Minutos antes de que Reinaldo se acercara, Charlotte se encontraba absorta, reproduciendo una y otra vez aquel video que circulaba en la prensa francesa acerca de su supuesta muerte. Lágrimas silenciosas rodaban por sus mejillas, dejando surcos brillantes en su piel pálida, mientras observaba con una mezcla de dolor y rabia al hombre que una vez le juró amor eterno. En la pantalla, Alexander declaraba con voz quebrada que ella había fallecido en un trágico accidente, y que él se sentía más muerto que vivo sin su presencia. Alexander, en aquel video, demostraba ser un actor consumado. Su rostro, hábilmente maquillado, se veía demacrado; sus ojos, inyectados en sangre e hinchados, daban la impresión de haber llorado durante días. Un equipo de producción había trabajado meticulosamente en su

