Refugio en la tormenta
Desde que llegamos a Mendoza, Mateo y yo sabíamos que comenzaríamos de cero. La vida en Puerto Iguazú había quedado atrás, junto con los recuerdos de traiciones, decepciones y el peso de la incertidumbre. Mendoza nos prometía un nuevo comienzo, pero con el paso de los días, la realidad de la pandemia nos golpeó como una ola fría y constante. Estábamos solos, sin recursos suficientes, y con un bebé que necesitaba más de lo que podíamos ofrecerle en esos momentos. Todo parecía sombrío, hasta que encontramos un refugio en medio de la tormenta: Rocío y Diego.
Conocí a Rocío a través de un grupo de venezolanos en Mendoza. Era una red de apoyo para aquellos que, como nosotros, habían dejado todo atrás buscando un futuro mejor. Fue en una de las conversaciones en línea qu
