capitulo 7

1279 Palabras
A pesar de mis esfuerzos por distraerme y sumergirme en la rutina diaria, la curiosidad persistía. Cada vez que cruzaba la puerta cerrada, la sensación de que algo importante se ocultaba detrás de ella crecía. En medio de la incertidumbre, las relaciones en la mansión también se volvían más complejas. Las tensiones entre Liam y yo continuaban, alimentadas por nuestras diferencias y el misterio que envolvía nuestras vidas. Cada encuentro era una batalla silenciosa de miradas y palabras apenas contenidas. Una tarde, mientras paseaba por los jardines de la mansión, me encontré con Mathew. Aunque mi relación con Liam estaba lejos de ser amigable, Mathew siempre mostraba una disposición amistosa. "Ada, ¿cómo estás?" preguntó, notando la tensión en mi rostro. "Sobreviviendo", respondí con una media sonrisa. "Estos días han sido algo intensos". Él asintió comprensivamente. "Lo sé. Las cosas han estado un poco extrañas últimamente". "¿Y tú? ¿Cómo manejas todo esto?" inquirí, curiosa por saber cómo alguien tan cercano a la situación estaba lidiando con la incertidumbre. suspiró. "Es complicado. Mi padre y el de Liam están enredados en asuntos que ni siquiera entendemos completamente. Pero Liam... bueno, él lo lleva peor. No creo que esté durmiendo bien". La mención del estado de Liam reavivó mi preocupación. "¿Crees que tiene que ver con lo que escuché, sobre 'vigilar' a alguien?" Mathew frunció el ceño. "No sé exactamente a qué se refiere, pero mi padre y el suyo están preocupados por algo. Solo espero que no nos involucre más de lo necesario". La conversación aumentó mi intriga, pero aún no tenía respuestas claras. Decidí seguir adelante, intentando concentrarme en mi vida cotidiana mientras las sombras de los secretos continuaban acechando. Una tarde, durante una cena en la mansión, la tensión en el aire era palpable. Los adultos conversaban en susurros, intercambiando miradas significativas que no pasaron desapercibidas. Liam estaba presente, pero su expresión distante y su mirada perdida indicaban que su mente estaba en otro lugar. Al finalizar la cena, me dirigí hacia mi habitación, pero antes de llegar, Liam me detuvo en el pasillo. "Tenemos que hablar", dijo con seriedad. Asentí, sintiendo que la tormenta que se avecinaba no solo estaba relacionada con los secretos adultos, sino también con las complicaciones entre nosotros. Entramos en una habitación poco iluminada de la mansión, y el silencio inicial se tornó incómodo. Liam se apoyó contra la pared, sus ojos azules fijos en los míos. "¿Por qué no puedes simplemente dejar de meterte en asuntos que no te conciernen?", comenzó, su tono lleno de frustración. "Yo no me estoy metiendo, Liam. Solo quiero entender lo que está pasando. No puedo ignorar lo que escuché", le respondí, intentando mantener la calma. "Es un asunto de adultos. No tienes por qué involucrarte", insistió, su expresión tensándose. "Lo que afecta a mi familia también me afecta, Liam. Y no puedo ignorar que algo está sucediendo", repliqué, defendiendo mi derecho a buscar respuestas. Liam pasó una mano por su cabello, mostrando señales evidentes de cansancio. "Ada, hay cosas que no entiendes. Hay razones por las que no deberías buscar respuestas". La frustración creció dentro de mí. "Entonces, ¿debería simplemente cerrar los ojos y fingir que no está pasando nada? ¿Ignorar que mi vida está conectada a todo esto de alguna manera?" "¡Exactamente!" exclamó Liam, su voz elevándose. "A veces es mejor no saber. A veces, la verdad solo trae problemas". "¿Y tú? ¿Por qué estás tan afectado por todo esto?" le pregunté, buscando comprender la raíz de su malestar. Liam suspiró, su mirada bajando por un momento antes de encontrarse con la mía. "Porque no puedo soportar ver a mi familia envuelta en esto. Porque cada vez que intento proteger a alguien, parece que solo empeoro las cosas". La vulnerabilidad en su voz me tomó por