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Soy Tuya Papi!!!

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Descripción

Kacey se divorcia de su esposo, con quién se casó nada más terminar la escuela secundaria. Sin tener a donde ir, regresa a Londres a la casa de su madre, donde asistirá a la universidad para tener las herramientas en el futuro de ser alguien. Kacey, desde que era solo una niña, estaba perdidamente enamorada de Alexis, su padrastro.

Ahora, siendo una hermosa y sensual mujer de 25 años, Alexis no puede evitar caer en sus redes. Al comienzo, sus encuentros son netamente sexuales, encuentros furtivos y sucios cuando la madre de Kacey no estaba, rápidamente se convierte en un sentimiento mucho más intenso y avasallador.

Kacey ya no quiere ser la otra, quiere ser la única en la vida de su padrastro, por lo que Alexis tendrá que tomar una difícil desición.

Alto contenido s****l +18

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Capitulo 1
Se despertó suavemente, flotando entre el sueño y la realidad. En algún momento de la noche, se había quitado la sábana y el ventilador le soplaba el aire fresco de la mañana. Se quedó allí tumbado unos instantes, disfrutando de la brisa, hasta que un pequeño sonido le llamó la atención. Decidió que sonaba como piel sobre ropa. Su erección matutina palpitó al pensarlo, completamente expuesta a quienquiera que fuera la fuente del sonido. Lentamente, entreabrió un ojo, agradecido de que sus agitaciones nocturnas lo hubieran dejado frente a la puerta de su pequeño dormitorio. Su hijastra Kacey, de 25 años, estaba en la puerta. Había vuelto a vivir con ella cuando su esposo solicitó el divorcio y debería estar preparándose para la clase en la escuela de belleza local. En cambio, lo miraba fijamente, masajeándose los pech0s a través de su camisón, que se ceñía a sus amplios pech0s y vientre. La observó mientras se acariciaba los pez0nes, rígidos y tensos contra la tela, y se preguntó qué estaría tramando. Cruzó el espacio entre la puerta y la cama con tres pasos tímidos y silenciosos. Al extender la mano hacia su pech0, él luchó por mantener la respiración. Su mano se detuvo a milímetros de su piel, lo suficientemente cerca como para que sintiera el calor de su sangre. Se pellizcó el pez0n y se mordió el labio inferior mientras deslizaba la mano hacia su cintura. Sus fosas nasales se dilataron al inhalar con fuerza y su mano se detuvo sobre su pen3. Él quiso llevárselo a la mano, pero se quedó quieto y la observó. Estaba concentrada en su mano y en la parte inferior de él, frotándose los pech0s y el vientre con la otra mano mientras respiraba con más fuerza. Lentamente, sin hacer ruido, se desabrochó los pantalones cortos y deslizó la mano entre las piernas. Su brusca inhalación le indicó lo excitada que estaba, y él imaginó la sensación de su clítor1s hinchado bajo su pulgar. Mientras se acariciaba lentamente, su mano libre y sus ojos recorrieron su cuerpo hasta posarse sobre uno de sus pez0nes. La idea de que lo tocara le dificultaba quedarse quieto. Decidió que lo haría, antes de que todo terminara. Su mano se apresuró a subir por el interior de sus pantalones cortos y empezó a jadear. Su otra mano flotó hacia atrás para posarse sobre su pen3. El húmedo sonido de sus dedos contra sus labios llegó con claridad hasta él y gimió suavemente, solo una vez, antes de volver a morderse el labio. Poco a poco, sus ojos se desviaron de su mirada mientras el placer se apoderaba de su mente hasta que finalmente los cerró, acompañados de un largo suspiro. Abrió los ojos y la miró fijamente, deslizando una mano en su entrepierna para presionar la que se movía furiosamente allí. Al mismo tiempo, le sujetó la muñeca con la otra mano y la bajó unos milímetros hasta tocar su miembr0 palpitante. Ella abrió los ojos de par en par mientras sus dedos se cerraban alrededor de su miembr0. —Te ayudaré—, susurró. Ella gimió y se apoyó en su mano, moviendo las caderas al ritmo de sus dedos. Él la empujó hacia arriba y ella gimió suave y profundamente. Sus rodillas cedieron lentamente y se