Entre Líneas.

*Unapologetic b***h (Madonna). — ¡Real estás mal! No puede ser que estés tan loca, ya déjalo ser Chris — no me importa lo que dice Nat, mi mejor amiga, esté estúpido me la paga, porque me la paga. Tomo la pintura para calzado que hemos comprado en la farmacia de la esquina, blanca para que el contraste con el vidrio polarizado del auto de esté idiota, sea notorio — si te has acobardado estás a tiempo de irte, créeme la guerra no es contigo — agito las pinturas en mis manos. — ¡Mierda! — es lo único que reniega antes de tomar un par de pinturas para agitar también — ¿y la alarma no nos va a delatar? — bien, no había pensado en esa cuestión, y empiezo a según yo sacar cálculos mentales de lo que tardara el mastodonte que tenía por novio, en bajar desde un séptimo piso, y llegar hasta su bonito Mustang n***o. — ¡Hey ustedes! — Les grito a un grupo de niños que están jugando fútbol en el parque frente al complejo de apartamentos donde vive Zed — ¿se quieren ganar veinte dólares cada uno? — Todos asienten y corren hasta donde estamos — van a coger las piedras más grandes que puedan y a la hora que yo diga ya las van arrojar al auto que esta allá — con uno de mis dedos señalo al hermoso auto y joya más preciada de mi ex novio. — Zed nos va a matar si se entera — dice uno de los chicos y parece ser el más grande del grupo. — ¿Quieren los veinte dólares o no? — Me cruzo de brazos — yo me haré cargo de Zed ¿entonces sí o no? — el tiempo apremia y debemos hacerlo antes de que el estúpido baje, los niños asienten y van por las piedras, una vez listos les digo que esperen mi señal y corran hasta la esquina de Bravery y Solit y ahí les daré el dinero. Teniendo todo listo, cuento con los dedos... uno, dos, tres, comenzamos a correr mientras Nat y yo rayamos lo que podemos sobre cristales y capotes, los chicos revientan piedras y como era de esperarse la alarma suena tremenda en toda la cuadra, la gente que pasa nos observa, y veo que algunos toman fotos y vídeos, mientras nosotros evitamos que nos tomen el rostro, aunque sinceramente me importa una mierda que sepa que fui yo, si él ha dicho que soy una perra sin complejos, entonces vamos hacer honor al apodo. — ¡Corran chicos! Ahorita los alcanzo — tiran lo que traen en la mano y comienzan a correr como si los estuviera persiguiendo una manada de lobos hambrientos, Nat y yo dejamos caer las pinturas y salimos corriendo también, con el corazón latiendo a mil revoluciones por minuto. Unas cuadras más delante comienzo a toser, jodida resistencia de mierda que tengo — ¡sigue fumando cabrona! — Nat se burla mientras intento retomar el paso y llegar hasta donde los niños nos están esperando. Al llegar los chicos se nos quedan viendo, debo estar roja por el esfuerzo y no dejo de toser, tengo mis manos en ambas rodillas intentando ingresar oxígeno a mis pulmones — denme un segundo para poder respirar como Dios manda — digo ahogada, debería pensar en hacer más ejercicio, cardio por lo menos. Ya que todo está normal, saco mi cigarrera de la bolsa trasera de mis jeans y el encendedor zippo que me regalo mi abuela antes de fallecer, un pequeño montón de billetes doblados a la mitad y comienzo a repartir — veinte para ti — le doy al más grande — veinte para ti — y así sigo hasta que termino con los seis chicos que corrompimos está tarde — y recuerden hermosas criaturas ustedes no han visto, ni sabido quien fue — les enseño una sonrisa a lo gato del país de las maravillas y ellos asienten. Una moto de línea deportiva se estaciona justo donde estamos — Dustin regresa ese billete — solo se escucha la voz ronca del chico que está sobre ella no se quita el casco, solo sube la parte de la visera, él chico más grande que ahora identifico como Dustin agacha la cabeza y me regresa el billete sin ver — sube a la moto — el niño hace lo que el sujeto le pide — no sé qué mierdas tengan ustedes con el imbécil de Zed, pero a mi hermano no lo metan ¿estamos? — se nota que está enojado. — Solo era una