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EL PUNTO DE VISTA DE PHEEM
Me quedé mirando fijamente por la ventana mientras las lágrimas seguían rodando por mis mejillas. No me molesté en secármelas.
Oí la puerta abrirse y cerrarse pero no me moví para ver quién había entrado y no me importó quién era.
"¿Estás bien, verdad?", oí que alguien me preguntaba al entrar, y al instante reconocí quién era.
Cuando escuché su voz, mi aura se oscureció pero me tranquilicé y permanecí en silencio.
"Te he estado buscando y acabé aquí en el hospital. ¿Qué haces aquí? ¿Estás aquí para el aborto?", preguntó sin tapujos.
¡Ah! Lo olvidé. Eres demasiado blando para hacer eso. Sé que no puedes matar a un niño inocente y nonato —añadió con tono burlón.
Mi agarre en la tela que sostenía se afianzó en secreto por lo que dijo. ¿Cómo podía decirle esas palabras a su propio hijo?
¿Cuántas veces tengo que decirle que lo que traigo es suyo? Que no amo a nadie más que a él.
Pero quién soy yo para pensar que aceptaría una hija a la que ni él mismo puede amar. Que, haga lo que haga, nunca me verá porque solo la amará a ella, a nadie más.
Aunque la persona que más ama la engaña, ella sigue siendo tan ciega.
Yo permanecí en silencio pero mis lágrimas automáticamente dejaron de fluir.
Decidí simplemente escuchar lo que tenía que decir porque si discutía, sería inútil, pues su corazón y su mente estaban cerrados para mí. Dijera lo que dijera, no me escuchaba. Ya no tenía fuerzas para hacerlo.
Y una cosa más, estoy cansado.
Estoy cansada de intentar comprenderle y decirle toda la verdad.
Estoy cansado de luchar contra él.
Estoy cansada de esperar que me ame.
Supongo que es hora de dejarla ir y que esté con la persona que más ama. Los seis años que pasé con ella como marido y mujer fueron suficientes.
Me giré lentamente para mirarlo.
"¿Qué quieres realmente, Chant?", le pregunté débil y sin vida.
"¡Por fin! Hiciste esa pregunta. Creí que te habías quedado mudo o sordo", preguntó con sarcasmo.
—Toma. —Mi mirada se abrió al ver el papel que me estaba entregando.
Sé que he estado pidiendo el divorcio. Te niegas a firmarlo varias veces. También quiero que sepas que hoy estoy decidido a irme de aquí con tu firma. —prometió.
Me quedé mirando los papeles del divorcio que tenía delante.
"Tengo muchas copias, en caso de que lo vuelvas a copiar", añadió.
No acepté lo que me ofrecía. Me quedé mirando fijamente lo que sostenía.
¡Mira! Sé que me amas tanto, y me das pena por eso. Sigues amándome aunque ya sabías que yo no te amaría. Que amo a otra persona —continuó hablando.
Sus palabras ya no me importan. Lo que diga ya no me afectará.
"Si de verdad me amas, déjame ir y ser feliz con la mujer que de verdad amo. Firma este papel. Estás retrasando mi boda", dijo frunciendo el ceño.
Qué patético soy por amar a este tipo de hombre. El amor es realmente ciego.
"Divorciate de mí o aborta al bebé." Esta vez su voz se volvió dura y fría.
Mi mirada se dirigió lentamente hacia él.
Sé que eres una mártir. Siempre me elegirás, pero por favor, basta ya. Ya me harté. Si sigues lanzándote ante mí, ninguno de los dos seremos felices. Y no me gusta ese bebé tuyo —afirmó con firmeza.
"Y no lo acepto como mío porque ambos sabemos que no era mío", continuó.
Me temblaba la mano al tomar el papel y el bolígrafo de su mano. Firmé con vacilación lo que me pidió.
Después de que lo hice, de repente me lo arrebató.
"Muchas gracias. Tomaste las decisiones correctas para ambos. Por fin puedo casarme con ella", dijo felizmente.
Volví a mirar por la ventana. Oí sus pasos hacia la puerta, pero antes de que pudiera abrirla, hablé.
"Cuando llegue el día en que todo lo que dije sea verdad y te des cuenta de que te equivocaste, prometo arrodillarme, suplicar e incluso morir ante mí. Nunca volverás a ver ni tocar al hijo que rechazaste una y otra vez. Y nunca experimentarás ser su padre", dije con frialdad.
