Cediendo a la tentación

1455 Palabras
Cediendo a la tentación — ¿No te importó que trabajara en eso? ¿Nunca le pediste que dejara ese trabajo?— preguntó intrigado Evan. — No le ví nada de malo, es un trabajo como cualquier otro, aunque muchas veces estaba agotada, creo que abusaban bastante de ella allí, exigiendo horas que nunca le pagaron, pero nunca me metí en éso, total, cuando la conocí, ya tenía tres años allí— dijo Peter todavía confundido — espero que contigo mejore la cosa, ella no es mala mujer, solo aburrida, la mayoría de las veces. ¿Aburrida? Evan arrugó su entrecejo y pensó: «¡Conmigo no fue nada aburrida! ¡Al contrario, es toda una diabla en la cama!» Pero se reservó sus pensamientos y solo respondió: — Sí es una buena mujer, y como asistente es súper eficiente, más que la que tenía antes, ella me gusta a rabiar Peter, pero no quiere nada conmigo. — ¡Caray! ¡Eso sí que está mal! Quizás si le insistes puedas conseguir convencerla, pero ella es muy, pero muy jodida— dijo con sinceridad Peter. — Ya me dí cuenta— confesó Evan — bueno gracias por responder, ahora tengo mucho que hacer, espero que puedas pronto tener la propuesta que me mostraste, armada para empezar, cuando suceda, reunimos a todos para que podamos ponerlo en marcha, ya verás cómoempezaremos a subir. Peter salió algo confundido por las preguntas de su primo sobre Catalina, pero después lo desechó, se fue a hacer su trabajo. Apenas Wilcox salió de la oficina, Evan se quedó un rato meditando en las ironías del destino, mira qué Catalina fuera la amante de su primo, ésta mujer sí que tenía sorpresas, fue hacia el panel, seguía con seguro,así que tocó y pronto ella abrió, ella se le quedó mirando, para luego decir: — Hoy me enteré de que el idiota de tu primo, trabajará en ésta empresa. Evan la miró y respondió: — Recuerda que es mi familia y si lo puse al frente de todo los negocios de publicidad y marketing, empezó hoy. Ella hizo un gesto despectivo y luego una arcada por el olor de la loción de él, la sorprendió, se puso pálida, después de un momento le pidió: — ¿Podrías dejar de usar esa loción? Me dan unas náuseas horribles, no soporto ese olor — confesó. Él se le quedó mirando alerta y le preguntó abruptamente: —Catalina; ¿¡estás embarazada!? Ella al escuchar aquella pregunta que sonó más a una afirmación, respondió: — ¿Por qué lo dices? — Porque tengo una hermana y sobrinos y es una característica en las mujeres cuando esperan un bebé, tener rechazo a ciertos olores—respondió él— estoy esperando tu respuesta. Ella bajó la cabeza y asintió. — Me enteré este fin de semana— confesó. Él la miró y un cúmulo de pensamientos le inundaron su cabeza, se sintió bastante contrariado con aquella noticia que acababa de recibir. — ¿Sabes quién es el padre?— preguntó. — ¡Eso que importa!— espetó ella— además, no es tu problema, es solo mío. — ¿No te das cuenta mujer? ¡Ese niño puede ser hijo mío también! ¡Pero imagino que no tienes idea, claro, son tantos los que pasan por tu cama que perdiste la cuenta!— exclamó él. Ella exasperada le respondió: — ¡Cállate! ¡Deja de estar siempre pensando lo peor de mi! ¡Y no! ¡No es tu hijo! ¡Si es lo que te preocupa! — ¡Tú crees que me preocupa tener un hijo con una mujer como tú! Deberías ir a tu casa y sacarlo, ¿No es lo que siempre hacen? Así no te complicas la vida y sigues disfrutando de buen sexo. Ella cayó en la provocaciones de él y se escuchó diciendo osadamente: — ¿Y quién te dijo que por estar embarazada, no puedo tener sexo, Evan? Sé que estás loquito por qué me acueste nuevamente contigo, o ya perdiste el interés, porque si lo deseas podemos hacerlo ahora mismo — dijo provocativa. Él apretó la mandíbula y los puños, por un momento ella creyó que la iba a golpear, pero en cambio, sus ojos se oscurecieron por el deseo y caminó hacia ella acortando la distancia que los separaba, la tomó por la cintura y dijo: — ¡No, aún me muero por tenerte mujer divina! Anda sé mía nuevamente, para