Y así, mientras la ciudad seguía su puto juego mortal, Damián daba su paso atrás obligado, teniendo ya en la cabeza la próxima jugada que marcaría su regreso. Sabiendo que, aunque sangrara la derrota momentánea, el verdadero combate apenas estaba a punto de comenzar.
Su retirada no era más que el preludio de la tormenta que se avecinaba, y nadie en Vértice Global olvidaría que él seguía ahí, respirando, esperando para joderlo todo.
El puto mundo de Fernando se desmoronaba frente a sus ojos como castillo de naipes en tormenta. Lo que alguna vez fue un imperio sólido y respetado, ahora era una ruina de sospechas, traiciones y pérdidas que parecían devorar todo lo que él había construido con sudor, agallas y un poco de mierda pura.
La bodega que antes era su cuartel general se había vuelto
