Amelie no paraba de llorar, tenía una copia del testamento de los Becker en sus manos. Se podía leer la cláusula donde decía que para poder reclamar la mitad de D&B debía casarse Izan con Amelie. Era eso, por eso había cambiado tanto su actitud con ella de repente. Amelie restregó y rompió el documento en mil pedazos. Amelie salió del edificio tomando un taxi hacía el hospital general de Manhattan. Durante el camino no podía parar su llanto se sentía tan traicionada, tan usada. Lo que tanto temía había ocurrido, había quedado en medio de la guerra entre Izan y su madre. Estaba desconsolada. Cuando bajó del taxi, limpió las lagrimas de sus ojos. No quería enfrentarse a él, como lo vería ahora, estaba tan enojada, pero, aunque intentará odiarlo lo que más le dolía es que no podía, lo amaba y