ver si así se me quita la obsesión que tengo por tí! Un beso salvaje la tomó por sorpresa, al inicio se puso rígida, pero después se entregó a aquella caricia que demandaba este hombre sediento de ella, fue una caricia plena, sin ocultar lo que lo consumía cuando la veía, exploró la cavidad de su boca tibia, húmeda, disfrutando del roce de su lengua, las manos de él subieron por la espalda de ella, arrancando gemidos de la garganta de Catalina, luego bajó hasta la parte baja de sus caderas y apretó una de sus nalgas con deseo y lujuria. —¡Oh, cómo me gusta cuando reaccionas a mis manos mujer de fuego! ¡Te deseo! Todo lo que estaba en aquel escritorio cayó al piso, la subió saboreando cada milímetro que veía de aquella mujer que lo traía desquiciado. Arrancó la blusa y el brasier dejando los pechos desnudos, los tomó con su boca lamiendo y succionando al mismo tiempo, ella no podía creer que de su cuerpo pudiera emanar tanto calor, cerró los ojos y se entregó por completo a las caricias de aquel hombre desesperado por amarla. Él besaba y tocaba con ansias todo de ella, en un momento de lucidez Catalina dijo: — ¡Por favor Evan, alguien puede entrar, para! Él levantó su rostro con expresión de deseo y respondió: —¡Esa puerta se abre desde adentro, así que no te preocupes y déjame disfrutar de tí! Ella se mordió los labios, ya no había marcha atrás, había sido osada al ofrecer placer ahora debía sufrir las consecuencias. Evan continúo besando y acariciando, ella entonces usó también sus manos para que el placer fuera mutuo, sacó su cinturón, zafando el botón del pantalón para que cayera libremente al suelo, la lujuria se apoderó de ambos y pronto él estuvo dentro de ella moviéndose con ímpetu y placer . Las palabras se ahogaban en la garganta de ambos y solo gemidos salían para demostrar que lo que estaba sucediendo era muy placentero y excitante. Ella solo sentía, sabía que después se iba arrepentir de aquel arrebato de pasión, pero por ahora no quería pensar sino disfrutar, unos minutos después sintió como él la llenaba toda y entonces ella también lo inundó con sus maravillosos jugos íntimos. Él quedó sobre ella por varios segundos disfrutando de aquel relax maravilloso, la respiración agitada se fue calmando hasta alcanzar un ritmo normal, después se quitó de encima de ella, se vistió y sin decir una palabra salió de la oficina. Catalina suspiró e hizo lo mismo que él, recogió sus prendas y se vistió, luego se metió al baño y lloró amargamente. Se sintió muy mal, ceder ante las insinuaciones de Evan fue descender demasiado bajo, pero ya la tenía harta, además que le gustaba demasiado éste hombre, quiso hacerse la fuerte, pero ella también sentía un deseo inusual de estar con él, desde que lo había conocido esa noche, sentía como le alteraba los sentidos, nunca había sido atrevida para hacer el amor, solo Peter había sido su pareja, pero con éste hombre, todo se salía de control, sintió mucha rabia por haber sido débil ante él nuevamente, se prometió que no lo provocaría, mucho menos caer nuevamente en sus brazos; se lavó la cara, recogió todo el desastre que habían regado por el suelo, después se concentró en el trabajo que tenía. Eran más de las dos de la tarde y no sentía hambre, estaba muy enojada con ella misma, el tener las emociones revueltas le bloquearon las ganas de comer. Estaba tan absorta viendo la pantalla de su PC que no sintió cuando se abrió el panel y Evan entró con una orden de almuerzo para ella . — ¿Acaso piensas matarte de hambre? Es muy tarde y por tu condición debes alimentarte bien, tú bebé te lo va a agradecer— dijo colocando unos envases desechables con comida. Ella levantó la vista y esbozó una media sonrisa, él empezó a decir: — Con respecto a lo sucedido ésta mañana… Ella cortó lo que él iba a decir, diciendo: — Fue otro error, te aseguro que no volverá a ocurrir, te provoqué y reaccionaste como el hombre que eres
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