O L I V I A
Las semanas luego del horrible suceso con las chicas pasaron con rapidez. La buena relación que llevaba con Dylan se acabó en cuanto el castaño encontró mi celular tirado en un pasillo y se atrevió a revisarlo, descubriendo que desde ahí le habían enviado la foto a Sebastian.
Ni siquiera le importó escuchar lo que tenía para decir cuando solo me gritó por primera vez y se encerró en su habitación. Es claro que no había sido yo quien envió ese mensaje por varias razones: la primera es que jamás me metería en los asuntos personales de Dylan, era su vida, no la mía. La segunda es que no me atrevería tratándose de una chica embarazada. Y por último, ¿cómo sería capaz de traicionar a la única persona que me trató bien desde que llegué sin tratar de recibir algo a cambio?
Él mismo se encargó de organizar cada mínimo detalle del hermoso funeral para Freya, haciéndolo algo íntimo al que solo Sebastian, unos guardias que nos cuidaban, claramente Dylan y yo asistimos. Había comprado cuatro arreglos florales y un ataúd que se notaba desde lejos lo caros que eran, además de sus necesarios consuelos todo lo que duró el lamentable evento.
Un doctor vino a verme luego de que me desmayara cuando Maddison murió. Las emociones tan fuertes provocaron que tuviera una amenaza de aborto que logró hacerme asustar como nunca antes. Me advirtió que debía tener más cuidado si no quería que algo malo nos pasara e intenté tranquilizarme por más difícil que fuera, más que nada por mi pequeño bebé.
Miro fijamente por la ventana de mi habitación el panorama del extenso bosque mientras acaricio mi vientre. Últimamente estaba teniendo pequeñas secuelas en sueños de mi pasado, los recuerdos vuelven a mi mente, todos y cada uno de mis malos momentos, volviéndome débil... casi tanto como cuando solía vivir con ellos.
En un momento los gritos cesan y una puerta se cierra bruscamente. Papá se encerró en su cuarto, pero aún se escuchan los sollozos de mami. Me destapo los oídos pero pequeñas lagrimitas salen de mis ojos.
—Mi pequeña. —mami entra a mi cuarto y corro a abrazarla muy fuerte.
—Mami. —observo su rostro lleno de manchas violetas y hago una mueca—. ¿Qué son esas manchas, mami?
—No son nada, amor. Ya es hora de dormir. —asiento y ella me acuesta en mi cama con sábanas de princesas.
—Tengo miedo. —admito en un susurro muy bajo.
—¿Por qué, hija? —acaricia mi cabello con dulzura.
—Papi te está haciendo daño. No quiero que te grite y... tampoco quiero que llores.
Ella suspira y me mira a los ojos, los suyos ya se encuentran llenos de lágrimas.
—Hay cosas que no se pueden evitar, Olivia. Tu padre siempre será así, es mejor que te acostumbres. Algún día tú también tendrás un esposo, lo único que debes hacer es complacerlo. Ahora duérmete. —usurra con dolor y sale del cuarto. >>
Esa fue la primera vez que me adoptaron, cuando tenía apenas cinco años; una trabajadora social llegó a la casa de sorpresa un día en que mi "padre" estaba golpeando a mi "madre". Al parecer ella quedó embarazada, ambos estaban emocionados, pero luego descubrió que él la engañó con una stripper por sus "necesidades de hombre"; sigo sintiendo tanto asco por ese horrible hombre.
Ella perdió al bebé, y él empezó a golpearla debido a eso, pero a mí nunca intentó tocarme ni un solo cabello ya que sabía que podía costarle muy caro si las autoridades llegaban a enterarse. La trabajadora social me sacó de ahí y volví al orfanato. No volvieron a adoptarme por un largo tiempo luego de eso hasta que...
—Ya debo superarlo... Fue hace mucho tiempo. —murmuro para mí misma y me dirijo a la cama para sentarme.