apoyó en la cama, bombeándolo suavemente a un ritmo que imitaba los movimientos de su otra mano. Soltándole la muñeca, le acarició un pech0, con el pez0n hinchado y tenso contra la camiseta ajustada. Lo atrapó con un ligero pellizco y tiró de el. Ella echó la cabeza hacia atrás y apretó los labios, emitiendo un largo y prolongado: —mmm —mientras su cuerpo se estremecía al liberarse. Cuando por fin dejó de temblar, se inclinó para besarlo en la frente. Él apartó la mano de su entrepierna para acariciarle el trasero. —¿Dónde está tu mamá? —Salió corriendo—, susurró ella—. Se fue justo antes de que yo entrara. —Bien—. Deslizó la mano que ya tenía sobre su trasero por la pernera de sus pantalones cortos. La otra mano se deslizó por su pech0 y su costado para deslizarse dentro de sus pantalones cortos desde la cinturilla—. Muy bien. Quítate esto. Intentó levantarse. —¡Ay! ¡Dios mío! Tengo que prepararme para la escuela. La agarró por los pantalones cortos y se los bajó por los muslos, dejándolos caer hasta los tobillos. Se incorporó sobre un codo, la rodeó con el otro brazo por la cintura y la colocó encima de él. El olor de su deseo era exasperante: —Siempre hay tiempo para el sex0, chica. Ella rió y se sentó a horcajadas sobre él, con las manos sobre su pecho. Su montículo, pulcramente recortado, presionaba contra su poll@, empapándola de su semen. Se inclinó para acariciarle el cuello. —Me vuelves loca. Siempre sé cuándo me miras porque me pongo cachonda. Me corro en la oscuridad o cuando no estás para que no puedas ver, solo para volverte loco a cambio—. Lo mordisqueó mientras sus manos se deslizaban bajo su camisa para acariciarle la espalda. Se arqueó contra sus manos como una gata—. Siempre he querido estar aquí así, papi. —Pero me odiaste cuando te dije que estaba interesado en ti. —Mmm —apoyó la cabeza en su pecho, frotándose el pelo corto y puntiagudo—. Más bien tenía miedo porque entonces supe que realmente podía elegir tenerte, en lugar de solo fingir y fantasear con ello. Pero ahora que me has agarrado y me has tirado en la cama, no tengo otra opción—. Se incorporó para él y su camiseta se unió a sus pantalones cortos en el suelo, dejando sus pechos colgando al aire. Él atrapó uno y se lo llevó a la boca, besándolo alrededor de la enorme ojera. Ella le tomó la cabeza y lo atrajo hacia su pecho. —¡Dios mío! ¡No me provoques! ¡Chúpalo! Hizo exactamente eso: succionar el pez0n hinchado con la boca. Ella gimió suavemente y se estremeció, retorciéndose cuando sus manos volvieron a ahuecar su trasero desnudo. Sintió un chorro de fluido caliente rezumar por su pen3 y ella suspiró. Lentamente la incorporó, saboreando la vista despejada de ella bajo la luz del amanecer—. Quiero hacerte gritar, —susurró. —Si lo hago, nos atraparán—, dijo. Deslizó una mano por su vientre hasta que su pulgar se posó sobre su clítor1s hinchado—. Lo sé. No dije que lo fuera a hacerlo hoy—. Le guiñó un ojo y comenzó a masajearla suavemente con el pulgar. Ella suspiró y se estremeció, recostándose sobre sus manos. —Lo haremos otra vez cuando todos se hayan ido. Entonces podré tomarme mi tiempo y prepararte para una explosión de gritos. —¿Y si no quiero volver a hacerlo? —Ella jadeaba de nuevo, temblando mientras su pulgar se movía más rápido. —Ya veremos sobre los gritos más tarde, pero la parte de la explosión puede suceder... —presionó su clítors —...ahora. Apretó los labios, mordiéndolos desde adentro, gimiendo y temblando mientras lo mojaba de nuevo. Se incorporó, mirándolo con ojos desorbitados. Apartó sus manos y se inclinó hacia delante, atrapándolas sobre su cabeza. Se inclinó y le mordisqueó los labios—. Bien, porque estoy segura de que quiero un después. Quiero cabalgar tu cara hasta que estés empapado. Pero te garantizo que no será un evento tranquilo. Ella movió las piernas y las caderas hasta que la punta de su pen3 se presionó contra la carne suave y húmeda, abriéndose con ansias. Lo besó, con los ojos fijos en él, y deslizó la lengua profundamente en su boca. Después de una eternidad, él gimió con su beso e intentó terminar de empalarla, solo