El eco de las palabras de Liam resonaba en mi mente mientras subía las escaleras hacia mi habitación. "Tu padre y mi padre están planeando algo", susurró con ese tono de desdén que le caracterizaba
Las palabras flotaban en el aire, cargadas de un significado que se escapaba a mi comprensión. La tensión entre nosotros ya era palpable, pero esas insinuaciones sobre conspiraciones y secretos familiares solo aumentaban mi intriga.
Al llegar a mi habitación, cerré la puerta con un suspiro. El lujo excesivo del lugar parecía más una prisión dorada que un hogar acogedor. Me acerqué a la ventana y dejé que mi mirada se perdiera en las luces titilantes de la ciudad que nunca dormía. ¿Qué estaban planeando los padres de Liam y Mathew? La habitación estaba decorada con elegancia, pero la sensación de desconcierto persistía. No sabía qué se escondía detrás de las puertas cerradas de la mansión Moretti, y cada encuentro con Liam parecía añadir un nuevo capítulo a esta historia confusa.
Me dejé caer en el extravagante sillón junto a la ventana, tratando de desentrañar las palabras de Liam. ¿Por qué creía que mi intervención podía afectar sus oscuros planes? ¿Y por qué se sentía con el derecho de decirme cómo debía comportarme?
La luz tenue de la lámpara de mi escritorio proyectaba sombras en las paredes, reflejando mi propia incertidumbre. La intriga y la desconfianza se entrelazaban en mi mente, formando un nudo que no sabía cómo desatar.
Mientras reflexionaba sobre los eventos de esa tarde, la mansión Moretti se revelaba como un laberinto de secretos, y cada paso que daba solo parecía hundirme más en su complejidad. En la penumbra de mi habitación, me enfrentaba a la difícil tarea de descifrar las sombras que se cernían sobre mi nueva vida en Nueva York.
El tercer día en la imponente mansión Moretti se deslizó entre discusiones y silencios incómodos. La tensión entre Liam y yo se palpaba en el aire, y la sensación de que algo se escondía detrás de cada puerta se volvía insoportable. Aquella noche, durante la cena, la atmósfera pesada se hizo más densa, y los secretos que envolvían a la familia Moretti parecían más cerca que nunca de salir a la luz.
Las miradas de los padres de Liam, mi madre, Richard, Mathew y Nika seguían cada movimiento en el comedor, y los platos exquisitos quedaron prácticamente intocados mientras una incomodidad persistente se apoderaba de la velada.
En un momento de silencio, la discusión entre Liam y yo estalló. Palabras afiladas y miradas desafiantes llenaron la habitación, y fue entonces cuando, en un arranque de frustración, le lancé a Liam que, al menos, yo no soy una "imbécil" que discute siempre con su padre por temas ocultos.
El silencio que siguió fue roto por las palabras cargadas de dolor de Liam. "¡Por lo menos mi padre no me abandonó y se fue sin darme una explicación!", gritó. Traté de contener las lágrimas, pero la impotencia y la herida abierta eran demasiado profundas. Dejé con fuerza un vaso sobre la mesa, generando un estruendo que reflejaba la tormenta emocional que se desataba en mi interior.
Sin esperar a que Liam terminara su frase, le propiné un bofetón que resonó en todo el comedor. Corrí hacia mi habitación, sin aguantar más, y me permití llorar durante toda la noche en los brazos reconfortantes de mi madre.
La mañana siguiente, desperté con la tristeza aún palpable. Fui a la cocina en busca de algo de comer, pero la sirvienta se negó a que yo me prepare el desayuno y me lo hizo ella.
Liam llegó al comedor y desayunó en silencio. Continuamos nuestra interacción fría y distante hasta que anunció que estábamos solos y que los demás habían salido. Decidí ignorarlo y subir a mi habitación para pasar el día en la soledad de la lectura. Liam, sin embargo, bloqueó mi camino y, con un suspiro, admitió su error. "Sé que sigues enfadada y ahora me odias más, pero quería pedirte una disculpa. Lo siento, Ada, no tenía por qué haberte dicho eso ayer".
Lo miré con seriedad, pero sus ojos azules lograron encontrar los míos. "Pero lo dijiste de todos modos", respondí mientras manteníamos una mirada intensa. Aunque sus disculpas eran sinceras, no estaba lista para perdonar.
Liam suspiró frustrado, mostrando signos de cansancio y ojeras. "Mira, Ada, no tengo ganas de empezar otra discusión. ¿Qué te cuesta aceptar mis disculpas, joder?"
Sus palabras resonaron en el aire, pero mi resentimiento persistía. "Ni te creas que te perdonaré, así que ni intentes volver a pedirme perdón, imbécil", le espeté antes de apartarlo de mi camino con un empujón y retirarme a mi habitación. La mansión Moretti se volvía cada vez más claustrofóbica, y las sombras de los secretos amenazaban con ahogarme.
La noche llegó, y con ella, la oscuridad que envolvía mi habitación. Las lágrimas caían en silencio mientras repasaba en mi mente las dolorosas palabras de Liam. La herida de la ausencia de mi padre seguía abierta, y la añoranza de respuestas que nunca llegarían me sumía en una tristeza profunda.
La puerta de mi habitación se abrió lentamente, revelando la figura reconfortante de mi madre. Sin decir una palabra, se sentó a mi lado y me envolvió en un abrazo cálido. Lloramos juntas, compartiendo el peso de las frustraciones y los secretos que amenazaban con desmoronar nuestras vidas.
