Muchas veces las responsabilidades pueden resultar acuciantes o agobiantes, siempre dependerá de lo que conlleven. Hay algunas que deseamos con ganas porque los resultados son mejores de lo que imaginamos y hay otras que te arrebatan la tranquilidad y la paz. No es sencillo llevar ninguna de las dos, en una sientes que el tiempo no es suficiente, con la otra, sientes que el tiempo es más largo de lo que eres capaz de soportar. No importa cuál sea el caso, muchas veces no estarás preparado del todo para asumir que una parte de tu vida, de tu tiempo tienes que entregarlo por el bien mayor. Puede que tus cargas tengan un muy alto precio.
Cary se levantó temprano con los pensamientos revueltos, todavía no podía dejar de pensar en todas las cosas que estaban sucediendo con Cristian y en medio de la crisis acababa de notar que Lena estaría en ese momento tomando una piña colada en la orilla de la playa y Ale estaría demasiado ocupada dejando de dormir por su nuevo bebé como para preocupar a ninguna de las dos con sus problemas. La opción que le quedaba era una alocada Lisa que estaría encantada de escucharla, pero no estaba segura de si esa sería su mejor elección, quería pensar que sí porque era lo que haría esa tarde.
Se levantó de la cama y se dirigió a la cocina para preparar el desayuno, comió con su hijo al igual que todas las mañanas antes de bajar con él, dejándolo con el transporte que lo llevaría hasta el colegio. Subió con rapidez para arreglarse y ella, por lo que en minutos se encontraba conduciendo hasta el trabajo. Subió los pisos correspondientes en el ascensor hasta llegar a la oficina principal, Luisa que ya estaba allí, le ofreció una taza de café y ella recordó el dulce que le había prometido. Se lo llevaría en la tarde, luego de una disculpa por fin entró en la oficina de Lena para comenzar a trabajar.
Se dedicó a hacer todo lo que necesitaba durante las primeras horas, hasta que varias voces se escucharon en la sala exterior y ella no pudo evitar mirar. Cristian guiaba a varios ejecutivos de la compañía hasta la oficina, los observó unos segundos hasta que debió regresar a lo que le correspondía en la pantalla, así que eso fue lo que hizo. Unos golpes en la puerta la hicieron voltear unos minutos más tarde.
-El señor Córdova te solicita en la oficina, Cary- le dijo Luisa con una sonrisa.
-Está bien- aceptó ella, levantándose.
Unos segundos más tarde se adentraba en la oficina. Allí observó a los cuatro hombres reunidos, tres de los ejecutivos que trabajaban con Alonso comúnmente y un Cristian que la hacía sentirse excitada aunque no quisiera. Ella los observó mientras se acercaba.
-Buenos días, caballeros- saludó ella.
-Cary, un placer verte- dijo Sebastián, el más joven.
-Igualmente- dijo ella con una sonrisa.
-Te hemos pedido que vinieras porque hay un propuesta que discutir- explicó Cristian.
-¿Conmigo?- Preguntó ella algo dudosa.
-Al ser una de las representantes de esta compañía en la ausencia de Alonso- explicó Winston -sentimos que es lo correcto.
-¿Y cuál sería esta propuesta?
Cristian la invitó a sentarse antes de iniciar la explicación correspondiente.
-Según los intereses de la compañía- comenzó Sebastián y los tres hombres escuchaban -creemos que sería conveniente colaborar con una de las nuevas empresas que está surgiendo, su registro indica que será una potencia y una buena competencia a futuro. Por lo que es conveniente iniciar relaciones desde ahora.
-¿Y qué tengo que ver yo con eso?- Preguntó ella confundida -si a Cristian le parece una decisión prudente, entonces se hará. Su juicio con respecto al campo profesional es excelente, todos lo sabemos.
-Y nos alegra escuchar que tiene tu confianza- comentó Morello, el más tranquilo de los tres aunque el más observador -pero los queremos a ambos trabajando en este proyecto.
-Creemos que si están juntos serían mucho más eficientes- afirmó Winston -y queremos verlos a ambos en esto, solo de esta forma se hará.
-Bien- dijo ella mirando hacia Cristian -acepto, no tengo ninguna queja.
-Eso es fantástico- soltó Sebastián comenzando a levantarse.
Los otros dos hombres lo siguieron y pronto solo estuvieron ella junto a Cristian en la oficina.
-Eso fue extraño- afirmó ella volteándose.
-Esa fue una forma bastante directa y torpe de decirme que los ejecutivos no confían en mí, de la misma forma que lo hacen con Alonso- le dijo él caminando hasta el escritorio -saben que soy bueno en mi trabajo, pero nunca he dirigido una compañía de esta magnitud, por lo tanto, estoy a punto de ser sometido a una prueba.