"Haz lo que quieras", me respondió y luego salió de la habitación.
Quité mi mano de la tela que sostenía y que era mi fuente de fuerza.
Me temblaban las manos mientras me agarraba el estómago. Volví a llorar.
"Lo siento" es la única palabra que puedo decirle a mi hijo.
= SIETE AÑOS DESPUÉS =
Abrí los ojos de par en par al ver vibrar mi teléfono. Apagué la alarma y terminé de hacer un arreglo floral para mi cliente.
Miré a mi cliente que esperaba con una sonrisa.
"Señora, su ramo de flores está listo con éxito", dije sonriendo.
La señora se giró hacia mí y luego se acercó. Miró sus flores recién arregladas con una sonrisa.
"Muchas gracias. Me encanta cómo arreglas mis flores favoritas", elógialo.
—Gracias por elegir mi floristería, señora —le respondí amablemente.
¡Claro! También le agradezco a alguien que me recomendó su tienda. La verdad es que no me decepcionó, añadió.
"Me alegra saber que los aprecias", dije sonriendo.
Tomó lo que había hecho, se despidió y se fue. En cuanto se fue, agarré mi bolso e incluso las llaves del coche.
"Alma", llamé a mi única compañera aquí en la tienda.
"Sí, señora?" respondió al salir.
"Es hora de cerrar nuestra tienda." Lo prometo,
"Yo me voy primero. Encárgate tú de esto. Por favor, revisa todo antes de irte, ¿de acuerdo?", le indiqué.
"Tomado nota, señora", respondió rápidamente.
Fui el primero en salir de la tienda y, después de irme, ella fue quien la cerró. Eran apenas las cuatro de la tarde cuando cerramos. Salí temprano y no quería dejar a Alma sola, así que, después de irme, le pedí que la cerrara inmediatamente.
Cuando llegué a mi coche, me subí inmediatamente, arranqué el coche y me fui.
Treinta minutos después llegué a mi destino. Aparqué el coche. Tomé mi mochila del asiento del copiloto y salí. Caminé hasta la puerta de la escuela.
"Buenas tardes, señora." El guardia de la escuela me saludó y me abrió la puerta.
—Buenas tardes también —le respondí con una sonrisa.
Entré y me dirigí a mi destino. Al llegar a un aula, sonreí y miré dentro. Allí vi a mi princesa charlando con su compañera.
Mi mirada se posó en una joven que estaba sentada sola, pero su mirada estaba fija en mi hijo, que estaba reunido alrededor de sus compañeros de clase.
Mi hijo es amigable, así que hace muchos amigos, pero tiene mal carácter. Por suerte, no lo demuestra en clase.
—Preciosa, tu madre está aquí. —Miré a la maestra de mi hijo.
La saludé con una sonrisa. La maestra de niños es amable. Sus alumnos tienen suerte de tenerla porque no solo es buena enseñando, sino que también cuida muy bien de los niños a su cargo. Mi hija siempre la elogia.
"¡Mami!" Me giré cuando escuché la voz de mi hijo.
Corrió hacia mí y lo saludé de inmediato. Lo levanté y me dio un beso en la cara, lo que me hizo reír suavemente.
"Despídete de tu profesor y de tus compañeros", dije.
Rápidamente miró a sus compañeros de clase que también estaban esperando a que los recogieran.
"¡Adiós a todos! Nos vemos mañana". Sus compañeros respondieron y lo saludaron, excepto una niña que seguía con la mirada fija en mi hijo.
Dejé a mi hijo en el suelo y él se volvió hacia la maestra.
"Adiós, maestra. Gracias por enseñarnos hoy. Nos vemos mañana". Mi hijo se despidió dulcemente de su maestra.
Vi a su maestro sonreír. También se despidió de él.
"Vamos", dije.
Salimos de su aula. Después de irnos, le quité su mochila y la cargué yo mismo. Salimos de la escuela tomados de la mano.
"Adiós, señor guardia." Mi hijo se despidió del guardia de su escuela.
"Adiós también, princesa", le respondió.
Nos abrió la puerta y le di las gracias. Al llegar al coche, abrí la puerta del copiloto y dejé entrar a mi hijo. Después de que subió, puse su bolso en el asiento trasero y me senté en el del conductor.
Antes de ponerme el cinturón, revisé el de mi hijo. Sonreí porque, a su edad, ya sabía cómo ponérselo. Cuando estuve segura de que mi hijo estaba bien en su asiento, me puse el cinturón.
