♣ ARGUMENTO ♣

1392 Palabras
Bilogía KickBack Te encontraré Libro 2:  ♣♣♣♣♣ —¡Bruja! —exclamó Rowdy furioso— ¡No puedes tentar mi control de esta manera!  La joven con la mano se quitó el cabello rojo como el fuego del rostro —¡Eso es lo que quiero! Romper ese maldito control que tienes, que hace que parezcas un jodido robot. —No soy de hierro, Arlene. Soy de carne y hueso —trató de explicarle—. También siento, pero debes entender que eres la sobrina de Cian. El hombre a quien le debo todo,  mi vida,  lo poco que tengo. Por tanto tiene mi respeto, y mi lealtad. No puedo faltarle el respeto de esta manera. No soy nadie en esta casa tampoco, simplemente una obra de caridad de su parte.  —No digas sandeces. Tienes un lugar aquí, ante el tío Cian, ante Aidan y Ry. Todo el mundo te respeta, Row. Eres un integrante más de esta familia —se puso de rodillas en la cama.  Tragó profundo, cómo se le ocurría hacerle esto. Era solo una chica caprichosa que solo quería pasarla bien. No estaba dispuesto a ser el juguete de nadie, menos de una mimada. Aunque su corazón no estaba de acuerdo con la razón, y sus manos picaban por tocarla, por sentir su calor.  —¿Quieres que ellos mismos me maten? ¿Eso es lo que tanto dices quererme? —le lanzó una de sus camisetas para que cubriera su cuerpo. Solo estaba en una diminuta tanga de color n***o que resaltaba su piel delicada, y cremosa. Una jodida ninfa de los bosques encantados.  Descaradamente Arlene caminó en la cama sobre sus manos y rodillas, llegando hasta la orilla de la cama y poniendo la frente sobre el abdomen masculino.  —Dime que no me deseas, Row. Quiero darme cuenta por mi misma que no sientes lo mismo, que todo me lo he inventado. —Su voz era suave, melosa. torpemente acarició el bulto que se notaba en sus jeans oscuros—. Dime que no estás duro por mi en estos momentos, Dímelo y te prometo que… nunca más insistiré con el tema. Pero debes hacerlo mirándome a los ojos. De manera delicada, Rowdy le ayudó a que levantara el torso un poco, y la puso sobre sus rodillas. Dio una respiración profunda, y con el dedo índice acarició la punta de su nariz.   —Eres una niña preciosa, la más hermosa que jamás he visto —agregó acariciando su mejilla con total devoción—. No puedes ir por ahí tentando a los hombres, y menos a uno como yo. —Ya no soy una niña, Rowdy. Soy una mujer, te has dado cuenta de eso. En cuanto a ti, sabes que no eres cualquier hombre… eres…  —Arlene se relamió los labios antes de decir:— Eres el hombre que escogí para mí, desde hace mucho tiempo.  —Me consta que no ya no eres una niña… —suspiró y la abrazó— Pero… —¿Cuál es tu… jodido pero? —Arlene salió de los fuertes brazos que la envolvían. —Creo que no es lo correcto… Enfurecida agitó las manos, se bajó de la cama y tomó la camiseta para ponérsela encima. —Está bien, Row… no hagas nada… —le agarró el fuerte brazo tatuado para ver la hora en el reloj que tenía puesto en su muñeca—. Son las doce y siete minutos… quiere decir que es mi cumpleaños número veintiuno. Eso quiere decir que por fin soy legalmente adulta, y completamente responsable de mis actos. Ella siguió caminando agitada buscando el resto de su ropa, mientras Rowdy la observaba en silencio. Al detenerse se giró hacia él desafiándolo con la mirada antes de expresarle:  —Ya que tú no quieres estar conmigo, porque tus estúpidos peros lo impiden… —agitada movió la cabeza, y se puso en el suelo sobre sus rodillas tratando de encontrar sus zapatos debajo de la cama— ¡Voy a celebrarlo a lo grande! Buscaré a otro que sí me tenga ganas. Que no sea un resentido, y que de verdad quiera tener sexo conmigo toda la noche. ¡Grave error de su parte! Aunque no la hubiese tocado aún, en el fondo sabía que ella le pertenecía. Él era solo un hombre de carne y hueso, que corría sangre por sus venas. No un maldito refresco de cola. Desde hacía dos años Arlene se había dedicado a atormentarlo. Le hacía insinuaciones, le coqueteaba, le provocaba y apenas dos días atrás se había lanzado a sus brazos, y le pidió que la besara. Bajando con eso sus defensas. No había tomado lo ofrecido, porque quería hacer las cosas correctamente. Pero la jodida mujercita, estaba empeñada en hacer que su control se quebrara en mil pedazos. Durante mucho tiempo, se había refugiado en el cuerpo de otras mujeres. Tratando de calmar un poco su necesidad de poseerla. Sin nada de éxito, una semana atrás se coló en el club de su primo, y lo encontró en su suite con una de las chicas que trabajaban en el lugar. Él pensó que saldría corriendo despavorida cuando abrió la puerta, y se encontró con la mujer debajo de su cuerpo amarrada a la cama.  A la pequeña granuja no le había importado su desnudez, al contrario se lo comió con la vista, y se acercó un poco más a la cama y los miró con curiosidad. Después aquellos jodidos ojos verdes como esmeraldas se clavaron en los suyos y retándolo le dijo con tono irónico:  —No es a ella a quién realmente quieres y necesitas debajo de ti. Sin decir nada más le dio la espalda, y salió de la habitación dando un portazo. Dañando el momento, y haciendo que el deseo por ella fuera más fuerte. Arlene jamás anticipó el movimiento de Rowdy, por eso soltó un grito de asombro cuando este, se inclinó para tomarla de la cintura, levantarla y lanzarla suavemente sobre la cama dejándola de espaldas y debajo de su gran cuerpo, con los brazos por encima de la cabeza. —Crees que puedes venir a provocarme, moviendo tu apretado culo, tentándome, incitándome a que te folle. Para luego decirme que te irás con otro. ¿Acaso es que perdiste tu mente? ¿No sabes en qué momento parar? —La voz de Rowdy era baja, casi un susurro, lo que significaba que estaba furioso. Debía estar asustada, debía suplicar que la soltara y salir corriendo de su habitación. En el instante que sintió su erección sobre su núcleo. ¿Cómo hacerlo si en ese momento lo deseó más que a cualquier cosa en el mundo? Lo quería desnudo, sudando sobre ella. Lo había espiado con otras mujeres, y lo odió. Porque sentía envidia de la mujer que en ese momento estaba siendo poseída por él. Muchas veces lloró cuando creyó que iba en serio con alguna.  No quería a ningún otro hombre. Su necesidad era por él, su alma lo necesitaba a él, su corazón lo reclamaba a gritos. Había sido así desde pequeña, siempre sintiendo una devoción y adoración. Pero desde que había cumplido catorce años, y lo había visto teniendo sexo con una chica las cosas se habían complicado. Porque desde ese momento se dio cuenta que estaba profundamente enamorada de él.  Rowdy hacía que la chica salvaje saliera a su exterior. Enroscó sus piernas alrededor de la cintura, y relajó su cuerpo. Lo miró a los ojos y relamiéndose los labios le dijo:  —Entonces deja de atormentarte y toma lo que es tuyo de una buena vez —alzó la cabeza para rozar su boca y luego morder su labio inferior. —Que Dios nos ayude si esto es un juego para ti, Arlene —su voz fue más gutural que antes, se alejó un poco, para pasarse la camiseta oscura por encima de la cabeza—.  Nos complicaste la vida, porque no voy a follarte, no voy a joderte… voy a reclamarte y serás completamente mía —se inclinó y la devoró en un beso—. Acabas de firmar tu sentencia, porque nunca podrás huir o esconderte de mí… porque te lo prometo… ¡Siempre te encontraré!      
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