-Pero Alonso te dejó a cargo- argumentó ella -siendo el jefe, nadie podría cuestionar sus decisiones.
-Díselo a los tres hombres que acaban de irse- siguió él, sentándose.
Ella lo siguió hasta el borde del escritorio y se quedó allí bastante sorprendida.
-¿Y yo qué sería?- Indagó Cary -¿tu supervisor o algo parecido? Te juro que no lo comprendo.
-Creo que ellos esperan que seas algo así como un seguro- comentó Cristian -eres la persona más cercana a Alonso en este espacio, trabajas todos los días con él. Supongo que esperan que te niegues a todas las ideas que sean diferentes o controversiales en comparación con lo que haría Alonso. El seguro perfecto, porque de cometer errores, somos completamente responsables y ellos se lavan las manos.
-Entonces tendremos que hacerlo bien y llevarnos todo el crédito- afirmó ella con seguridad -no voy a aceptar de buena manera que alguien me considere un seguro, no hay nada que me moleste tanto como que me subestimen. Espero ver los documentos necesarios en mi correo, los revisaré para comenzar a hacer el trabajo. ¿Te parece?
-Por supuesto- aceptó él viéndola con ojos decididos. Se notaba que Cristian no había esperado su reacción y se había motivo al verla.
-Excelente- comentó ella dirigiéndose a la salida -te envío mis notas en el momento en que lo revise.
Cristian asintió y ella salió de la oficina. Regresó a su escritorio para ver un nuevo correo esperándola, revisó cada parte necesaria con mucho detalle antes de enviar todos los datos que pensaba serían necesarios, con una sonrisa terminó lo que estaba haciendo. Sabía que Cristian se había emocionado cuando notó que ella no se estaba rindiendo, no solía ser de ese tipo de personas, la batalla era mucho mejor en todos los sentidos. Siempre había necesitado tener una voluntad de acero en su vida, le había servido de mucho. Cuando su estómago rugió fue el momento en que notó que la hora del almuerzo había comenzado.
Cary: ¿Nos vemos para almorzar?
Lisa: ¿Ya me extrañas? ¿O es solo porque somos las únicas que quedamos?
Cary: Olvídalo.
Lisa: Claro que quiero verte, cariño. Acepto, de hecho, estoy en el ascensor para buscarte en este momento.
Cary: No eres agradable, cariño.
-Por supuesto que lo soy- afirmó Lisa asomándose por la puerta -¿lista?
Ella asintió antes de sonreírle a la mujer. Se dirigieron al ascensor, en el momento en que las puertas se cerraban notó como Cristian salía de la oficina y la buscaba con la mirada, sus ojos se encontraron un segundo antes de que el movimiento iniciara. Lisa iba comentando mil cosas distintas que ella fingía escuchar, terminaron en su auto porque nunca confiaba en Lisa al volante, podía ser bastante alocada y siempre era temprano para morir en un accidente. Cary las llevó hasta el restaurante que había conocido con Cristian y se sentaron en una de las mesas cercanas a la ventana.
-¿Me dirás lo que está sucediendo o solo vamos a seguir como si nada?- Preguntó Lisa cuando el mesero se llevó sus órdenes.
-¿A qué te refieres?- Inquirió ella.
-Vamos Cary, ambas sabemos que estoy aquí por Cristian el jefecito- afirmó Lisa con una sonrisa -Lena y Ale deberían estar aquí, pero ambas sabemos que están ocupadas, por lo tanto soy tu única opción.
-Solo quería hablar- admitió ella -han estado pasando demasiadas cosas.
Lisa se acomodó en la silla con una sonrisa.
-Comienza a soltarlo- la animó su amiga -luego veremos qué hacemos con la situación, pero primero ponme en contexto.
Ella procedió a contarle todos los detalles, desde los besos en la boda, la presentación de su hijo, los besos en el auto. Cada secreto que parecía haberse esto guardando en su mente lo dejó allí para que Lisa lo viera, su amiga solo escuchaba con atención. Habló y dio su opinión, explicó todo lo que sentía hasta que ya no hubo nada más, así que simplemente se quedó callada observando la expresión pensativa de Lisa.
-Sé que Lena probablemente sería mucho más conservadora- comenzó su amiga -y Ale probablemente te diría que fueras por el hombre, pero no estoy segura de recomendarte ninguna. Sé que crees que soy una persona espontanea, y lo soy la mayor parte del tiempo. Salvo cuando siento que algo puede herirme.
-¿Crees que Cristian puede herirme?- Preguntó ella viendo una faceta de Lisa que no conocía.