"Mami", me llamó.
"¿Qué pasa?" pregunté y abrí el motor del coche.
"¿También te fijaste en la chica que nos miraba antes?" Me quedé atónito y me giré para mirarla.
Él me miró.
"¿Por qué? ¿Te lastimó o te acosó? ¿Te hizo algo malo? ¿Te dijo palabras hirientes?", le pregunté una tras otra.
Él rápidamente negó con la cabeza ante mis preguntas.
—No, mami. Es mi nueva compañera de clase. Se cambió hace unos días. Siempre ha sido callada y nadie quiere jugar con ella por eso —prometió.
Fruncí el ceño. También empecé a arrancar el coche. El compañero al que se refería mi hijo me vino a la mente. Apenas lo había notado y lo había visto. Por eso era nuevo para mí. Era el nuevo compañero de mi hijo.
"¿Qué tal si juegas con ella? Quizás solo quiera tener amigos como tú". Mis sugerencias.
Él volvió a negar rápidamente con la cabeza.
—¡No, mami! No quiero —protestó rápidamente.
Lo miré por un momento y de inmediato noté su rostro ceñudo.
"¿Por qué?" pregunté suavemente.
"Porque es espeluznante, mami", respondió rápidamente.
"Sus ojos siempre están puestos en mí. Siempre me observa adondequiera que voy. Siempre observa cada uno de mis movimientos". Se acabó. Realmente no le gusta la niña de la que habla. A los seis años, rara vez habla tagalo, aunque ya lo habla con fluidez y sin rodeos.
"Me pone los pelos de punta, mami. Ya se lo conté a la maestra, pero dice que quizá se estaba adaptando a su nuevo entorno".
—Quizás tu maestra tenga razón, princesa. Comprende su situación, y cuando aprenda a adaptarse a su nuevo entorno, dejará de mirarte —dije.
—Debería estarlo, mami, porque si no, se lo diré a papá y haré que la eche de la escuela. ¡Me molestó! —dijo con firmeza y fastidio.
"Anak, no seas así, ¿vale?" malambing kong saway sa kaniya.
"¡Oh! Lo siento mami. No es mi intención ser mala". kaagad niyang paghingi ng paumanhin.
¿Ves? Mi hija es un gran apoyo, y su papá es incluso consentido. Así se comporta, pero sabe cuál es su límite.
"Por ahora, guardémoslo para nosotros primero. Si su comportamiento sigue igual y te molesta mucho, podemos contárselo a papá, ¿de acuerdo?". Lo prometo.
"Está bien, mami. La ignoraré por ahora", dijo en voz baja.
"Esa es mi princesa", la felicité.
"Y hablando de papá, ¿cuándo regresa de su misión médica, mami? Extraño mucho a mi papá", prometió de repente.
"No puedo esperar a mirar mis estrellas que recibí hoy, y tengo muchas historias que contar con él", agregó.
Me reí de lo que dijo. Supongo que su padre debería estar preparado para sus historias. Seguro que él también contará todas las historias que me contó.
Detuve el coche lentamente porque el coche de delante se había detenido. Quizás había tráfico más adelante.
"Estoy segura de que papá también te extraña, y se alegrará de ver todas esas estrellas que tenías cuando él no estaba, y, por supuesto, será más feliz escuchando tus historias", dije sonriendo.
Sinceramente, al principio dudé en dejarla estudiar fuera, pero no quiero ser un obstáculo para sus estudios.
Actualmente está en primer grado. Pensé que le costaría adaptarse a su nuevo entorno, pero por suerte se adaptó rápido.
Todos los días recibe muchas estrellas de su maestra. Y siempre está emocionada de mostrárnoslas junto con sus historias sobre lo que le sucedió en el aula. Nos cuenta hasta los detalles más pequeños.
Ver lo feliz que es con sus estudios me derrite el corazón.
Lo perdí de vista cuando oí un ruido delante de nosotros. Abrí los ojos de par en par al ver que un coche se acercaba.
Presa del pánico, me quité rápidamente el cinturón de seguridad y abracé a mi hijo. Me bloqueé para protegerlo. Y eso era todo lo que tenía en mente.
Lo siguiente que oí fue el fuerte ruido de un coche que se acercaba y chocaba contra nuestro vehículo. Debido al impacto, mi cabeza golpeó algo duro y todo se volvió n***o.