Empezar de nuevo

3115 Palabras
Crecer trae consigo responsabilidades, sean pocas o sean muchas, es una ley de vida que tienes que hacerte cargo a lo largo de tiempo. Ser sincero con lo que puedes llevar o no también forma parte de crecer, algunas personas nacen con responsabilidades fijas que los padres van creando para sus hijos, otros se encuentran con circunstancias que se escaparon de sus manos, pero no por eso puedes dejarlas pasar. Siempre encontrarás un momento para notar todo el peso que vas cargando a medida que pasan los años. Pide siempre que las que tengas que asumir sean solo las que deseas, porque no hay nada más difícil que tener que llevar una responsabilidad que ni siquiera sientes que te corresponda. Cristian imaginaba que las cosas se complicarían, nunca nadie le había dicho que la vida sería sencilla, mucho menos con la familia que tenía, pero al menos podía tener fe de que algún día fuera de ese modo. No se hacía demasiadas ilusiones porque era algo que tenía esperando desde los diez años, sin embargo no se rendía con la idea. Aquella tarde seguía esperando la llegada de su hermana a su departamento, nunca se había sentido tan perdido con una mujer y mecho menos con sus propias acciones, él no era de las personas que se arrepentían, pero claramente lo estaba haciendo con Cary. Una hora más tarde el timbre de su departamento sonaba y él se levantaba a abrir. Jillian lo miró desde la entrada con algo de asombro antes de llevar las cosas que cargaba hasta la cocina y utilizar el espacio como si aquel fuera su departamento. No le molestaba ni un poco, su hermana siempre preparaba las comidas más deliciosas, se sentó en la encimera para observarla con el mismo estado de ánimo, ella abría cajones, se movía, cortaba y de vez en cuando le lanzaba miradas preocupadas que él notaba sin responder del todo. -Muy bien, ¿qué es lo que sucede?- Preguntó Jillian con una mueca mientras condimentaba pollo en un bol -nunca, en todo el tiempo que tienes de vida he sido llamada en emergencia. A pesar de ser la mayor, la mayoría de las veces eres tú quien termina en mi departamento. -No sé si puedo explicar lo que sucede- comentó él viendo a la nada -sigo procesándolo, estoy confundido. -Esto es peor de lo que pensaba- musitó Jillian moviéndose más rápido -dime que se trata de una mujer y no de un cuerpo, te ayudaré sea lo que sea, pero no creo que mi estómago soporte una visión tan grotesca. -Es una mujer- afirmó él volteando los ojos y riéndose a pesar de todo -y el problema es mi comportamiento alrededor de ella. -¿Qué hiciste?- Preguntó su hermana, volteándose para poner el pollo al fuego -¿le pediste matrimonio a alguien estando borracho? -¿Puedes ser seria alguna vez, Jillian?- Se quejó él con molestia -te juro que me siento perdido. -Oye, eso me sucedió, estoy siendo seria- se defendió ella, acercándose a él -y si no quieres escuchar mis suposiciones es mejor que comiences a hablar, de lo contrario, seguiré hasta acertar. El proceso será bastante largo, supongo. -No sé explicarlo- dijo él de nuevo recogiéndose el pelo con las manos en un gesto desesperado. -Inicia por algo y solo habla- pidió su hermana, acercándose de nuevo al pollo para darle vuelta. Él se quedó en silencio unos segundos y mientras tanto Jillian comenzaba a picar vegetales para una ensalada. -Por primera vez me quedé en la casa de alguien- soltó él -y no, no fue algo s****l. El sexo ni siquiera estuvo involucrado, ella estaba demasiado borracha para abrir los ojos. La acosté en su habitación y lo siguiente que supe es que me quedaba dormido en su sillón por si se levantaba en la noche sintiéndose mal. Desperté allí y ella preparó el desayuno. -A menos que me digas que la historia sigue con un envenenamiento y una muerte inminente, sigo sin ver el problema- refutó su hermana. -¡Te digo que desayuné con una mujer!