sorpresa. Aunque nuestra relación estaba marcada por la hostilidad, en ese momento, vi a Liam no solo como el chico que parecía odiarme, sino como alguien atrapado en una red de complicaciones que iban más allá de su control. "Quizás deberíamos intentar entendernos en lugar de pelear todo el tiempo", sugerí, esperando que tal vez podríamos encontrar algún terreno común. Liam me miró con una mezcla de incredulidad y resignación. "No sé si eso es posible, Ada. Pero tienes razón en una cosa: estamos atrapados en algo más grande que nosotros". La puerta de la habitación se abrió, revelando la figura de Mathew. "¿Todo bien aquí?", preguntó, notando la tensión en el aire. "No te preocupes, solo estamos teniendo una charla", respondí, aunque sabía que la charla solo había arañado la superficie de los secretos que envolvían la mansión Moretti. A medida que la noche avanzaba, la sensación de que algo oscuro se movía en las sombras de la mansión se intensificó. Y, aunque mi relación con Liam seguía siendo complicada, una chispa de comprensión se encendió entre nosotros en medio de la tormenta de secretos que amenazaba con cambiar nuestras vidas para siempre. El imponente eco de la mansión resonaba en cada rincón mientras me aventuraba por sus pasillos, una intrusa en un mundo de lujos que me resultaba ajeno. Las conversaciones tensas y los susurros de secretos ocultos se mezclaban en el aire, tejiendo una atmósfera de intriga que envolvía cada paso que daba. Aquella tarde, buscaba refugio en la biblioteca, un santuario literario que prometía al menos un momento de calma. Pero mi breve respiro fue interrumpido por la presencia de Liam, cuya figura se materializó en la entrada de la habitación. "¿Liam?" pronuncié su nombre con una mezcla de desdén y resignación. Era como si el simple acto de dirigirme a él representara una carga. "Ada", respondió con su habitual indiferencia. "¿A qué debo la dudosa alegría de tu presencia en mi santuario literario?" Rodé los ojos, ya acostumbrada a sus comentarios sarcásticos. "No estoy aquí por elección, eso deberías saberlo. Pero ya que estamos atrapados en esta pesadilla juntos, podríamos intentar no hacerla más insoportable de lo que ya es". Su sonrisa sarcástica fue la respuesta esperada. "Quién iba a pensar que dos almas tan afines estarían destinadas a convivir en esta maravillosa mansión". La conversación que siguió fue un juego de palabras afiladas y sarcasmo amargo. Cada frase que intercambiamos era como una chispa que avivaba el fuego de nuestra animosidad. Era evidente que éramos dos polos magnéticos destinados a repelerse, y la mansión Moretti se convirtió en el escenario de nuestra rivalidad. "¿No puedes simplemente ignorarme?" le sugerí, deseando evitar cualquier interacción innecesaria. "Podría decir lo mismo de ti", respondió con indiferencia. "Pero parece que nos hemos convertido en los protagonistas no deseados de esta historia absurda". Solté un suspiro exasperado. "No tengo tiempo para lidiar con tus juegos mentales, Liam. Solo quiero sobrevivir a esto sin perder la poca cordura que me queda". La tensión entre nosotros era palpable, como si estuviéramos encerrados en una jaula, observándonos mutuamente con la certeza de que este conflicto lejos estaba de llegar a su fin. "¿Realmente piensas que podríamos encontrar algún terreno común?" preguntó, de repente más serio de lo habitual. Lo miré con escepticismo. "Después de todo lo que ha pasado, lo dudo. Pero quién sabe, tal vez el tiempo nos sorprenda". Con un suspiro resignado, nos separamos una vez más, cada uno llevando consigo el peso de la animosidad que persistiría en las sombras de nuestras vidas entrelazadas. La intriga y el conflicto, como sombras proyectadas en la pared, sugerían que las respuestas y las revelaciones aún estaban lejos de manifestarse, prolongando la incertidumbre que envolvía nuestras vidas.
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