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Rechazada por mi mejor amigo, amada por el CEO

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Descripción

Después de un amor no correspondido, Abril decide dar la vuelta a la página. Ella tiene un encuentro con un hombre que conoció a través de una aplicación de citas de élite, le entrego su virginidad a este hombre y la experiencia fue totalmente opuesta a lo que un día pensó.

Gabriele Winchester, un hombre frío y calculador, termina por necesitar de los servicios profesionales de Abril. Aquella mujer que trato de una manera cruel sin saber que de ella dependía su empresa al estar en riesgo por un hacker que quería acceder a información confidencial.

En medio del trabajo y los placeres sexuales, las cosas se van a ir complicando cada vez más. Y Abril especialmente estará dividida al tener la atención de dos hombres, el que fue el primero en su vida y su amor no correspondido.

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1: Lágrimas derramadas y puertas destrozadas
—¡Vamos, Abril! Tienes que abrir la puerta, sabes bien que, si no lo haces, soy capaz de tumbarla. —¡Déjame sola, Mateo! —grité mientras sorbía mis mocos —en estos momentos no quiero compañía. Pero al final aquel hombre vino a tumbar la puerta, las astillas brincaron hasta las sábanas que habían sido mis compañeras de muchas lágrimas. —En serio, tienes que dejar de tumbar la puerta cada vez que se te viene en gana. Entiende que no tengo tanto dinero para vivir comprando los repuestos de lo que destrozas. —Y tú tienes que entender que no te puedes aislar —él se sentó en mi cama y secó las lágrimas que estaban en mis mejillas —dime qué fue lo que pasó con ese idiota. —Lo mismo de siempre, para qué quieres saber —me levanté de la cama y sacudí las astillas que estaban en mi cabello —. Lo mejor es que me dejes tranquila, busca cómo arreglar la puerta. Ya sabes en dónde están las herramientas. Salí de la cama, fui a la cocina y tomé mis medicamentos. Miré a Mateo caminar en mi dirección y me miró con compasión. —No hagas eso, sabes bien que detesto que me miren con lástima. —No es lástima, es compasión. —La misma mona, con diferente rabo, mejor déjame en paz y ve a arreglar la puerta que has destrozado. No puedo creer que vivas haciendo eso. —¿Sabes? Muchas mujeres quisieran que alguien hiciera tal cosa como tumbar una puerta para ir en su rescate. —Yo no soy como las descerebradas con las que sales, ahora quiero que arregles la puerta si no quieres que te ponga a buscar otro piso. —Está bien, está bien —él alzó las manos —. En serio que ya me estás cansando con esa amenaza de correrme del apartamento, yo también pago renta. —Mateo, sabes bien que el apartamento es mío. Además de eso, tú no pagas renta; solamente cubrimos la comida entre los dos y también los otros servicios. —En serio que eres un fastidio, prometo que un día me voy a ir de aquí. Al final de cuentas, puedo mantenerme por mi cuenta, pero tú te obsesionas en que no puedes estar sola. Me reí y no dije nada, sabía bien que la situación era totalmente opuesta. Mateo tenía el suficiente dinero para comprarse incluso un mejor apartamento que este, pero en el fondo no le gustaba la soledad, era lo que más le perjudicaba. A raíz de la muerte de sus padres, él se quedó a mi lado. No tuve el corazón para correrlo y de esta manera es que hemos vivido juntos desde hace casi doce años. —Bueno, iré a reparar tu puerta. Luego quiero que te arregles porque vamos a salir, ¿Está bien? —¿Adónde vamos a salir? No tengo ánimos para hacerlo. —Pues te alistas y te vas, porque si no quieres que mis conquistas vean tus calzones XXL en el suelo por la ausencia de puerta, vas a acceder a lo que te estoy pidiendo. —¿Cuáles conquistas? Gran idiota —lancé un trapo de cocina en su cara —mejor ve a reparar la puerta de una vez por todas. Pienso cocinar, así que si no te das prisa, te dejo sin carne asada. Sabía bien que Mateo moría por mi carne asada, así