-Debido a todo lo que me has contado, dudo mucho que ese hombre sea como Jesús- explicó Lisa -no será alguien que pase por tu cama sin hacerte sentir nada. Cambiaste por él, tu perspectiva cambió por él y eso ya es mucho. Te gusta mucho más de lo que nunca nos ha dicho que te atrae un hombre, le presentaste a tu hijo porque sabes que lo verás seguido y quieres verlo seguido. Ese hombre grita peligro por todos lados, Cary.
-¿Debería mantenerme alejada?- Preguntó ella sintiéndose nerviosa.
-Ya es tarde para eso- afirmó su amiga con una sonrisa -ambas sabemos que ninguno de los dos mantendrás las manos lejos del otro, es cuestión de tiempo y mucho más ahora que no pueden evitar verse. Mi recomendación sincera es que consigas información, que desentrañes a su familia y aquello que le atrae de ti, solo así podrás ver si vale la pena el tiempo que vas a gastar en ese hombre. Porque de nuevo, dejará una marca en tus sábanas y en tu vida, cariño.
-Y yo que pensé que me lanzarías a los brazos de Cristian- comentó ella riendo -y me dirías que disfrutara de la vida.
-Claro que te digo que la disfrutes, disfruta mucho de ese hombre- afirmó Lisa con picardía -pero en este caso sé cuidadosa, no te dejes ir. Hay cosas importantes en juego.
-¿Cómo es que nunca supe que podías ser tan precavida?- Preguntó ella asombrada.
-Porque confío en ustedes y por lo tanto no es necesario que lo sea- explicó su amiga viéndola directamente -disfruto de pasar el tiempo juntas sin miedo, pero no es posible tener ese tipo de confianza real con todo el mundo.
-¿Qué sucedió contigo?- Preguntó Cary.
Sus almuerzos fueron servidos y ellas disfrutaron de los primeros bocados con placer. La comida era tan buena como recordaba.
-Un hombre misterioso- afirmó Lisa con seriedad.
Ella recordó una conversación, la primera conversación y lo poco que Lisa había hablado de aquel hombre, aunque en esa ocasión ella lucía feliz. Supuso que las cosas no habían salido exactamente bien y lo lamentaba, todo el mundo tenía una cuota de malas experiencias que te marcaban de alguna forma. No le gustaba ver esos sentimientos en los ojos de su amiga y mucho menos por un hombre que parecía no haberla apreciado.
-Puedes hablar conmigo- comentó ella unos minutos más tarde.
-Lo sé, pero no quiero hacerlo aquí- negó Lisa -iré a visitar al pequeño Ezra pronto, me aseguraré de llevar una botella para nosotras.
-Gracias por esto- dijo ella tomándola de la mano -y gracias por confiar en mí.
-Solo disfruta de la intimidad, del sexo y de todo lo que quieras- afirmó Lisa con una sonrisa -pero nunca olvides ser precavida, lo que hay debajo de cada intención.
-No lo haré.
-Excelente- dijo su amiga con alegría -y espero que tú sí me cuentes cómo es Cristian en la cama, apuesto a que es complaciente. Quiero detalles sucios.
-Me niego prometerlo- comentó ella riendo.
Ambas rieron mientras terminaban de disfrutar sus almuerzos. Unos minutos más tarde regresaron a la oficina, con una sonrisa se despidieron en el ascensor para que pudiera continuar con su trabajo. Nunca hubiera pensado que los consejos de Lisa serían tan sensatos, pero le agradecía cada palabra, su amiga había resultado de mucha ayuda. Con energía renovada entró en la oficina para saludar a Luisa antes de regresar al escritorio de Lena, solo habían pasado algunos minutos cuando un correo de Cristian le pedía que se reuniera con él. Una sonrisa se dibujó en sus labios.
-¿Me llamabas?- Preguntó ella entrando en la oficina.
-Quería comentar algunos detalles contigo- dijo él mostrándole la pantalla de la computadora.
Ella se acercó y juntos discutieron algunos cambios que podrían hacerse en las propuestas, probablemente se encontraría con cambios, peticiones de la compañía con la que trabajarían, pero era común y parte del proceso de discusión. En unos minutos todo estuvo listo y ella sonrió al sentir que habían adelantado bastante ese día, se quedó allí esperando a ver si Cristian le decía algo más aunque eso no sucedió, por lo que comenzó a dirigirse a la puerta.
-Tenía la intención de invitarte el almuerzo- comentó él tomándola de la mano para detener sus movimientos.
-Tenía compromisos con Lisa el día de hoy- soltó ella con una sonrisa.
