Amelia asintió y empezó a sentarse erguida en el inodoro, arreglándose la ropa lo mejor que pudo. Lisa se levantó y, al ver que Amelia estaba bien, se acercó al lavabo para lavarse las manos.
"¡Fue una locura!", le susurré a Amelia. "¿Estás bien?", le pregunté.
Ella simplemente me sonrió.
"¡Eso parecía brutal pero te corriste tan fuerte!" dije.
Ella asintió y se puso de pie, con las piernas un poco temblorosas, todavía en silencio.
—Bueno, ¿te gustó o no? —dije exasperado.
"Lo verás pronto tú mismo", dijo y me guiñó un ojo.
Sin decir una palabra más, Amelia se acercó a su gemela, la agarró por la nuca y presionó su boca contra la de Lisa. Salí del baño mientras se besaban apasionadamente, con las manos de Amelia pellizcando y retorciendo cruelmente los pezones de Lisa. Las gemelas e
