capitulo 14

2580 Palabras
Pequeños destellos, uniformes y borrosos pasaban ante la vista de Adam quien permanecía acostado sobre su cama mirando hacia el techo razo de su habitación sin centrar su vista en un objeto en específico, miraba pasar esas extrañas siluetas que se perdían en los extremos de lo que su vista alcanzaba a ver, cerró los ojos cansados y los volvió a abrir. Se reincorporó en su cama con sus brazos hacia atrás apoyados en el colchón y sus pies topando el suelo, lanzó un enorme bostezo con una bocanada de aire precipitada. El aroma de la cena subía en una danza , colándose por cada espacio del pasillo, subiendo ligeramente por las escaleras, atravesando sin su sutil aroma por las habitaciones hasta llegar a las fosas nasales del joven quien aspiró gozoso abriéndole el apetito. Se puso de pie pues el sueño le estaba venciendo y se dirigió hacia la cocina, al salir de su habitación de encontró por el pasillo a su hermano con la puerta abierta, apoyado en el marco de madera con el celular en su mano pegado a la oreja. Guardó silencio al notar a su hermano cerca y centró su mirada en él con actitud seria negándose siquiera a dirigirle un saludo fraternal. Adam caminaba lentamente sin mirar hacia ningún lado que no fuese hacia enfrente, con las manos en los bolsillos sintiendo incomodidad por la insistente mirada de Alek. —Te llamo luego— Mencionó siguiéndole el paso a su hermano. Adam detuvo el paso al llegar a las escaleras y dando la media vuelta dirigió vacilante unas palabras a su hermano. — Quiero preguntarte algo.— Alek se cruzó de brazos deteniendo el paso, su mirada inexpresiva y una mueca torcida en su boca denotaban poca importancia en lo que su hermano tenía que decir. —¿Qué pasó anoche? Creí que no...— No pasó nada— Intervino Alek quien luego lo empujó para abrirse paso, se dirigió hacia las escaleras y bajó el primer escalón pero detuvo nuevamente el paso y dirigió la vista hacia su hermano quien ya sé disponía a bajar las escaleras. —No llegó— Adam arrugó el entrecejo. —La esperé toda la noche y no llegó— Se encogió de hombros cambiando su semblante a uno entristecido— Adam quedó atónito. —Lo lamento— Alek negó sonriente con la cabeza tratando de camuflar su dolor, hizo un movimiento con la cabeza incitándole a bajar las escaleras, juntos ambos hermanos bajaron escalón por escalón en completo silencio. En la cocina se escuchan las conversaciones de sus padres. Margaret mencionaba que le llamaría a sus hijos para que bajasen a cenar, a la vez la voz de un joven se escuchó en una palabra. —Gracias— —Chicos, apenas iba a subir para que viniesen a cenar— Mencionó su madre al encontrarlos al bajar las escaleras, una eterna sonrisa estaba siempre en su rostro, sus enormes ojos verdes llenos de brillo transmitían paz y un amor puro. —Muero de hambre y huele delicioso— —Tú siempre tienes hambre— Exclamó Adam tratando de parecer gracioso, pasaron el lugar de las escaleras hacia la parte contigua que era el comedor, los ojos de Adam se abrieron por completo, Luke se encontraba parado cerca de la mesa al lado de Richard bebiendo agua en un vaso de cristal, retiró el vaso de sus labios y dibujó una sonrisa. —Hola— Pronunció Luke en un tono alegre y amistoso —Hola ,Luke. ¿Qué-qué haces aquí?— —Por favor Adam ,no seas grosero. Yo lo invité, ¿Algún problema?— —Ninguno, solo no esperaba su visita— —lo sé, disculpa no quise ser inoportuno, es solo qué no respondiste a mi mensaje y creí que tal vez lo habías olvidado así que llamé a tu casa y tú padre me dijo que podía venir— Los ojos de Adam se centraron en los de su padre quien lo miraba con una expresión de Reproche. Alek escuchaban esto y pasó al lado de ellos para tomar su lugar en la mesa. Margaret llegaba con el primer plato de comida que ponía sobre la mesa en el lugar de su esposo. —Pero por favor Luke, toma un lugar en la mesa, acompáñanos a degustar estos sagrados alimentos— —Sería muy desconsiderado de mi parte decirles que no, pero aún falta tiempo para que empiece el día de lectura, aunque creo que debería de preguntarle primero a Adam si quiere asistir al plan de lectura de la Biblia conmigo y un pequeño grupo de amigos— —Adam estará encantado, ¿verdad Adam?— —Si— Mencionó tímidamente y tragando saliva. Los jóvenes tomaban asiento en la mesa y la mujer colocaba dos platillos de comida , uno para Adam y el otro para el joven invitado. —Se mira delicioso, ¡muchas gracias!