Estiró la espalda al sentir un nudo en él. Al ver que sólo me falta un paciente por atender, recordé que Joaquín decidió venir hacía acá, me parece que está colaborando con así mismo y eso es un paso más hacia una relación más fructífera entre los dos. El teléfono de mi escritorio me llamo la atención, al ver que alguien me estaba llamando, conteste sin demora. Pero la voz que provenía del otro lado me desagrado la tarde.
-Hola… ¿Cómo estás? – me dice.
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-Hola, excelente… ¿Y tú?
-Ah, estoy más que excelente… Soy más reconocida que tú, tengo más pacientes que atender en una semana, soy invitada a seminarios de psicología e incluso en dar uno en la vieja Facultad, donde habíamos estudiado…
-Nena, ¿Cuál es tú problema? – digo – felicidades por tus méritos, pero no sufro de envidia –
