Capítulo 37. La caída de un aliado

1393 Palabras

La luz de la mañana entraba tímida, como si la misma ciudad supiera que ese día no iba a ser uno más. En el puto infierno corporativo que se había vuelto la empresa, cada segundo contaba, y Fernando sentía ese peso como una losa en el pecho mientras revisaba los últimos reportes en su oficina. El aire estaba tan cargado que podías cortarlo con un cuchillo, y la paranoia metía miedo porque sabían que la traición estaba dando vueltas más cerca de lo que pensaban. —¿Sabes lo que dijeron? —le soltó Laura con el ceño fruncido, entrando sin pedir permiso—. Hay un traidor adentro, uno de los nuestros está jugando para Clara. No un puto infiltrado, uno de los nuestros. Fernando no necesitó más. Su puño chocó contra el escritorio de acero con un ruido seco que resonó como una sentencia. —¿Quién

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