Mis días con los Moretti se volvieron cada vez más inquietantes, y la intriga se enredaba como en una tela de araña a mí alrededor. A pesar de los intentos de Nika de mantenerme al margen de los oscuros secretos que envolvían la mansión, mi curiosidad seguía creciendo.
Una tarde, mientras paseaba por el jardín en busca de respuestas, me encontré con Nika. Su mirada sugería que sabía más de lo que estaba dispuesto a revelar. "¿Nika, por qué todo este misterio? ¿Quién es la chica de la que hablan? ¿Por qué deberíamos cuidarla?" pregunté, incapaz de ocultar mi frustración.
Nika suspiró antes de responder. "Ada, hay cosas que son difíciles de entender. Esta chica es crucial para la seguridad de todos nosotros. Su vida está en peligro."
La mención del peligro hizo que mis nervios se crisparan. "Pero, ¿por qué? ¿Y por qué Liam parece tan afectado por esto? Él ni siquiera quiere hablar al respecto."
Nika evaluó la situación antes de hablar. "Liam tiene sus razones. Su relación con mi padre es complicada, y este asunto la complica aún más. Pero necesitas entender que a veces las decisiones que tomamos por amor pueden afectar a todos a nuestro alrededor."
La explicación de Nika solo alimentó mi deseo de conocer la verdad. "No puedo quedarme aquí sin saber. No puedo ignorar algo que podría cambiar nuestras vidas", insistí.
Nika asintió comprensiva. "Lo entiendo, Ada. Pero algunas verdades son difíciles de aceptar. Prométeme que, pase lo que pase, cuidarás de ti misma."
Antes de que pudiera responder, Liam apareció en escena. Un intercambio de miradas entre él y Nika reveló un entendimiento más allá de mi alcance.
Esa noche, la tensión persistía en la cena. La chispa de complicidad entre Liam y yo, se intensificaba. Después de la cena, decidí explorar la mansión y, de alguna manera, me encontré frente a la puerta que siempre permanecía cerrada.
Aproveche que no había nadie cerca y decidí abrirla, al abrirla, me adentré en una habitación oscura llena de archivos y documentos. Decidí revisarlos con curiosidad, pero eran solo detalles triviales sobre mí: fecha de nacimiento, lugar de nacimiento y algunos otros datos personales. La pregunta persistente en mi mente era por qué esos documentos estaban allí.
Mientras hojeaba los papeles, un sobre se deslizó y cayó al suelo. Rápidamente lo recogí y, al abrirlo, me encontré con una fotografía de mi infancia. La imagen mostraba a una versión más joven de mí misma junto a mi padre. Una lágrima escapó de mis ojos, y con cuidado guardé todo en su lugar, cerrando la puerta con precaución. Confundida por la presencia de esa foto y mis propios datos en la habitación cerrada, intenté convencerme de que mi madre había dejado esos documentos por casualidad. Mis pensamientos me absorbieron tanto que, al salir de la habitación, choqué contra alguien. Era Liam. Nos quedamos en silencio, nuestras miradas encontrándose en un tenso intercambio.
En ese momento, noté que Liam no lucía tan agotado como en días anteriores. Ambos nos observamos en un silencio incómodo. Mis pensamientos estaban atrapados entre lo que acababa de descubrir y las misteriosas conversaciones sobre la chica que él debía vigilar.
Desvié la mirada, recordando la foto de mi infancia con mi padre, y otra lágrima escapó. La sequé rápidamente, y Liam me miraba con seriedad. Estábamos parados en el pasillo, en medio de un silencio que parecía contener más preguntas que respuestas. Liam abrió la boca para decir algo, pero lo cerró inmediatamente.
"Lo siento, estaba perdida en mis pensamientos", declaré, buscando romper el tenso silencio. Liam asintió, continuando su mirada seria. Cerré los ojos, suspiré y seguí caminando en dirección a mi habitación, dejando atrás un misterio que parecía envolver cada rincón de la mansión Moretti.
