Llego a la oficina con un poco de temor, pero todo marcha con normalidad. Todos me saludan y preguntan cosas del trabajo. —Hola, Anna. Buenos días. Volteo a ver y me encuentro con la sonrisa y mirada de Cristhian, que sale de su oficina. —Hola, Cristhian. Buenos días —le contesto con desánimo. —¿Cómo está? —Bien —respondo mintiendo—. Y, ¿usted? —Bien. Alegre de verla —me sonríe con su sonrisa tan especial—. Ya está listo el spot publicitario. El equipo quiere que lo revisemos esta mañana para ajustar cualquier cambio antes de reunirnos con el cliente. —Está bien. ¿A qué hora sería? —A las 10 a.m. En el piso de publicidad. —Bien. Lo agendaré. —Paso por usted 5 minutos antes, para que nos vayamos juntos. Le parece? —Está bien. Nos despedimos y sigo caminando hacia mi

