— Nos vemos en dos horas en el juzgado, necesitaré que me ayudes en algo— se escuchaba hablar a Samantha del otro lado del celular. El día del juicio había llegado, era hora de enfrentar su realidad, prontamente será una mujer divorciada. Decidió no contratar un abogado, ella misma se iba a defender, nunca dijo que no firmaría el divorcio, solo que nadie la ha visto sacar su as bajo la manga. El mismo Carlos se sorprendió al saber que ella había accedido a darle el divorcio, iban a ir al juzgado por asunto de firmas y eso. Él no creía que Samantha quería nada de los bienes, nunca ha sido a una mujer que le interese los bienes materiales ni el dinero, ella tenía suficiente, al menos eso pensaba Carlos. Iba muy seguro que ella no quería nada, y quizás sea cierto. Pero nadie conoce a nadie,

