Margaret observó atónita, sin poder mover un solo músculo, como Will seguía asestándole un puñetazo tras otro. Evelyn gritaba como una loca para que parasen, pero el conde tenía la vista nublada por la ira y todo lo que podía percibir era el rostro de Ruttland que ya había comenzado a sangrar. -¡Will! –gritaba Evelyn, intentando apartarlo. -¡Will! –repitió.- ¡Para! ¡Lo vas a matar! Cuando por fin se separaron, Ruttland se incorporó tambaleándose. Norfolk miraba enfurecido el rostro de su contrincante, un hilillo de sangre le brotaba de la nariz. -Se lo merece. –sentenció, escupiendo cada palabra. Pero lord Ruttland seguía con una sonrisa en los labios, una sonrisa tan malvada como sus intenciones. Margaret consiguió recuperar la movilidad en su cuerpo y todos sus sentidos volvieron

