Lisandro sabía que Helena tenía que pagar por lo que había hecho, pero si la denunciaba legalmente causaría dolor a su hijo, así que decidió pensar mejor lo que haría. Al otro día fuimos a la empresa, había que sacar varios asuntos adelante, Lisandro había logrado estabilizar las cosas, pero había endurecido las reglas para todos. Agradecí cuando llegó la hora de irnos, me sentía exhausta, Lisandro ya no confiaba en nadie, y me pidió que de ahora en adelante fuera yo quien revisará los contratos. Al salir de la empresa, Lisandro tomó mi mano, se detuvo un momento antes de subir al auto. —Valeria, ven conmigo a la casa de Helena —dijo. Me le quedé viendo, no sería agradable cuando Helena me viera llegar a su casa, asentí, no podía negarme, él quería que estuviera a su lado. Minutos de

