No supe en qué momento Mateo se fue. Tal vez fue después de su segundo orgasmo. O del tercero. Tal vez fue cuando me preguntó si quería que me quedara con él esa noche y le respondí con un "ajá, claro" mientras revisaba las notificaciones en el celular. El pobre hablaba y hablaba, me decía cosas como que era la mejor que había tenido, que no podía creer lo que habíamos hecho, que yo era especial, que si quería volverlo a ver... y yo sonreía como idiota, sin escucharlo, con la cabeza en otro lado. En uno muy distinto. Le prometí cualquier mamada: que lo iba a invitar pronto, que tal vez podíamos hacer un viajecito, que lo había pasado de maravilla. Todo mentira. Todo palabrería vacía para que dejara de hablar y se largara. Y lo hizo. Por fin. Salí a cerrar la puerta tras él, con las piern

