejar sólo que la muerte se la arrebatara, luchó hasta el cansancio, sin saber que más hacer, se gastó hasta el último peso en tratamientos en el extranjero, pero al final, mi madre se rindió y no pudo más. Eso nos destrozó a ambos, y a Sarah, que es la única que nos quiere en esta casa.
Quiero ser fuerte, quiero no rendirme jamás, necesito que todo esto sea una inyección de morfina a mis sentimientos y que ahora solo sea distinto, volver a empezar, lejos de todo y de todos los que me hacen mal, lejos de la vida que he llevado de penas y decepciones, de dolores inconmensurables y lejos de aquella familia que siempre me despreció por ser hija de una vendedora de pasteles y del hijo adoptado al que nunca quisieron.
Quiero una vida nueva, quiero volver a empezar.