- Dijo él alzando la voz -ni siquiera nos acostamos, solo me quedé porque ella se veía linda y feliz. Yo nunca hago eso, siempre me largo en la primera oportunidad. -Está bien, te quedaste- siguió su hermana sirviendo la comida -es obvio que ella te atrae más que muchas de las otras mujeres con las que te has encontrado, tal vez porque no llegaron al sexo. ¿Cuál es el problema con eso, Cristian? Y si me dices algo que tenga que ver con el compromiso, te juro que te golpearé. Estás grandecito para ese tipo de crisis. -Nunca seré lo suficiente mayor para no tener una crisis de miedo al compromiso- argumentó él probando la comida tan buena como siempre -y el problema es que ni siquiera lo pensé, Jillian. Solo me quedé allí con ella, hablando y pasando el rato hasta que inevitablemente nos besamos de nuevo… -Por favor no me cuentes los detalles del sexo- interrumpió ella con una mueca de asco -puedo soportar los besos y otras interacciones, pero eso es demasiado. -No lo haré- se quejó él, molesto -además, no llegamos tan lejos. El timbre sonó en ese momento y ella corrió a abrir. -¿Y luego qué? -Me enteré que ella tiene un hijo, un niño pequeño y probablemente un ex esposo que lo llevaba a casa- siguió él, recordando la escena -ella los saludó con una sonrisa hasta que pareció recordar que yo estaba allí y estuvo a un segundo de presentarme, a mí. Cristian casi gritaba en ese punto. Estaba tan asombrado. -Comienzo a ver el agujero en el que te metiste- comentó Jillian con burla -¿entonces conociste a su familia? -No, salí corriendo de allí como alma que lleva el diablo- negó él de inmediato -me despedí con unas palabras y listo. -¿Y ahora te sientes mal por eso?- Preguntó su hermana. -¡Sí, me siento mal!- Admitió él desesperado de nuevo -horriblemente mal, de hecho. Sobre todo porque ella me dio una mirada de decepción tan profunda que casi me derribó. Nunca me había sentido mal por irme, Jillian. Ninguna mujer lo había logrado, y lo hace ella que tiene un millón de responsabilidades en su vida. Alguien tan fuera del tipo que siempre frecuento. -Y tal vez por eso mismo es que ella no te afecta como lo hicieron las otras- dijo su hermana con una pequeña sonrisa -parece que te gusta lo complicado, pero parece ser un patrón común en nuestra familia, no te preocupes. -Pero no quiero seguir ese patrón- se quejó él -es lo que llevo evitando desde que dejé de vivir con nuestros padres. No quiero escuchar sus molestas quejas sobre las lecciones de vida, odio que todavía lo hagan. -Te diré algo que aprendí hace tiempo- dijo Jillian mortalmente seria -no importa si sigues las líneas de nuestros padres o si haces todo lo contrario a lo que ellos querrían, sus quejas siempre van a llegar, te guste o no. Siempre habrá algo que decir y si crees que haciendo lo que ellos quieren, lo evitarás, eres más ingenuo de lo que te enseñé a ser. -No quiero tener que escucharlos- afirmó él con fastidio -si mamá ya es insoportable, no quiero imaginar si hiciera algo que la molestara. -Esas son mi llamadas típicas, hermanito- dijo ella riendo aunque había algo de amargura en sus ojos mientras lo decía -recuerda que soy la oveja negra, tal vez puedas unirte a mi bando por fin. -Yo estoy en tu bando, Jillian- afirmó él tomándola de la mano con firmeza -siempre hemos sido tú y yo contra el mundo.  -Muy cierto- comentó ella con alegría renovada. Su hermana se levantó para recoger la cocina y él la siguió, ya había preparado una comida tan buena que podría ganarse una de esas estrellas que tanto buscaban los chef. Era su hermana y ya que su madre nunca había cocinado en su vida, los platos de Jillian eran lo más cercano que conocía a comida casera. Las recetas familiares provenían de ella. Limpiaron con rapidez todo lo que estaba fuera de lugar y luego se sentaron en el mueble. -Solo puedo decirte que si esa mujer te atrae de la forma que lo haces, no dudes en intentarlo por algo tan estúpido como nuestros padres- afirmó su hermana -no vale la pena que dejes ir algo que podría hacerte muy feliz a cambio de aplazar lo inevitable. -Aunque quisiera hacerlo dudo mucho que ella me lo permitiera- musitó él, tumbándose en el mueble -esa mirada decía mucho de sus experiencias, no sería la primera vez que la veo, pero sí la primera vez que me importa. -No lo sabrás hasta intentarlo- insistió su hermana con una sonrisa -me emociona mucho no ser la problemática. -Deja de escudarte en mí- se quejó él, volteando los ojos -no me haces sentir mejor y la situación no cambia. -Ya quiero ver la cara de mamá cuando le diga que tienes una relación con una mujer divorciada que tiene un hijo pequeño- se burló Jillian con placer -será lo mejor del mundo, te juro que si no me invitas para tan agradable ocasión dejarás de ser mi hermano favorito. -¡¿Ah, sí?!