Pasaron las horas entre confidencias y consuelo maternal. Mi madre, siempre fuerte y decidida, también mostraba su vulnerabilidad. Juntas enfrentábamos la incertidumbre de esta nueva vida en la mansión Moretti y los enigmas que escondía.
La madrugada nos sorprendió, pero la conexión reconfortante entre madre e hija permaneció. Con la primera luz del día, cerré los ojos agotados, sabiendo que el camino que se extendía frente a nosotros estaba lleno de sombras y secretos por descubrir.
Al día siguiente, desperté con la luz suave del sol acariciando mi rostro. La calma de la mañana parecía una pausa temporal en la tormenta emocional que había vivido el día anterior. Mi madre y yo compartimos un desayuno lleno de risas y charlas amenas, un intento conjunto de dejar atrás las sombras que oscurecían la mansión Moretti.
La tranquilidad se rompió cuando Nika, la amiga de Mathew, se unió a nosotros en el comedor. Su presencia añadió un toque de alegría al ambiente, y por un momento, me sentí envuelta en la normalidad que tanto anhelaba.
Estaba a punto de salir del comedor, acompañada de Nika, cuando la puerta se abrió revelando a Liam. Sin embargo, este no era el Liam que conocí días atrás. Su cabello ondulado estaba despeinado, las ojeras marcaban su rostro, y su expresión denotaba cansancio. Por un instante, sus ojos se encontraron con los míos, y vi en ellos una vulnerabilidad que no esperaba.
Sentí una mezcla de emociones. La pena por su aparente agotamiento se entrelazaba con mi conocimiento de que algo más lo atormentaba. Sabía que algo no estaba bien, pero no sabía exactamente qué.
Nika, notando mi mirada, preguntó si algo sucedía. Negué con la cabeza, pero no pude evitar seguir observando a Liam mientras se unía a nosotros en la mesa.
"¿Estás bien, Liam?" preguntó Nika con una mezcla de preocupación en su voz.
Liam asintió, pero su respuesta carecía de convicción. "Solo no dormí bien, eso es todo".
A pesar de su explicación, algo en el aire indicaba que había más detrás de su fatiga. Me quedé en silencio, observándolo mientras tomaba asiento.
Al salir del comedor con Nika, le comenté mi percepción. "Liam parece diferente hoy, como si algo más lo estuviera preocupando".
Nika, tratando de restarle importancia, respondió: "A veces, se levanta con ese estado de ánimo. No te preocupes demasiado".
Mientras caminábamos por delante de la puerta cerrada, intenté ignorar el misterio que encerraba. Sin embargo, mis oídos captaron fragmentos de una conversación entre Richard y Roger, los padres de Liam.
"Tenemos que convencer a Liam de que la vigile, ya sabes por qué", dijo la voz de Richard.
"Sí, ya sé que si no lo convencemos, podrían llevársela en cualquier momento que se encuentre sola. El problema es que Liam la detesta; no aceptaría", respondió Roger.
La curiosidad se apoderó de mí, pero Nika me instó a seguir adelante, asegurándome que no eran asuntos nuestros. Aunque las sospechas rondaban mi mente, decidí confiar en las palabras de Nika y seguir adelante.
Pasamos la tarde en mi habitación, charlando y riendo, pero lo que escuché continuaba resonando en mi mente, sembrando la semilla de la inquietud y la curiosidad que solo crecería con el tiempo.
La tarde transcurrió entre risas y confidencias con Nika, pero la sombra de la conversación entre Richard y Roger persistía en mi mente como un eco inquietante. A pesar de mi intento por distraerme, la curiosidad seguía creciendo, alimentada por la sensación de que se ocultaba algo importante tras la puerta cerrada de la mansión Moretti.
A medida que el sol se ocultaba y las luces de la ciudad comenzaban a parpadear, decidí abordar el tema con Nika. No podía ignorar por completo lo que había escuchado.
"Nika, sé que dijiste que no nos involucráramos, pero no puedo quitarme de la cabeza lo que escuché", le confesé mientras observábamos el anochecer desde la ventana de mi habitación.
Ella suspiró, revelando una mezcla de incomodidad y resignación. "Ada, no deberías preocuparte por eso. Es un asunto de los adultos".
"No puedo evitarlo. ¿Qué están planeando? ¿A quién se referían con 'vigilarla'?", pregunté, sintiendo que la intriga y la necesidad de respuestas me empujaban hacia un territorio desconocido.
Nika miró hacia la puerta cerrada con una expresión pensativa. "Ada, algunas cosas simplemente no nos conciernen. Es mejor no profundizar en eso".
"No puedo quedarme sin saber. Siento que hay algo más, algo que me afecta de alguna manera", le dije, intentando explicar la urgencia que sentía por entender la situación.
Ella se acercó y puso una mano reconfortante en mi hombro. "Lo entiendo, pero a veces es mejor no buscar respuestas que podrían abrir puertas que no están destinadas a abrirse. Confía en mí, Ada".
Aunque sus palabras pretendían ser tranquilizadoras, solo avivaron la llama de mi curiosidad. Decidí dejar el tema por el momento y centrarme en la amistad que estaba construyendo con Nika. Sin embargo, la sensación de que algo oscuro se gestaba en la mansión Moretti seguía latente en mi mente.
La noche avanzó, y mientras me sumergía en la lectura para distraerme, no podía dejar de preguntarme si la verdad detrás de esos misteriosos planes afectaría mi vida de alguna manera. En la ciudad que nunca dormía, los secretos parecían danzar en las sombras, esperando ser descubiertos.