—¿Estás bien, querida? —pregunté, ayudándola a ponerse de pie. Estaba temblando y sus ojos brillaban con la intensidad del orgasmo mientras me daba las gracias.
—Señor Stevenson —dijo vacilante—, ¿puedo decirle algo?
—Claro, Abigail —dije, abrazándola. Me miró con sus enormes ojos azules, con las mejillas sonrojadas.
—Esa fue la primera vez que... tuve un orgasmo... con el pene de un hombre —susurró tímidamente—. Siempre lo imagino cuando me toco... quiero decir, cuando me masturbo. Pero fue aún más increíble de lo que pensaba. Gracias.
Con cierta reticencia, le pedí que terminara su entrenamiento con Dave, quien inmediatamente la hizo tumbarse boca abajo sobre el brazo del sofá para poder masajearla por detrás. Tenía un pene grueso, un poco más corto que el mío, así que pudo penetrarl