- Se burló él -¿y quién será entonces? ¿Jonathan el robot o Cathy la llorona mimada? -No importa- comentó ella con un ademán de la mano -solo que no serás tú. Ellos se miraron entonces antes de reírse con ganas. Esa jamás sucedería. Su hermana se fue unas horas más tarde luego de contarle sobre el nuevo hombre con el que se estaba viendo, un pintor que haría su primera presentación en una galería de arte renombrada el mes siguiente, ella lo había invitado. Estuvo solo de nuevo con muchas cosas en las que pensar, todo daba vueltas en su cabeza de forma caótica. Los días siguientes solo pudo evitar a Cary en el trabajo, no quería que las cosas fueran incómodas entre ellos hasta que inevitablemente tuvo que verla. Fue en una de las muchas ocasiones en las que Alonso lo llamó a su oficina por algo relacionado a la compañía, aquello era algo común y le sorprendía que no lo hubiera pensado hasta ese momento. Subió a la oficina con un extraño vació en el estómago que le resultó tan desagradable como incómodo, sus manos temblaron al llegar y al verla en su escritorio casi quiso dar un paso atrás. Cary escogió ese momento para levantar su mirada y lo que vio allí casi lo hizo preguntarse si era el único que se había complicado esos días. Sus ojos eran amables, pero fríos, ningún sentimiento se reflejaba allí. Ella lo miró como esperando que se acercara y él lo hizo, esperó hasta que estuvo lo suficientemente cerca. -Buenos días- saludó ella sin problemas -el señor Navarro todavía está en reunión, si quieres puedo traerte algo de beber mientras esperas. Él solo pudo asentir. Ella se levantó como una diosa para buscar lo que deseaba y él no pudo evitar observar su cuerpo con anhelo y deseo. La quería desnuda sin oportunidad para hacerlo, ese error le costaría, lo sabía. Cary regresó unos minutos más tarde con la bebida que le había ofrecido para sentarse en su escritorio de nuevo centrándose que en lo que debía, el silencio lo persiguió como una enfermedad que no podía ignorar, sus ojos se desviaban hacia ella todo el tiempo aunque nunca, ni una sola vez la vio voltear hacia él, su oportunidad había pasado y tenía que aceptarlo. La reunión que siguió fue bastante común y luego de eso volvió a su comportamiento constante, ella no había dicho absolutamente nada por lo que prefería no molestar, además estaba el hecho de que él se había creado su propia rutina, ya no podía desviarse o se vería extraño. Los días pasaron con normalidad hasta que el declive de Alonso y Lena devino en la compañía, nunca había visto a alguien tan golpeado y perdido por una relación, nadie cercano al menos. Su jefe nunca se había visto peor, por lo que tuvo que asumir las responsabilidades que Alonso no tomaba. En ese tiempo debió ver a Cary mucho más, aunque ella seguía comportándose igual y sus ojos estaban sobre su amiga. Cuando todo por fin se arregló, algunos meses después las cosas cambiaron radicalmente sin que él lo notara. Había pensado en Cary como una entidad individual, siempre estaba sola y se la imaginaba demasiado ocupada con sus responsabilidades para salir con alguien, al menos era la excusa que se daba. Eso le explotó en el rostro la tarde en que un hombre sonriente fue a buscarla y la vio salir con él desde la oficina para almorzar. Su estómago se retorció con algo que nunca había experimentado, pero reconocía como celos y no podía creerlo. Aquella semana se la pasó en la oficina de Alonso, buscó mil excusas distintas para pedir una reunión con él, era la única forma de saber si Cary tenía una relación con el hombre que la buscaba. Necesitaba saberlo con urgencia, su mente se lo seguía preguntando constantemente hasta que no lo dejaba descansar un segundo, más de una vez había dicho que ya no regresaría a la oficina de Alonso, pero allí estaba, otra tarde esperando en aquella sala, viendo a Cary sonreír antes de salir con el hombre. Alonso lo recibió unos minutos más tarde. La reunión fue como cualquier otra, pensaba hasta que su jefe lo llamó casi riéndose de él. -Sé que hasta ahora hemos mantenido una relación bastante profesional, pero yo crucé esa línea