Sosteniendo el peso Los días pasaban lentamente, uno tras otro, en una rutina que no daba tregua. Cada jornada parecía una extensión de la anterior, llena de responsabilidades que parecían no acabar nunca. Me sentía más cansada de lo que nunca había estado, como si la pandemia hubiera arrancado algo vital en mí que no podía recuperar. Mateo, por su parte, parecía llevar la carga del mundo en sus hombros. La moto que alquiló para trabajar de delivery se había convertido en su única herramienta para mantenernos a flote. Mientras tanto, yo pasaba los días entre Noah, mis traducciones y el intento constante de no dejarme consumir por el agotamiento. Las cuentas no dejaban de acumularse. Alquiler, servicios, comida, pañales… Todo parecía fuera de control. Cada vez que veía a Mateo regresar ex