— Mencionó el joven tomando su lugar, Margaret sonrió tiernamente. Luke miraba constantemente a Adam quien estaba a su lado pero éste se negaba a levantar la mirada de su plato, le llegaba un remordimiento de consciencia al no haberle respondido sus mensajes anteriores. —Gracias madre— Agradecía Alek al recibir su comida, la mujer tomó lugar al lado de su marido y se dispusieron a bendecir los alimentos. —Padre eterno, te agradecemos hoy el pan nuestro de cada día y te agradecemos el permitirnos compartirlos con nuestro hermano Luke, te pido padre que ilumines cada paso donde valla con tu eterna luz, Amén— —Amén— Mencionaron todos a coro. —Perdon por no haber respondido el mensaje, ya sabes que no nos dejan usar los celulares en horarios de clases y la verdad solo llegué a casa, me acosté un momento ye quedé dormido— Mencionó después de un silencio que comenzaba a resultarle incómodo. —¿Crees que tu hermano quiera acompañarnos?— Éste levantó la vista hacia en frente mirando de soslayo a Luke. Negó con la cabeza —He quedado en ir con mi novia a su casa, vamos a ir a... Orar juntos— Una risa apagada salió de la garganta de Adam mientras este mantenía la comida dentro de su boca. —¿Qué ocurre Adam? ¿Qué es lo que te da risa?— El joven dejó de mover su boca y tragó lo que ya había masticado. Margaret puso su mano sobre la mano de Richard. —Cariño, tenemos visitas, deja de atosigar a Adam por un momento— —Disculpa, Adam está pasando por un momento de rebeldía, una etapa de esas de la juventud, yo pasé por eso también y por eso me parece buena idea que salga un momento con un buen muchacho como tú, y qué mejor que ir a estudiar la palabra de Dios— —Pues mire usted, por algo Dios me ha traído hasta aquí— Bromeó. —Te la vas a pasar bien, los demás muchachos son agradables— Guiñó el ojo a Adam. A un kilometro de allí, Cristofer llegaba de la tienda de regreso a su casa, en ambas manos cargaba un par de bolsas con la despensa de la semana, pan, comida enlatada, frutas, verduras, leche y huevos. Depositó entonces las bolsas cuidadosamente sobre el suelo de madera en la entrada de su casa , puso la llave en el ojo de la perilla y dió la vuelta, la puerta se abrió produciendo su chirrido, cogió las bolsas y entró a su casa, cerró la puerta con la punta de uno de sus pies y luego se dirigió hacia la cocina y colocó aquellas bolsas sobre la barra de cerámica de la cocina, lanzó un bostezo enorme, la casa lucía sola y en silencio lo cual no le extrañaba pues su padre pasaba más tiempo fuera de casa que dentro de ella. Se dirigió hasta el refrigerador y tomó un vaso que llenó con agua fría y la tomó rápidamente, sentía sus labios resecos, sacó la bolsa de pan y la llevó hasta la mesa , colocándola en una charola de cristal en el centro y colocó su domo del mismo material encima de ella. Al lado de la mesa, en una de las sillas se encontraba la mochila de su padre, se encontraba entreabierta y su contenido se dejaba entender, Cristofer tomó una de aquellas bolsas, dentro de ella había pequeños envoltorios encerrando un contenido pequeño de polvo blanquecino, dibujó un gesto con su boca y la volvió a su lugar cerrando la mochila por completo. Se alejó de allí y se dirigió hacia las escaleras, sus pies dolían y solo quería subir y calzarse sus sandalias, comenzó así a subir los escalones y al subir escuchó la voz de su padre en un quejido, un pensamiento rozó por su mente, su intuición le indicaba que su padre se encontraba con alguna mujer como era habitual en él pero una tos repentina lo hizo preocuparse, se dirigió hacia la habitación y colocó la oreja sobre la madera de la puerta en total silencio, una tos persistente se escuchaba fuertemente. Puso su puño sobre la puerta a lo alto de su cabeza sin decidirse a llamar pero al seguir escuchando aquella tos golpeó tres veces la madera « Toc-Toc -Toc» pero la tos no cesaba. —Papá, ¿Estás bien?— Pero no obtuvo ninguna respuesta tan solo un silencio repentino, su respiración se agitó en una preocupación que iba creciendo paulatinamente y sin pensarlo más entró a la habitación empujando la puerta y logrando que el pasador de esta rompiese la madera , miró a su padre sentado en el suelo con sus brazos apoyados sobre el asiento de un pequeño sillón, su cuerpo enclenque y semi desnudo parecía translúcido a la luz de la penumbra de la habitación, corrió hacia él e intentó levantarlo pero éste había perdido el conocimiento, sus ojos cerrados parecían hundidos y secos, tomó acopio de sus fuerzas y lo levantó colocando su antebrazo sobre su hombro y llevándolo en peso hacia su cama, su cuerpo era aún más tibio de lo normal, una especie de calor poco habitual en su pálida piel llegó a preocupar al joven temeroso por la salud de su padre. Cristoff corrió las cortinas dejando entrar la luz rojiza del atardecer, sacó entonces su teléfono móvil del bolsillo y llamó a emergencias, quedó