De las pocas veces que Rubí se permitió soñar con una vida totalmente lejos del dominio de León, fuera de la estúpida ciudad y de todas esas personas cerradas de mente llenas de corrupción, maldad y ambición, nunca pensó que se sentiría tan... Miserable. Y por más que deseaba echarle toda la culpa a su estado como vampiro, la verdad es que no podía. Sí, sentía su cuerpo un poco extraño, sus músculos algo pesados y todos sus sentidos parecían estar super sensibles. También estaba esa cosa, esa extraña opresión en su estómago, como si tuviera un constante vacío que no podía llenar sin importar cuanta comida deliciosa comiera. Ah, pero si probaba un sorbo de sangre ayudaba a calmar esa horrible sensación de hambre y sed. Lo malo, es que no cualquier sangre parecía servir, ya que la sangre

