BASTIAN
Las noticias del matrimonio de ella con el nuevo rey de Crimson Woods se esparció como pólvora por todo el reino y las reacciones no se hicieron esperar, el temor entre la gente de mi reino creció intempestivamente y los voceros de esos temores fueron los alfas de cada manada del reino, quienes no demoraron en venir para preguntarme si era cierto y a increparme sobre mis planes para tratar esta nueva amenaza, incluso llegando al punto en que todos los alfas se hicieron presentes al mismo tiempo y las discusiones entre ellos no se hicieron esperar.
“Debimos haber atacado a esos malditos Rogue con toda la fuerza desde hace mucho tiempo, pero no, tenían que ponerse con sus moralismos baratos,” exclamó el alfa de la manada Jade.
“¿De qué hablas? Si mi manada ha recibido la peor parte de esos ataques por años y ustedes ni siquiera se han molestado en enviar ayuda la mayor parte de las veces,” respondió con molestia el alfa de la manada Granate.
“¿Se pueden callar los dos?” les dijo Corina, la alfa de la manada Piedra de la Luna.
“¿Tú con qué derecho nos callas? Ni siquiera atacas Rogues y aparte de todo estabas defendiendo a los traidores hace un año,” le respondió el alfa de la manada Esmeralda.
“Sí, y lo volvería a hacer nuevamente, ¿es que son tan idiotas que no se dan cuenta de lo que pasa? Estamos metidos en este maldito lío porque ustedes montón de idiotas vinieron aquí a quejarse y a exigir la cabeza de Alistair, ¿y adivinen qué pasó después? Su hija, la guerrera más fuerte de todo el maldito reino, se fue para el bando contrario y ha venido atacándonos sin cesar por un año, y ahora acaba de adquirir los medios para terminar con todo el reino si se le da la gana,” Corina prácticamente escupió las palabras y miró a los demás hombres en la sala, quienes de repente parecieron haberse quedado sin palabras.
“¿Qué pasa? ¿Ninguno dice nada ahora? Saben que tengo razón, saben que si no fuera por ese estúpido orgullo de hombres del cual se enorgullecen tanto, habrían visto que el camino inteligente hubiese sido perdonarle la vida a Alistair y buscar la forma de usar su conexión con Arthur Bloodmoon para sacar información que nos sirviera en este maldito caos, pero no, lo único que querían ver sangre, ¿pues adivinen qué? Sangre es lo que tendremos de ahora en adelante gracias a su estupidez,” ella añadió y salió de mi oficina dando pisotones, no sin antes dirigirnos a todos una mirada de molestia que casi parecía un desprecio mal disimulado.
“La chica encontró un aliado poderoso, creo que es momento de que nosotros también hagamos lo mismo, majestad,” intervino el alfa de la manada Diamante, y los demás se apresuraron a mostrar su acuerdo con la propuesta.
“El rey del Valle de la Luna seguramente nos ayudará, después de todo son prácticamente familia,” añadió el alfa de la manada Topacio.
“Sí, pero ese hombre no es de confiar, ya vieron como sus enviados se comportaron cuando estaban aquí escoltando a la princesa Isabella, no respetan a nuestro rey, no respetan nuestro reino, creo que lo mejor es buscar alianzas en otros lugares,” el alfa de la manada Zafiro respondió y varios se mostraron de acuerdo con él, pues en efecto los guardianes que envió Desmond Gray no solo hicieron estragos dentro del palacio, sino en varias de las manadas también.
“Podemos buscar la forma de aliarnos con el rey Desmond, pero sin darle demasiado poder, y también deberíamos buscar alianzas en otras partes, nuestro rey sigue soltero, tal vez deberíamos seguir el ejemplo de la chica Bloodmoon y conseguir una alianza fuerte a través del matrimonio,” añadió el alfa de la manada Ópalo, un viejo sabio que constantemente estaba aconsejando a mi abuelo, y de inmediato sentí los ojos de todos puestos en mí.
Mierda.
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“Creo que tienen razón,” August suelta de repente, una vez que los alfas se han ido y nos quedamos solos los dos.
“¿Sobre qué?” le pregunto.
“Tal vez lo que hizo Elina sea un buen ejemplo de lo que podemos hacer aquí, tu madre lleva años buscándote una candidata a esposa desde que te salieron vellos púbicos, ella probablemente ya tenga una lista armada, sólo tendríamos que preguntarle,” él me dice y yo lo miro con molestia.
“No me casaré con ninguna princesa estúpida para conseguir el apoyo de su papito,” le digo y él rueda los ojos.
“Bastian, necesitamos aliados, y tal como se dijo en la reunión, no podemos confiarnos de Desmond Gray, necesitamos empezar a buscar en otra parte, sabes que cualquier rey estaría más que complacido en entregarte a su hija en matrimonio a cambio de unas cuantas tropas para la guerra,” August insiste y yo me pongo de pie para caminar por la oficina.
“Podemos buscar aliados de otra forma, tiene que haber algo que esos otros reyes quieran aparte de un matrimonio con sus hijas,” le respondo y él sacude la cabeza.
“No hay compromiso más grande que un matrimonio, y más aún si tienen algún heredero para consolidar la unión, ¿tú qué crees que ha estado haciendo Elina desde que se casó?” él me dice y yo me tenso de inmediato.
“¿A qué te refieres con eso?” le pregunto a través de dientes apretados.
“Lo siento, sé que este es un tema sensible para ti, pero ¿por qué crees que no se le ha vuelto a ver en los enfrentamientos con nuestros guerreros? Ella debe estar demasiado ocupada tratando de engendrar un heredero de Crimson Woods para poder asegurar su alianza, sé que no te gusta escuchar esto, pero es la cruda verdad,” él me dice y yo siento mi estómago revolverse ante la posibilidad de ella teniendo un hijo con ese idiota.
Si antes pensaba que el hecho de que se hubiese casado con otro hombre era suficientemente malo, no había ni siquiera considerado la posibilidad de ella teniendo un hijo con alguien más, y siento el dolor del rechazo hacerse más notorio mientras trato de tragar la bilis que se me subió a la garganta.
“Sé que lo que todos ustedes dicen es razonable, pero realmente quiero explorar qué otras posibilidades tenemos para una alianza con otros reinos antes de siquiera pensar en un matrimonio con…” empiezo a decir, pero me detengo cuando siento todo el aire dejar mis pulmones, y el dolor agudo que he estado sintiendo cada noche desde hace un par de días vuelve a aparecer con una fuerza demoledora que me hace desplomarme en el suelo.
“¡Bastian! ¿Estás bien? ¿Es ese dolor de nuevo?” escucho a August preguntarme con angustia, pero su voz se escucha lejana y mi visión se torna borrosa.
“Ya está, llamaré al Dr. Phillip, esto no es normal,” él dice antes de salir de la oficina apresuradamente, y no necesito que un experto me confirme lo que yo ya sé con certeza, y es que este dolor tiene una sola causa: ella.