que él se apresuró a ir a reparar la puerta. Miré como se quitó la camiseta luego de un rato, se notaba acalorado. —¿Qué? —él me miró con picardía —¿Acaso te gusta lo que estás viendo? —Vete al demonio —le lancé una toalla —lo que estoy mirando es que te gusta estar de exhibicionista, no hay necesidad de ser tan pornografico con un trabajo tan sencillo. Me di la vuelta, no entendía como podía ser tan tonta al seguir manteniendo sentimientos de amor por Mateo cuando él dejó muy en claro que solo quería tenerme como una amiga. Flashback. —¿Qué pasa, osita? —Mateo puso su mano sobre la mía y detuvo un poco el frenesí con el que se movía —anda, dime porque me has traído aquí. Se supone que tenemos que estar en la fiesta de graduación, pero estamos en este sitio y se puede malinterpretar. —¿Por qué lo dices? —Vamos, nosotros sabemos que debajo de este árbol las parejas tienden a confesar su amor por el otro. Pero no es nuestro caso, ¿Verdad? —Mateo… Yo te quiero y es como algo más que como un amigo. Los pétalos de las flores del tan aclamado árbol del amor de la universidad, caían justo delante de nosotros. Mateo tenía una mirada llena de sorpresa y no era para menos. —Abril… Yo… —No es necesario que digas nada, ya sé bien cuál va a ser tu respuesta —sonreí con amargura al escuchar su tono —¿Sabes? Es la primera vez que me llamas por mi nombre, así que supongo que eso es un no rotundo. —Lo siento, pero no te miro como algo más que una amiga. Desde el inicio supe que te iba a querer de esa manera y no tenía otras intenciones. —En conclusión me dejaste en la friendzone desde el inicio —sentía como la amargura crecía cada vez más en mis adentros —vaya, eso sí que es halagador. —No lo tomes a mal, es solo que eres demasiado tierna y no quiero perder tu amistad. Me levanté, no pensaba seguir escuchando como me rechazaban una tras otra vez. Caminé un poco y sentí como Mateo me sujetaba del brazo con fuerza. —No te vayas, eres la mejor alumna de la generación. Debes de ir a la fiesta. —¿En serio piensas que ese ambiente es para mí? —me reí con cinismo —si soy la mejor alumna de la generación es porque mi sitio nunca fueron las fiestas y las bebidas. Ese es tu mundo, no el mío. —No te vayas —Mateo me sostuvo con más fuerza —vamos, no tienes que hacer esto. Es solo que no quiero perderte como amiga, en serio que no. —Mateo, déjame ir —mi tono era suplicante —en serio que no quiero estar en esta situación, comprenderá que me duele, señor Mateo. Intenté soltarme del agarre de Mateo, pero él mantenía firme su mano. Sentí como las lágrimas comenzaban a deslizarse y sonreía con amargura. —¡Mateo! —una voz femenina resonó en el sitio —¡Ven aquí! Quiero bailar contigo. Una de las muchas mujeres interesadas en Mateo fue en su búsqueda, aproveche esto para soltarme de su agarre e irme corriendo de ahí. —¡Abril! Fin del flashback. —¡Abril! Tierra llamando a Abril. Sacudí mi cabeza y miré a Mateo que movía su mano de un lado hacia el otro mientras su mano se posaba en su cintura desnuda. —¿Qué sucede? —respondí con fastidio —¿Ya has reparado mi puerta? —Sí, pero la carne se está quemando. Miré la carne y había agarrado fuego, intenté apagarla por todos los medios, pero al final fue todo inútil. Estaba totalmente chamuscada. —Bueno, al menos ya tenemos carbón para la próxima carne asada —Mateo comenzó a reír —vamos, no te preocupes por eso. Ve a vestirte, que sea algo elegante, saldremos a comer. Mateo me metió a empujones al cuarto, al final tuve que vestirme lo mejor que pude. Cuando salí, él se encontraba vestido de manera impecable y de alguna manera me sentí incómoda. —Vamos, se nos hace tarde —él tomó mi mano —nos esperan en ese sitio. No me gustaba que Mateo tomara mi mano, pero a pesar de esto no quería soltarlo. Al final nos fuimos en su carro y llegamos a un restaurante muy lujoso. —Mateo… Este sitio es carísimo, no quiero entrar ahí, vamos de regreso a casa por favor…

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