Me permití cerrar los ojos unos momentos, en un intento de borrar todos esos recuerdos que solo me atormentan y me hacen mal a mí misma. No estaba dispuesta a buscar ayuda, nadie debía saber esas cosas que formaron parte de mi infancia, tenía que aprender a superarlo sola y antes de que nazca mi bebé si es posible.
Escucho que golpean la puerta, por lo que abro los ojos y le indico a la persona que pase. Sebastian entró a la habitación con fuertes pisadas, a lo que ya me había acostumbrado.
—¿Qué necesitas? —pregunté terminando con el incómodo silencio que se formó cuando únicamente me quedó mirando unos segundos que se me hicieron eternos.
Fruncí el ceño al sentir mis mejillas mojadas y dirigí una mano hacia ellas, sacando las lágrimas que no me había dado cuenta que cayeron de mis ojos.
—Sólo quería revisar algo. —dijo ignorando completamente lo que me pasaba. Sus ojos estaban clavados en los míos a medida que decía cada palabra—. Olivia, párate y date vuelta.
—¿Por qué? —cuestiono con confusión y un poco de temor.
—¡Tan sólo hazlo! —gritó alterado y me vi resignada a hacerlo. Me levanté de la cama para después darme vuelta lentamente; ahora sus ojos se encontraban fijos en mi espalda, podía sentirlo—. Maldición.
Su bajo murmuro me asustó un poco, no entendía qué era exactamente lo que estaba buscando o haciendo. De nuevo se formó ese desesperante silencio incómodo, por lo que me di vuelta otra vez, quedando ahora cara a cara con él.
Se dirigió en silencio hacia la puerta sin decir otra palabra, mientras yo me debatía internamente entre darle la noticia o no. La última vez que vino el doctor a revisarme —hace dos semanas con exactitud— le pedí que me dijera cuál sería el sexo del bebé.
—Oye, yo... me enteré de que es una niña.
Una dulce sonrisa se formó en mi rostro al darle la noticia, pensando que este momento que debía ser feliz para nosotros como los padres borraría al menos por un instante todo lo malo que había pasado en mi vida.
Al contrario de lo que esperaba, él se quedó totalmente quieto, asintiendo de forma suave con la cabeza.
—Felicidades para ti, supongo. Buenas noches. —susurró algo ido antes de salir del cuarto.
En parte, me dolió la indiferencia con respecto a nuestra hija. Sin embargo, ya estaba claro en mi mente que el noventa y nueve por ciento del tiempo la bebé sólo me tendría presente en su vida a mí, porque de Sebastian no esperaba nada fuera de lo económico.
Quizás lo llamaría "papá", pero ¿realmente lo sería? Porque puedo contar con los dedos de una única mano la cantidad de veces que asistió a las visitas del doctor o preguntó por ella, solo por compromiso. Además de lo distante que se muestra conmigo, sobretodo en estos últimos meses que son los más importantes en el embarazo.
Finalmente decidí resignarme y no darle importancia a ese hecho, como lo hacía con casi todo lo que tenía que ver con Sebastian Hayes. Solo por esta noche, lo único que quiero presente en mi cabeza es la lista de posibles nombres que ya tengo anotados en un papel (escogidos únicamente por mí, claro está).
Mi vida había sido medianamente normal a pesar de las malas situaciones que tuve que enfrentar. Nunca me había tomado la molestia de conocer mis verdaderas raíces por el simple hecho de que en un determinado momento dejó de importarme lo que había sido de mis creadores y me concentré más en el futuro que me esperaba... Lo que no sabía era que una simple fotografía podría cambiar toda mi perspectiva acerca de lo que en realidad se trataba una familia.
♡
¡Hola, mafiosxs! ¿Cómo están? Espero que muy bien. Quería pasar a decirles que he leído los comentarios acerca de la redacción de los capítulos e informarles que realmente no estaban escritos así originalmente.
Lo sucedido fue que al pasarlos aquí fueron "traducidos al español" automáticamente por esta aplicación, pero no se preocupen que ya estoy corrigiéndolo.
Ojalá tengan un lindo día, adiós