Introduccion
Arnold vio su reloj de pulsera, ya era hora de marcharse. Había sido una semana muy fuerte. Todo estaba volviendo a la normalidad, pronto volvería a tomar las riendas de su vida, viajaría a la Florida en compañía de su amada motora. Para disfrutar del caliente clima, playa, mujeres y mucho alcohol. Su vida era perfecta como estaba. Por un momento él pensó en dejar su vida perfecta si Dimitri no se daba cuenta que Marianela era la mujer ideal, pero cuando ella lo bateo y le dejó claro que no tenía ningún sentimiento por él, prefirió desistir. Él podía buscarla y pedirle una oportunidad, pero ver a su hermano como se puso el día que se fue se prometió que lo ayudaría a conquistar a la mujer. No es que Arnold sea un experto, pero experiencia conquistando le sobra. Podrían preguntarles a todas las niñearas de Mathew, no se salvó ninguna de caer redondas en sus encantos.
Es viernes, no de buscar diversión. Quería buscar una chica, alcohol y sexo desenfrenado. Salió de la oficina de Dimitri donde llevaba algunos días trabajando ya que su hermano había ido a casarse con su ahora esposa.
—Melanie —la chica sale de sus pensamientos para mirar al hermano de su jefe— Ya me voy, no tienes que llegar mañana, deja bien cerrada las puertas de la oficina y puedes irte. Nos vemos el lunes. —dice con una amigable sonrisa.
Melanie se arregla sus espejuelos y asiente.
—Claro Señor, estoy esperando unos presupuestos y me encargo de cerrar todo. Nos vemos el lunes, Señor Stone. —Arnold asiente y aprieta el botón del ascensor para bajar, suena su celular.
Lo toma para mirar el mensaje, sonríe al ver que era una posible presa. Tamara, una rubia exuberante, ojos marrones, muy bien dotados pechos y una cintura de avispa, sin mencionar su bien trabajado y redondo culo. Está respondiendo el mensaje en el momento en que abren la puerta, va a entrar mirando su celular, levanta la mirada al chocar con una persona.
—Disculpe —dice Arnold inclinándose para ayudarla a recoger todos los documentos que traía la chica con la que chocó. La mujer taconeo en el suelo algo enojada.
—No crea que solo una disculpa va a arreglar todo este desastre. —dice altanera. Arnold la miró estupefacto. ¿Ella no sabe con quién está hablando? ¿Cómo se atreve a hablarle de esa manera? La mira de arriba abajo, una sonrisa ladina se apodera de sus labios. La chica es hermosa, unos hermosos ojos verdes que combina perfectamente con su piel morena, su cabello rizado y un carácter que la hacía ver más interesante y hermosa.
— ¿Señorita …? – la mujer lo mira a los ojos iracunda. ¿Como el idiota se atrevía a si quiera hablarle después de hacer que se le cayeran todos los documentos?
—Señorita Graciela Becker, contable de esta distinguida compañía. — Arnold sonríe y asiente y extiende su mano.
—Un placer señorita Becker, soy Arnold Stone. – la mujer no se inmuto, ese no era su problema. Su único problema era poner en orden todos los papeles que él le había tirado. Ya era viernes y debía ir a casa.
Graciela mira la mano de Arnold y lo mira a los ojos.
—Espero que tenga tiempo para que organice este desastre, yo tengo que marcharme, y no voy a hacer horas extras. Le entrego la carpeta de documentos a Arnold con los documentos que tenía que organizar.
— ¿Sabes quién soy? —pregunta Arnold estupefacto. Graciela arquea su ceja.
—Un hombre con dos manos, dos piernas, que piensa que por ser el hermano del dueño yo tengo que rendirle pleitesía. —Arnold va a protestar, pero ella no lo deja—. Pero para mí es solo un imbécil que retraso mi salida, tengo cosas más importantes que hacer que perder con un hombre como usted.
—Usted es … — Graciela lo detiene.
—Me tiene muy sin cuidado que piense de mí. —se voltea a ver a Melanie—. Mel, cariño, el señor Stone, tan amable como es, se comprometió en ordenar el desorden que provocó. —Dice con una sonrisa a su amiga. Melanie asiente disimulando la sonrisa, Graciela y ella son amigas desde la universidad. —Que tenga una hermosa tarde. — dice a Arnold y entra al ascensor como si nada.
Arnold ve como el ascensor cierra sus puertas de metal frente a su cara. Qué rayos había pasado. Ella lo dejó allí con un arsenal de documentos que él mismo pidió. Arnold mira a Melanie, está solo sonríe y se encoge de hombros.
—Solo puedo decir que es la mejor en su campo. —dice Melanie. Arnold camina hasta su escritorio—.
—Poncha dos horas más tarde, tiene más trabajo. —dice poniendo la carpeta desorganizada sobre el escritorio. Melanie niega divertida, ver como batearon a su jefe fue algo épico.
Arnold bajó hasta el segundo piso donde estaban las oficinas de contabilidad, no se quedaría con el golpe.
— ¿Señor Stone se le ofrece algo? —pregunta Desirée la secretaria de Gardener el jefe de contabilidad.
—Estoy buscando a La señorita Graciela Becker —dice Arnold que se da cuenta de su expresión.
—Graciela acaba de irse —dice la chica, pero está el señor Gardener. —dice cortés.
—Gracias, pero no necesito nada de Pet. —dice volviendo al ascensor.
Baja hasta el primer piso, pero no la encontró. Suspiro derrotado, esa mujer se las pagara, Nadie le habla así a Arnold Stone. Sonrío ante la frase que acaba de pensar. Sonó a un cliché de novela romántica. Monta en su auto esa noche sería una larga necesita un poco de acción.