para que ella se moviera con él, manteniéndolo fuera de su centro. —¿Te vuelvo loca? —susurró. Él liberó sus manos y le pasó suavemente las uñas por la espalda—. Totalmente. Se acomodó lentamente sobre su m*****o, sonriendo—. Bien—. Se incorporó, abrazándolo profundamente y rió. Él le agarró los pechos y comenzó a masajearlos mientras ella se mecía a lo largo de su longitud. Se recostó sobre las manos, suspirando—. Dios, es perfecto. —Gimió suavemente. —Encajas de maravilla—. Se estremeció de placer—. Dios, podría hacer esto todos los días—. Lo miró y sonrió un instante antes de poner los ojos en blanco y tensarse. Acortó la embestida, frotando más rápido y temblando con más fuerza. —Ah... sí. Sí, ahí—, susurró. Se sumió en un gemido prolongado que subía y bajaba con sus embestidas hasta que finalmente se sacudió con locura y se apretó contra él. Lentamente, se inclinó hacia adelante hasta quedar suspendida sobre él. Concentró su mirada en su rostro con dificultad: —¿Y aún no has terminado? ¡Dios mío! ¿Y mamá no quiere esto tan a menudo como puede? —No lo suficiente, pequeña niña—, susurró. Él los giró y ella enganchó los tobillos tras sus muslos y las manos bajo sus nalgas, atrayéndolo profundamente, gimiendo de satisfacción: —Me mataría por follar con su hombre—, susurró—. Pero Dios, ¿cómo pudo dejar que esto se desperdiciara? Hazme... hazme tuya por ahora—. Le rozó el pecho con las manos hasta cubrir sus pez0nes. Ligeramente, arañó los diminutos capullos con las uñas y se estremeció cuando él la pen3tró. Empujó profundamente, hasta que sintió la punta de su pen3 descansar contra su pared trasera. Empezó a moverse dentro de ella, entrando y saliendo lentamente de sus rincones más profundos, aumentando la velocidad hasta embestirla. Ella lo abrazó con fuerza, apretándolo con brazos y piernas mientras gemía, un orgasm0 tras otro. Luchando por abrir los ojos y concentrarse en él, sonrió. —Quiero gritar por ti—, susurró con voz ronca—. Me haces... —jadeo —...quiero, oooh, a, ahhh... —Se arqueó contra él, frotando las caderas contra el miembr0 palpitante que la pen3traba. —¡Gritar! —La última palabra salió como un chillido, luego su boca se abrió en un silencioso "O". Sus ojos se encontraron con los de él y él explotó con ella, empujándose, intentando llegar aún más profundo mientras sus fluidos se mezclaban con los de ella. El mundo se apagó por una eternidad, roto cuando ella le acarició el cuello y rió, susurrando: —Jainey te vio cuando me dejaste hace un par de meses y me preguntó si te estaba haciendo algo, ¡justo ahí donde todos estaban fumando! ¡Dios mío, qué vergüenza! Le dije que eras mi padrastro y que ni hablar. Dijo que si el suyo se veía tan bien como el tuyo, seguro que podía, y con la forma en que te miraba, yo también. —Los giró, poniéndose encima de nuevo, y su pen3, agotado, empezó a hincharse de nuevo. Emitió un gemido de agradecimiento desde lo más profundo de su garganta—. Vaya, casi odio saber lo que me he estado perdiendo todo este tiempo. Ella también me lo pregunta, casi una vez por semana. Probablemente te huela en mí y no se moleste en preguntar, solo me sonría con picardía. Miró el reloj por encima del hombro—. Ahora sí que tengo que darme prisa—, susurró. Le acarició un pez0n con la nariz y lo lamió, provocando otro escalofrío. Se apartó de él, miró las evidentes marcas de su encuentro en la cama y rió. —Menos mal que se suponía que ibas a cambiar las sábanas hoy. Te mataría por acostarte con su hija—. Lo besó con avidez—. Pero si no quiere lo que le das, lo acepto con gusto—. Salió de la cama y recogió su pijama del suelo. —Dios mío, qué maravilla—. Se detuvo al salir y miró por encima del hombro—. ¿Aún cree que quiere hacerme gritar, señor? Extendió la mano y le pasó un dedo por el trasero—. Cuenta con ello, niñita. Cuenta con ello. Hola mis queridos lectores, como les ha gustado tanto mi anterior libro erótico, he decidido subir este, y les puedo asegurar que les va a encantar, por que hay mucho erotismo y morbo. Entren, lean y a disfrutar se a dicho.

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