La complicidad entre Liam y yo se volvía cada vez más tensa. Cada gesto compartido estaba marcado por la tensión de lo no dicho.
Aunque ambos compartíamos el anhelo de respuestas, la tensión que se había construido actuaba como un obstáculo, generando una extraña mezcla de atracción y repulsión. En cada mirada desafiante y en cada palabra no dicha.
Después de llegar a mi habitación, la confusión seguía enredada en mis pensamientos. No sabía qué decisión tomar ni cómo procesar toda la información que había salido a la luz. Intenté dormir, y afortunadamente, logré conciliar el sueño por un tiempo.
Cuando bajé a la sala, me encontré con Liam dormido en el sofá. Parecía agotado, y supuse que se habría quedado dormido sin darse cuenta. Aunque inicialmente consideré despertarlo para llevarlo a su habitación, el temor de interrumpir su ya precario descanso me detuvo. Después de todo, llevaba varios días sin dormir adecuadamente, y no quería interferir en ese necesario reposo.
Opté por cubrirlo con una manta y apagar la televisión. Me senté en el sofá contiguo, observando en silencio mientras él dormía. La calma del momento se rompió cuando decidí llamar a Noah para pasar el tiempo. Sin darme cuenta, me sumergí en la conversación hasta que la fatiga me venció y me quedé dormida.
Al despertar, me encontré nuevamente en mi habitación, sumida en un desconcierto persistente. Me di un baño para relajarme, seguido de una rutina de arreglo personal. Bajé a desayunar, pero según la sirvienta, no había nadie más en casa en ese momento. Aprovechando la oportunidad, decidí dar un paseo por las bulliciosas calles de Nueva York.
El aire fresco y la actividad constante de la ciudad sirvieron como un pequeño respiro. Sin embargo, la maraña de pensamientos continuaba girando en mi mente, y mientras deambulaba por las calles, me preguntaba cuánto más descubriría sobre la intrincada red de secretos que rodeaba la familia Moretti.
Caminar por las bulliciosas calles de Nueva York era como sumergirse en un mar de distracciones. Los rascacielos se alzaban majestuosos, y el constante murmullo de la ciudad resonaba en mis oídos. Mientras me perdía entre la multitud, intentaba despejar mi mente de la mañana de secretos que envolvía la mansión Moretti.
Las luces parpadeantes de los letreros publicitarios creaban destellos fugaces en mi mirada perdida. ¿Cómo podía sentirme tan perdida en una ciudad que siempre estaba despierta? Los transeúntes apresurados, cada uno inmerso en su propio mundo, solo acentuaban mi sensación de mi aislamiento.
Después de un rato, me encontré en un pequeño café, buscando refugio en el aroma tranquilizador del café recién hecho. Me senté en una esquina, observando a la gente pasar mientras sostenía una taza entre mis manos. La calidez del líquido contrastaba con el frío nudo en mi estomago.
En un intento de distraerme, decidí hojear el periódico local que yacía sobre la mesa. Sin embargo, mis pensamientos seguían dando vueltas al laberinto de secretos que rodeaba mi vida.
¿Por qué mi existencia estaba vinculada a algo tan complicado y oscuro?
Mis ojos se posaron en un artículo en la sección de sociedad, pero mi mente divagaba. En un intento de encontrar claridad, saqué mi teléfono y comencé a buscar respuestas en línea. ¿Había algo que pudiera arrojar luz sobre la verdad oculta detrás de la mansión Moretti?
La búsqueda fue en vano. Cada artículo, cada noticia solo profundizaba en la intriga y la confusión. En un impulso de frustración, apagué mi teléfono y dejé el café a medio beber. ¿Cómo podía lidiar con algo tan complejo?
Al salir del café, me encontré con la bulliciosa realidad de Nueva York nuevamente. La ciudad, con su incesante actividad, me recordaba que la vida continuaba, incluso cuando la mía parecía estar en pausa.