el día que te invité al club- dijo Alonso con una sonrisa -tal vez deberíamos seguir ese camino, sobre todo cuando hemos compartido una casa y un escape, ¿no te parece? -Supongo que sí- aceptó él algo confundido. -Espero que sepas que he escuchado cosas, en mi puesto y con Lena es inevitable- explicó el hombre -estabas interesado en Cary, lo sé, ¿por qué la dejaste ir? -Las cosas eran complicadas- dijo él sin verlo -más de lo que pensarías. -Pues Cary y Lena, todas ellas en realidad, Lisa y Ale también- siguió Alonso -creen firmemente que has estado evitando a Cary. Eso te ha quitado puntos y finalmente la oportunidad. -Ese hombre…- comenzó él aunque no se atrevió a seguir, no debía estar preguntando aquello. -Es el hermano de Lena- le dijo Alonso -y parece bastante interesado en Cary, les gusta pasar tiempo juntos. Te digo todo esto porque tiene que haber una razón real de que todas las tardes desde hace una semana termines en mi oficina justo en el momento en que mi secretaria sale a almorzar junto a mi cuñado. -Lo lamento- dijo él con una mueca -creo que las cosas se salieron de las manos. No se supone que debería estar aquí ni haciendo esto, es obvio que la oportunidad pasó, pero simplemente no puedo olvidarlo, olvidarla. No puedo dejarlo pasar. -Entonces tal vez deberías hacer algo- afirmó Alonso -te lo digo con toda la propiedad, no dejes pasar el tiempo ni dejes ir las opciones solo porque piensas que no deberías hacer algo. La vida no funciona de esa forma y nunca sabrás lo que pudo pasar si no lo intentas. Cary es alguien especial, más te vale que vayas con cuidado. Él asintió algo intimidado antes de levantarse por fin de la silla a la que no había regresado. Con esa lección de observación de su jefe se había limitado a observar las interacciones de Cary en otras lugares de la compañía hasta que el hermano de Lena había dejado de buscarla lentamente, ella regresó a su rutina sin dolor, lo que aunque no debía lo alegró hasta cierto punto. Negaba las cosas que sentía porque no quería hacerlo, pero era obvio que seguía sintiéndolas. Intentó seguir el consejo de Alonso, pero ningún momento parecía el correcto para acercarse a alguien con quien había tenido tantos problemas y él era el culpable de eso. Los días terminaron pasando y Cristian se rindió, la resolución que había tenido los primeros días fue evaporándose como agua hasta que no quedó nada de ella allí, sus ojos seguían a Cary, pero nunca se atrevió a decirle una sola palabra. Cristian recordaba todo el tiempo que había pasado como si fuera un sueño, no podía creer que tantas cosas hubieran pasado, pero sí habían sucedido y nada había cambiado, sobre todo por su inacción. Se sorprendía al descubrir que era Cary quien había tomado la decisión de acercarse a él, se suponía que la excusa del trabajo cubría todo lo demás, pero él sabía que había mucho más debajo de todo aquello. No importaba si ninguno de ellos lo admitía, sabía que algo sucedería tarde o temprano. Con ese pensamiento terminó su día en la oficina y se dirigió al estacionamiento, allí se encontró de nuevo con Cary subiéndose a su auto, ella era tan sensual. La vio unos segundos antes de que ella lo notara y luego simplemente condujo hasta su departamento, allí dedicó su tiempo a ducharse y cenar antes de acostarse. Pensó una vez más en la invitación a la boda de Alonso y Lena, lo que eso significaba para él. Se sentía tan extraño. Tomó su celular como muchas otras noches y de inmediato se dirigió a sus redes, buscó a Cary en ellas para poder verla. Había subido una nueva foto de ella junto a su hijo, el niño había crecido bastante, ahora parecía un hombrecito bastante similar a su madre y aunque lo negaría siempre, verlos juntos era bastante tierno. Vio las fotos que tantas noches había visto hasta casi llegar a memorizarlas, se alegraba de que el hermano de Lena no apareciera en ninguna, un placer egoísta se extendía por su pecho al notar ese hecho y aunque sabía que no era correcto, en algún punto de su mente lo celebraba. Tal vez si las cosas fueran distintas, era el mismo pensamiento de siempre. Sabía que la situación estaba a punto de cambiar y con eso en mente se quedó dormido una noche más.
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