Reinaldo carraspeó, intentando cambiar de tema, y mirando fijamente a Devon, preguntó:
―Entonces, ¿puedo contar con su ayuda en esto, detective? ―su voz adquirió un tono de vulnerabilidad inusual en él―. Soy nuevo en esto. Solo soy un empresario que ha trabajado desde muy joven desde que murió mi padre. Primera vez que estoy envuelto en algo así, y más con mi madre.
Devon se reclinó en su silla, sus ojos nunca dejando los de Reinaldo:
―Claro que lo ayudaré, señor de las Casas ―aseguró, con voz firme―. Estoy intrigado por este caso, lo admito ―dijo finalmente―. Y si hay una oportunidad de llevar a la justicia a alguien que intentó asesinar a su propia esposa embarazada, la cual quedó sin la habilidad del habla por su culpa, quiero ser parte de ello ―extendió su mano hacia Reinaldo, con g