Decidida a enfrentar lo que sea que me esperara en la mansión Moretti, regresé, con la resolución de desentrañar los secretos, incluso si eso significaba enfrentarme a las sombras que acechaban mi pasado.
Regresé a casa con la cabeza llena de preguntas, esperando encontrar alguna pista que arrojara luz sobre el misterioso pasado que me rodeaba. Al entrar al pasillo, me encontré con Liam, cuya mirada intensa sugería una confrontación inminente.
"¿Dónde has estado?" su voz era acusadora, y la tensión en el aire era palpable.
"Fuera, pensando", respondí con un suspiro, sintiendo el peso de la discusión que se avecinaba.
"No puedes simplemente desaparecer, Ada. Hay cosas más importantes en juego", dijo Liam, su tono severo.
La paciencia se desvanecía rápidamente dentro de mí. "No necesito dar explicaciones a cada paso que doy. No eres mi dueño".
Un insulto salió de los labios de Liam, un comentario hiriente que encendió la chispa de la ira en mi interior. "Eres tan terca que ni siquiera puedes entender lo que está en juego, ¿verdad?"
Mis ojos lo desafiaron. "No me insultes, Liam".
Pero él no se detuvo, continuando con críticas que aumentaron mi frustración. "Eres impulsiva, imprudente. No estás tomando en serio la gravedad de la situación".
La frustración me llevó a tomar un cuchillo de la mesa cercana, sosteniéndolo frente a él. "No subestimes mi capacidad para cuidar de mí misma. No soy alguien a quien puedas controlar, me niego a ser menospreciada" afirmé, manteniendo mi mirada fija en él.
La tensión en la habitación era palpable, y a pesar de la confrontación, mis ojos reflejaban determinación. "Esto no ha terminado, Liam", declaré con firmeza. "No permitiré que me insultes ni que dictes cómo debo vivir. Necesito respuestas, y las encontraré, con o sin tu cooperación".
Liam, aunque visiblemente molesto, se contuvo. "Entonces, haz lo que quieras. Pero prepárate para las consecuencias de tus elecciones".
La atmósfera en la habitación se volvía más tensa con cada palabra intercambiada. Cuando aleje el cuchillo de su cuello, Liam retrocedió sorprendido, pero en lugar de mostrarse intimidado, una chispa desafiante encendió sus ojos.
"¿Eso es lo que necesitas, Ada? ¿Un cuchillo para sentirte fuerte?" desafió, cruzando los brazos.
Mis manos temblaban ligeramente, pero sostuve el cuchillo con firmeza. "No me subestimes, Liam. No estoy aquí para juegos".
Él dio un paso adelante, desafiante. "Entonces, demuéstrame que estás dispuesta a llegar hasta el final. Apunta ese cuchillo a donde realmente importa".
Mis ojos se encontraron con los suyos, y una tensión eléctrica llenó la habitación. Sabía que estábamos al borde de algo peligroso, pero la ira y la frustración se habían apoderado de mí.
"No quiero lastimarte, Liam, pero no me detendré hasta que obtenga respuestas", murmuré, manteniendo el cuchillo apuntando en su dirección.
Liam sonrió de manera desafiante. "Entonces, ¿qué esperas? Hazlo".
El desafío resonó en el aire, y por un momento, el tiempo pareció detenerse. Mis manos temblaban, la realidad de la situación se apoderaba de mí. No quería llegar a la violencia, pero la presión para obtener respuestas me estaba consumiendo.
Finalmente, con un suspiro, bajé el cuchillo. "Esto no nos lleva a ninguna parte, Liam".
Él asintió con una mirada intensa. "Nunca subestimes las consecuencias de tus acciones, Ada. Estás entrando en un territorio peligroso".
La habitación quedó en un silencio cargado mientras ambos retrocedíamos, conscientes de que la confrontación había alcanzado un punto crítico. La mansión Moretti seguía siendo un enigma, pero la dinámica entre Liam y yo se había transformado, y la sombra de los secretos oscurecía cada vez más nuestro camino.