CAPITULO 02

1452 Palabras
****************** [Tres semanas después...] Con pasos apresurados me dirigí hacía el centro de acogida, le hice seña a Jonas, mí chófer para que diera vuelta en U, no quería darle más largas a éste asunto, tampoco me apetecía mucho estar en este sitio. — Hola... James. — Saludé al chico con interés, se encontraba a un lado de la directora. — ¿Cómo va todo señor Marshall? — Respondió actuando completamente normal, luego se gira y le da un abrazo a la mujer antes de partir conmigo. — No dude en llamarme señor Marshall. — Titubeó Danna casi antes de echarse a llorar cómo una Magdalena, estaba sorbiendo por la nariz y su voz sonó congestionada. — Por supuesto. — Fue lo último que dije antes de girarme. Una vez estuvimos frente al auto abrió los ojos de par en par al ver la Toyota Crown. — ¡Vaya máquina!. — Exclamó con admiración. — ¿Así que eres millonario? — Sonreí mientras negaba. — No soy millonario, soy multibillonario. — Abrí la puerta del auto y le indique que pasara. Tomó una bolsa negra que llevaba consigo y la lanzó adentro primero, luego se subió él. — ¿Que llevas en esa bolsa? Espero no sea basura. — Le pregunté moviendo la bolsa para sentarme. — Son mis pertenencias. — Dice haciéndome sentir miserable. — Dios... Lo lamento, no quise... Bueno tú entiendes. — Traté de excusarme pero levantó su mano. — No, no no. Da igual. Un dato curioso; es que ésta es la manera en la que puedes diferenciar a un huérfano de un niño común. Sin pertenencias, sin afectos, sólo somos los chicos de la bolsa. — Llevé mí mano hasta mi sien para masajearla. Me sentía cómo un idiota. Cada vez que abría la boca frente al chico, sólo lo hacía para decir sandeces. — Bien, señor Marshall, ahora que ya no estamos en el centro de acogida. ¿Podría decirme la verdad y hacía dónde vamos? — Pregunta sin apartar la mirada de mis ojos. — De que verdad hablas, justo ahora tomaremos un vuelo a París para que conozcas a mí esposa. — Hablo de la verdad, ninguna persona obtiene una custodia tan rápido y tampoco se fija en niños de mí edad, de seguro algo está tramando. ¿Es un traficante? ¿Quiere mis ojos? o ¿Mis riñones?. — Me quedé boquiabierta, la directora Danna tiene razón en decir que James es un tanto peculiar. — Oye... Oye... Amiguito ¡tranquilo! no soy un jodido traficante. Mí esposa y yo, somos un matrimonio bendecido enormemente y hemos decidido ampliar nuestra pequeña familia de dos. — Hizo una mueca divertida con su rostro. — Eres muy malo mintiendo. — Apreté los labios para luego suspirar. — Bueno, vale. ¡Ganaste! La verdad es que necesito hacerle creer a mí familia que tengo un hijo. Ése es el verdadero motivo. — Confesé finalmente. — ¿Eres estéril? — Por supuesto que no. Sólo es complicado de explicar. —Rodé mis ojos. — ¿Y yo que saco de todo ésto.? ¿Porque debe haber dinero detrás de ésto? — Levanté la vista para mirarlo. «Chico listo, Eh.» — Si tú me ayudas con ésto, prometo darte cualquier cosa que quieras. Ésa es mí oferta para ti. — Llevó su mano hasta su mentón, cómo si estuviese pensando. — Quiero que me ayudes a encontrar a mí madre biológica. — Soltó de repente y tuve que pensarlo un par de segundos, la directora Danna me había dicho que su madre no había tenido contacto con él desde que lo abandonó. Comenzar una búsqueda ahora sería cómo buscar una aguja en un pajar. pero por ahora no me queda otra opción. — ¡Hecho!. — Extendí mí mano y él la tomó cómo si fuese todo un empresario cerrando un trato. — Otra cosa James, cuando estemos solos puedes llamarme Ciro. — Le dije para aliviar la tensión. — Está bien. [...] Luego de un intenso vuelo de diez horas y miles de preguntas por parte de James, llegamos a nuestro destino «Paris» Astrid no había contestado mis llamadas, ni mensajes de texto desde que bajé de mi avión privado, ya era un poco tarde así que decidí desviarme al conjunto