-Lo noté- dijo él -aunque no puedo decir que no estuviera decepcionado. Siempre estoy buscando una excusa para estar contigo.
-No necesitas una excusa, cariño- musitó ella sintiendo como su cuerpo comenzaba a calentarse.
-¿Qué debería hacer?- Preguntó él, viéndola directamente.
Sus ojos estaban llenos de un fuego cálido que ella reconocía como deseo, ella se estremeció con fuerza antes de que sus labios sonrieran sin poder evitarlo. La mano de Cristian acarició suavemente sus caderas hasta que con firmeza la acercó. Cary terminó frente a sus piernas abiertas, frente a la silla del escritorio. Se mordió el labio por aquella visión tan fascinante, él la seguía observando atentamente como si esperara su primera acción.
Se inclinó lentamente hasta que sus labios quedaron a centímetros, sus alientos se mezclaron unos segundos antes de que ella uniera sus labios en una caricia lánguida. Suaves gemidos fueron recibidos al mismo tiempo que el deseo los invadía, las manos de Cristian capturaron sus caderas de nuevo para colocarla sobre su regazo. Ella se dejó hacer porque su mente estaba demasiado llena de él, su dureza chocaba contra la humedad entre sus piernas. Una vez más deseaba que la ropa no estuviera entre ellos, sin poder evitarlo sus caderas se mecieron volviéndolos locos al mismo tiempo que sus bocas no se soltaron un solo segundo. Disfrutaban de cada segundo, era delicioso, excitante, tan dulce.
Unos golpes en la puerta cortaron el momento, ellos se separaron en un instante antes de que Luisa entrara con una sonrisa. Dejó unos documentos en el escritorio antes de dejarlos solos una vez más. Su corazón latía con tanta fuerza que sentía como si fuera a escaparse de su pecho, con comprendía como se había dejado llevar de esa forma, pero no podía decir que se arrepintiera del todo. Ahora comprendía las palabras de Lisa, y sí, tenía que ser mucho más precavida de lo que estaba siendo, incluso aunque fuera ella quien se diera a la tarea de seducir a aquel hombre.
-Eso estuvo cerca- dijo él con una sonrisa.
-Demasiado- convino ella -creo que debería regresar a mi trabajo si ya no hay nada más aquí que necesites que haga.
-De acuerdo- aceptó él -pero primero dime que almorzarás conmigo mañana o al menos que tendré una excusa para verte.
-Tenemos un millón de esas- soltó ella caminando al final de la oficina -no hace falta más.
Salió del lugar sabiendo que las palabras de Lisa seguirían resonando en su mente tanto como lo haría la visión de Cristian excitado y con fuego en los ojos. El deseo se hacía cada vez mayor, cada segundo contaba y estaba segura de que terminaría superándolos. Era el momento exacto para comenzar a hacerse cargo de lo que estaba sucediendo, debía pensar en lo que quería de Cristian y lo que estaba dispuesta a darle, sería precavida, pero también disfrutaría del momento. Todo el mundo le repetía que debía divertirse, eso era algo que no había hecho en mucho tiempo y tal vez era el momento de hacerlo.
Terminó su día adelantando bastante trabajo, organizó el horario de Cristian como hacía con Alonso todos los días antes de irse. Luego se levantó para retirarse, se despidió de Luisa como todos los días y bajó en el ascensor hasta el estacionamiento, nadie la había distraído por lo que se dirigió a la casa de sus padres, Ezra la esperaba en la puerta aquel día, saludó a sus padres antes de dirigirse a su departamento. Allí cenó junto a su hijo antes de prepararlo para la cama, lo besó muchas veces antes de dejarlo descansar.
Una vez en su habitación se duchó y al estar en su cama se sintió necesitada, la excitación que sentía con Cristian más seguido ahora que nunca comenzaba a pasarle factura, no podría pensar al día siguiente si no hacía algo con eso. Cerró la puerta de su habitación antes de abrir la mesita de noche y sacar su vibrador, lo encendió antes de colocarlo en el lugar donde más lo necesitaba. Se tragó un gemido cuando su cuerpo comenzó a reaccionar con fuerza, el placer se construyó más rápido de lo que era común porque sus pensamientos regresaban a Cristian continuamente, se dejó ir en el momento exacto y ella se corrió con fuerza mientras los espasmos la dejaban sin huesos.
Cuando volvió de las nubes, no tardó en arreglar todo antes de quitar el seguro de su puerta. Se acostó una vez más y aunque el orgasmo había sido placentero sabía que aquello no la había complacido del todo. Se quedó dormida con sueños de Cristian llevándola al placer y tocándola de todas las formas que anhelaba que hiciera, no podía negarlo, era todo lo que ocupaba su mente últimamente.