Por la mañana Izan y Amelie tuvieron sexo de nuevo, se ducharon juntos y Amelie no paraba de darle besos y abrazos a su amado. Izan sonreía alegre al ver a Amelie de esa manera, le daba mucha ternura y a él le encantaba dejarse querer, recordaba que en el pasado ella no era muy expresiva antes parecía como si él impusiera sobre ella, pero ahora la conexión era diferente, Amelie había aprendido a dejar atrás muchos de sus temores del pasado. —¿No me soltaras ni un minuto verdad? —bromeó. Amelie negó rodeando con sus manos su cuello, poniéndose de puntitas para robarle un beso. —No, no lo haré, ya pasé demasiado tiempo sin ti… Izan la atrajo hacía él acariciando su espalda —esta vez, no habrá nadie que nos pueda separar —era una promesa —sólo recuerda que nadie debe saber quien soy ja