residencial. Habíamos estado separados durante varias semanas, ya la extrañaba. Eso es lo que pasa cuándo encuentras al amor de tu vida. «Te vuelves un romántico de primera» En compañía de James aborde el ascensor sin anunciarme, estoy seguro de que Astrid está dormida y no quiero despertarla. — ¿Cariño? — Miré la amplia sala del Penthouse, las luces estában bajas y sonaba una música de fondo muy tenue. Lo primero que pensé fue que estuvo trabajando hasta tarde. — Espérame en el sofá. — Caminé junto a él para colocar su bolsa en el sofá de cuero, pero me detuve cuándo observé dos copas de vino medio llenas, puestas sobre la mesilla de cristal. Tras una rápida mirada por todo el lugar, me dirigí hacía las escaleras alfombradas. — Ya regreso. — Recuerdo haberle dicho a James, pero algo no iba bien y lo sabía. Unos gemidos provenían de la habitación y fue entonces cuándo todo pareció girar y la música se desvaneció por completo. «Esto no está pasando» — Astrid... — Abrí la puerta y me quedé paralizado con la imagen. «Ella estaba enredada en la cama con otro hombre.» Las piernas de Astrid lo atrapaban por la cintura mientras él la embestía con fuerza. — ¡PERO QUE DEMONIOS! — Grité, yéndome de inmediato directo hacia el tipo para golpearlo un par de veces. — ¡CIRO! ¡Dios mío! ¿Qué haces aquí? ¡Espera! ¡Lo lastimas! — Di un paso hacía atrás y me coloqué cerca de la puerta, apoyándome en el marco. Ella al igual que aquel hombre buscaban su ropa regada por el piso para tapar su desnudez. — ¿Cómo es posible que me hayas hecho ésto, Astrid? — ¡No es lo que piensas!. — Dijo y sus manos estaban temblorosas. — Estuvimos trabajando hasta tarde y subí por un informe. Después él me siguió a la habitación.. Yo... — Hizo una pausa y se tapó el rostro. — ¡Eres una atrevida! ¡Sin vergüenza! ¿Cuántos años tiene éste tipejo 17? — Dejé la pregunta al aire casi sin poder creer lo que me estaban haciendo. —« j'ai 21 ans monsieur» (Tengo 21 años señor.) — Contestó el hombre haciendo que mí sangre hirviera. Y cuándo estaba por irme sobre él, de nuevo para partirle la cara, James se asomó. — ¡Wow! — Exclamó. — ¿Ella era mi madre sustituta? Te han puesto de cornudo, viejo. — Astrid trataba de arreglar su cabello despeinado pero se paralizó en cuánto escuchó la voz de James. — ¿Quién es ése niño, Ciro? — Pregunto mirándolo de arriba abajo, dándole una mirada despectiva. — ¿Qué fue lo que quiso decir.? — Preguntó y cubrí mi rostro ésto se había salido control. «No era lo que esperaba.» — Regresa a la sala James, y tú... — Señalé al amante de mí mujer. — Lárgate antes de que te mate. Caminaba de un lado para otro en la habitación, cómo león enjaulado sin saber que hacer. ¿Debería sentarme? ¿Gritar? ¿Vivir? ¿Morir? Todas las emociones se mezclaban en mí interior, eso nunca me había sucedido. — No sé que otra cosa puedo decir, Ciro. — Dijo bajando la mirada. Iba a contarle todo mí plan y el motivo de mi visita, pero mí ego pudo más, el desorden caótico no me permitía ni siquiera mirarla a los ojos. — No puedo hacer ésto Astrid... — Le di la espalda y mí mirada se posó en una foto enmarcada de nosotros dos que estaba en un estante. La tomé y suspiré en cuánto la ví. «Todo fue una mentira » — Te juro Ciro que ésto sólo paso una vez, de verdad no sé lo que pasó. — ¿No lo sabes? — Me reí amargamente, sus palabras eran cómo un veneno que subía por mi pecho, directo al corazón. — Esa es tu respuesta. ¿Enserio, Astrid? — Negué con mi cabeza por su descaro. — Desde ahora te entenderás con mi abogado. — Tiré la foto al piso haciéndola añicos. — ¿Que quieres decir con eso? No entiendo a qué te refieres. — Balbuceó entre lágrimas. — ¿Que quiere decir? Que quiero el divorcio. — Me alejé de aquella habitación lo más rápido que pude. ¡Maldición! Ahora estoy cómo al principio sólo que peor.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR