—¿Llevas mucho tiempo esperándome, Solecito? —preguntó Jordan cuando abrió la puerta del coche y se asomó por ella.
Colton sacudió la cabeza y sonrió por el gracioso sobrenombre con el que ella lo llamaba con ironía. Colton odiaba los sobrenombres, especialmente los cariñosos, nadie tenía permiso para llamarlo de otra manera que no fuera por su nombre, o «Señor Blake», pero Jordan... Jordan tenía permiso para llamarlo como ella quisiera y él amaba ese «Solecito», aunque nunca se lo hubiera admitido.
Jordan y él se conocían desde que eran niños. Él tenía nueve años cuando ella, de siete, entró en su vida. La madre de Jordan, Imara, era el ama de llaves de los Blake desde que Colton tenía uso de razón. Y por eso Jordan conocía tan bien a todos sus hermanos, aunque con ninguno tenía tanta s