pequeña broma — ¿por qué demonios le debo explicar? — Repito, me vale tres kilos de mierda, solo dejen en paz a mi hermano o me olvidaré que son chicas — baja su visera, y con el niño arriba y con otro casco más pequeño puesto, arranca dejando una ligera estela de polvo. — ¡Bueno! — Alargo la e — "olvidare que son chicas" — agrueso la voz en un mal intento por imitarlo y Nat junto a los chicos sueltan sonoras carcajadas — ¿Quién de ustedes vive cerca de Dustin? — les pregunto a los otros cinco. — Yo vivo frente a su apartamento — me dice uno de ellos. — Bien, toma se los das cuando su gorila hermano no vea ¿estamos? — le guiño un ojo y el pequeño asiente tomando el billete de mi mano. Después de eso ellos se alejan de nosotros y yo solo les doy las gracias. Mi celular comienza a vibrar en la bolsa de mi pantalón, cuando lo caso para ver quien es no puedo evitar mencionar un ¡demonios! Sabía que se enteraría que fui yo, pero no tan rápido, le muestro la pantalla a Nat y ella cubre su boca con ambas manos. — "Dime" — seca y carente de emoción contesto. — "No tengo la menor idea de que hablas, estoy en zona centro en este momento" — finjo sorpresa ante lo que me dice. — "Zed, no me importa una mierda lo que digas o hagas, me siento tan bien desde que no estamos juntos, ¡oh perdone usted! Desde que me dejaste por la puta de May" — los recuerdos de haberlos visto liarse me golpean, pero no voy a llorar, no hoy. — "Zed, Zed ¡basta, cállate el puto hocico! No me va ni me viene lo que hagas, estoy mucho mejor sin ti" — cuelgo la llamada y bloqueo su contacto antes de bloquear el aparato. — ¡Dios! Lo odio tanto — me dice Nat mientras me abraza — va a volver arrepentido y con la cola entre las patas de mi te acuerdas — me apretuja más fuerte. — Ya no lo quiero en mi vida, así me demuestre que su polla tomo vida propia y fue a ensartarse a la cueva de May, la traición es algo que no perdono — paso mis brazos por los hombros de mi amiga. Comenzamos a caminar hasta donde he dejado estacionado mi auto, una vez dentro lo enciendo para calentar motor y nos estamos abrochando los cinturones de seguridad, cuando la misma moto de hace rato se para justo frente a nosotros. Ahora si el chico se baja y se quita el casco, un jadeo innecesario pero justo escapa de mis labios, el chico esta como quiere, alto, castaño, sus músculos se marcan en su playera básica y sus jeans deshilados de las rodillas, sus ojos sus benditos y jodidos ojos de un tono grisáceo tal vez, labios rosas acarnados, lleva un par de piercings en su nariz y orejas, pero lo que más me puede hacer querer comerle entero, es su sinfín de tatuajes cuello, hombros, brazos, manos — una foto dura más — me dice Nat al oído. — Creí haber sido claro con esto — me toma una de mis manos y deja en el ella un billete, debe ser el de Dustin, su mirada perdona vidas me ha hecho sentir ligera y de gelatina, pero no le doy el gusto y aclaro mi garganta y pensamientos. — Se los gano, tiene un tino de poca madre — su vista se posa fija en mi, como tratando de decifrarme ¿puede alguien morir con una simple mirada? La respuesta es sí, porque estoy a punto de hacerlo. — Mira niña — ¡anda tú! Niña como él fuera la persona más vieja de esta vida— Mi hermano pequeño no lleva culpa del que el estúpido de Zed no quiera follarte o sepa que — achico los ojos — te pedí que lo dejaras fuera — lo tengo cerca su aroma me golpea, huele bien para ser un chico malo — Solo haz lo que te pido — se da la media vuelta y me da la espalda. — ¿O si no qué? — le reto cruzada de brazos, mientras Nat niega en repetidas ocasiones. No se gira completo, solo un poco su rostro y veo como media sonrisa se dibuja y un hoyuelo hace aparición, ¿puede ser más moja bragas? — Fieras más grandes he domado — responde airoso, mientras sube a su jodida moto y me deja con la palabra en la boca. — ¡Wow! Eso fue intenso en muchos sentidos — recalca Nat y yo no tengo palabras, me ha hecho agua la boca el tipo y sinceramente, esto no se queda así.