esperando al lado de la cama de su padre sentado a la orilla a que su padre despertara o que llegaran los paramédicos, el hombre empezó a hablar entre sollozos apenas entendibles. —El niño tiene hambre, María— El escuchar el nombre de su madre por voz de su padre logró que un sentimiento de añoranza precipitara en su interior, un suspiro doloroso y una lágrima salieron de su dolor arraigado de años atrás. —María, María— Mencionaba constantemente entreabriendo sus ojos —Tranquilo papá, soy Criss. Ya viene una ambulancia— —María, cuida al niño— Repetía. —Debes de comer, estás muy delgada— El joven suprimió un llanto desgarrador poniendo su mano en su boca impidiendo que saliera aquella voz, sus lágrimas comenzaron a bordear sus mejillas hasta caer al suelo, el mismo suelo en el que tantas veces había dejado caer su llanto. Despues de unos segundos el hombre dejó de hablar y permaneció en silencio con una respiración agitada. Las luces de las torretas de la ambulancia comenzaron a iluminar la habitación y el joven se apresuró en salir . Bajó las escaleras con pronteza y los paramédicos estaban ya afuera de la puerta esperando a que alguien saliera Cristoff abrió la puerta y entraron un hombre de algunos treinta años y una mujer robusta no mayor que él, Cristoff los dirigió entonces hacia la parte alta de la casa a la habitación de su padre. Dejó la puerta abierta de la habitación y se paró al lado de la cama dejando que los paramédicos se acercasen a él. El hombre se acercó y puso dos dedos de su mano bajo el mentón mientras su compañera colocaba el estetoscopio en su pecho desnudo. —Parece que tiene un problema respiratorio y una arritmia— Mencionó la mujer. —Sus signos son inestables, tenemos que llevarlo— Aclaró el hombre. Cristoff asintió. —Acompáñenos hacia abajo, tenemos que traer la camilla— Cristoff asintió enérgicamente y les siguió el paso. Aquel hombre y su compañera se dirigieron hacia la ambulancia cuyas luces iluminaban toda la calle y las casas contiguas de los cuales sus habitantes se asomaban unos por las ventanas y otros desde afuera. —¿Hijo, qué pasa?— Mencionó un hombre acercándose a Cristoff. —Es mi padre, se puso mal— —¿Que tiene?— Mencionó cruzando sus brazos y exhalando un aliento en forma de vapor. El joven se encogió de hombros. —Ábranos la puerta, joven — Cristoff se apresuró adelantándose a ellos y abrió la puerta del mosquitero y luego la puerta interna, los paramédicos entraron con una camilla delgada pero les parecía complicado subir las escaleras e imposible bajarlas con el hombre sobre la camilla, así que tomaron la decisión de bajar al hombre entre dos personas, su hijo y el paramédico varón. Llegaron los tres hacia la habitación, Cristoff cogió un pantalón y una playera de su padre , la puso en una mochila vacía y la colgó en su espalda, luego se dirigieron a su padre quien aún yacía en la cama, la mujer checaba sus signos vitales. —Está estable, pero la fiebre no baja— Mencionó apartándose para permitirles tomar al hombre entre los dos. El médico intentó cogerlo por los hombros mientras Cristoff lo cogía por los pies y lo alzaron por unos segundos en el aire intentando llevarlo en peso hacia abajo. —¿Qué- qué pasa?— Mencionó su padre con un tono débil de voz. —Tranquilo papá, son los paramédicos, te van a llevar al hospital— —No pienso ir a ningún lugar— Refunfuñó. —Eso no es una opción señor, deje de comportarse como un crío— Le confrontó aquella robusta mujer, el hombre dibujó un gesto de molestia, Cristoff y el enfermero lo levantaron por los hombros y por los pies y comenzaron a llevarlo en peso por el pasillo hasta las escaleras por donde empezaron a bajar con más delicadeza y lentitud. Cristoff dibujó un gesto de esfuerzo, los pies de su padre, qué aunque eran delgados y ligeros comenzaban a provocarle calambres y un cansancio extremo. Un esfuerzo excesivo dibujaba una mueca en su boca con cada escalón que descendía, miraba aquel hombre a la cabeza de su quejumbroso padre, el sudor comenzaba a bajarle por la frente. —No se mueca señor, se nos puede caer— Le reñía el hombre al padre de Cristoff quien lanzaba un gruñido. La mujer bajó corriendo las escaleras por un lado de los hombres y acercó la camilla. Llegaron hacia el último escalón y tenían el suelo firme sobre sus pies, cogieron impulso y subieron al hombre a la camilla. —A la cuenta de tres— Sugirió el paramédico. —Uno, dos, ¡tres!— El cuerpo de... Posó sobre la camilla, el hombre y el joven terminaron con una respiración agitada, la mujer tomó el mando de la camilla y empezó a deslizarla por el piso hacia la salida.
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