Katherine
Empezar las clases nunca me hizo sentir tan calmada como en ese inicio de semestre.
La ansiedad ante conocer compañeros y aventurarme en una nueva carrera no se sentía abrumador cuando pensaba que eso me haría mejor. Ayudaba mucho tener a Rose como orientadora, tanto en ámbitos estudiantiles como íntimos. Me había presentado a varios de los que serían mis compañeros y que habían ingresado el semestre anterior, cuando todos lo hacían normalmente.
Pasé mis últimas dos semanas con ella. Salíamos a distintos lugares y, a pesar de que quise tacharla como una amiga, era innegable para mi ver su potencial. No era solo un tema de distracción, realmente la pasaba bien con ella y todo el dolor y tristeza que solía sentir parecían ser solo tinieblas del pasado.
Pero demonios, Devora seguía ahí, deslizándose a través de la niebla y las sombras. No era un simple recuerdo, estaba siempre presente. Despertaba a veces creyendo que estaba en su cama o me pasaba el día mirando mi ventana y recordando el motor de su moto cuando doblaba en la cuadra
Quizás necesitaba terapia intensiva, algo que me hiciera sentir como si viviera por algo aparte de superarla.
—No me agrada esa tal Rose—miré de reojo a Teresa mientras manejaba—. ¿Qué? Dime que no te parece raro que sea tan perfecta.
—Tú solo quieres odiarla porque es lo tuyo. Odiar a cualquiera que salga conmigo.
—Sabes que no, pero de todos modos ya acabará—nuevamente la miré, esta vez un poco dudosa—. ¿Crees que no me doy cuenta de que la estás usando como flotador?
—No es así—aseguré—. Me gusta. Además...ya olvidé a Devora.
Teresa se desvió bruscamente del camino y tomó una dirección que conocía muy bien.
Kitty's Bra
—Ahora veremos qué tanto la olvidaste.
Quería matarla cuando volvimos a estar en la entrada de ese lugar. Detestaba que me pusiera en esa situación porque ambas sabíamos que no la había olvidado, pero que desesperadamente quería hacerme creer eso así que entré junto a ella, fingiendo que no me causaba nada y esperando que Devora no estuviera.
Cuando no la encontré a simple vista estuve a punto de decirle a Teresa que su plan había fracasado, pero escuché los gritos cerca de la barra. Se había formado una de las típicas competencias de la noche y, entre la multitud de chicas, unas botas negras y altas que llegaban por encima de la rodilla estaban llamando la atención de todas.
Y ahí estaba ella de nuevo. Llevaba un cortísimo y ajustado vestido n***o que la hacía lucir mejor de lo que recordaba. Al igual que la última vez, sentía que ella solo se hacía más guapa, sexy e impresionante con el tiempo.
No me hacía las cosas fáciles. Estaba resignada a girarme de regreso al auto y aceptar el poder que seguía teniendo sobre mi cuando vi el momento exacto en que levantó la cabeza y me vio.
Mi corazón se detuvo y volvió a latir cuando me dio esa típica sonrisa de lado que sabía que le quedaba muy bien.
—Katherine ¿Son tus bragas esas del suelo?
Le di un codazo a Teresa y seguí manteniendo el contacto visual con Devora.
En un segundo olvidé todo lo que fuimos y sentí que la estaba conociendo de nuevo: una chica demasiado guapa y con demasiada atención como para fijarse en mí. Siempre fue eso y siempre lo sería ante los ojos de todos, pero debía recordar que ya la había tenido una vez y que yo también tenía cierto poder sobre ella.
Antes de navegar en esas aguas del pasado recordé lo de su reputación recuperada, su regreso con Allison y su evidente desinterés en contactarse conmigo. Fue suficiente para que me golpeara la ola de decepción y me hiciera levantar una de mis mejores actuaciones.
Le sonreí ampliamente y me di la vuelta como si no me importara en lo más mínimo. Ni siquiera Teresa podía creerlo cuando me vio enviarle un mensaje a Rose pidiéndole que fuera por mí. De hecho, no lo tomó para nada bien.
—Deja este infantil juego. No puedes estar con alguien para olvidar a otra persona—no importó la música porque aun así escuché su juicio—. ¡Eres una cobarde!
Iba a enfrentarla. Para empezar, ella era la culpable de todo, seguía arrastrándome a Devora contra mi voluntad. Así que justo cuando me volteé para gritarle mi respuesta la vi mirando a mis espaldas con una enorme sonrisa.
No era necesario voltearme a verla. Bastaba con sentir ese aroma tan dulce que ella siempre traía. Una inusual y seductora mezcla entre jazmín, cigarrillo y Carolina Herrera 212 VIP.
De repente ya no quería voltearme, ni siquiera porque supiera que la salida era en esa dirección.
—Katherine Ann Mendler—miré por encima de mi hombro y divisé su silueta—. Está destinado que nos sigamos conociendo de esta manera.
Mi cuerpo volvió a estremecerse como meses atrás. Podía escuchar los latidos de mi corazón retumbando en mi garganta y en mi cabeza. Aun así, intenté mantener la compostura a pesar de que mis rodillas temblaran.
—Devora Avril Wigmore—finalmente me volteé y la enfrenté—. Ya nos conocimos, ahora estamos en un proceso muy distinto.
Mi respuesta no pareció importarle y me di cuenta de por qué. Estaba ebria.
Eso explicó muy bien la poca vergüenza que tuvo al tomarme de la cintura y pegarme contra ella, como solía hacerlo antes, y lo peor era que seguía causando el mismo efecto en mí. Vi su rostro acercándose más y sentí sus labios rozando mi oído.
—¿Por qué me dejaste, nena? —contuve la respiración unos segundos pensando que eso disimularía mis escalofríos. Lo dudaba—. Estabas a punto de entregarte.
Todo el calor que me enviaba se convirtió en hielo en un extraño proceso que de seguro era antinatural. Sus últimas palabras se sentían como una clavada en el estómago así que presioné mis puños y la alejé de un empujón. No era mi intención, pero nos convertimos en el espectáculo del bar.
—Sabes muy bien por qué te dejé.
—Por una porquería seguramente—soltó una risa y me jaló nuevamente hacia ella—. ¿Mientes cuando hablas de amor?
—Jamás dije que te amaba—al decir eso los susurros aumentaron, pero no quise escucharlos—. Ahora, si me disculpas.
Me iba a ir, pero me jaló nuevamente y yo dejé mis manos en sus hombros sin saber si quería alejarla o acercarla.
—No te disculpo nada, mocosa engreída ¿Creíste que esto había acabado con un simple "terminamos"? —no me sentí audaz como para responder, no cuando veía y sentía lo molesta que estaba—. Te dejé llevar el mando durante cinco meses en que perdí la cabeza por ti. Te puedo jurar que los próximos cinco desearás jamás haber jugado con alguien como yo.
Quería preguntarle si realmente me estaba amenazando después de todo lo que pasamos. Quería saber si tenía el valor y la falta de respeto como para hacerlo, pero no pude preguntar cuando recordé mi propio corazón roto.
—Jamás jugué contigo. Tú me traicionaste.
—Tú me traicionaste a mí—a pesar de que fue un susurro entre dientes, los vellos de mis brazos se erizaron ante su expresión—. Me dijiste que me amabas y te fuiste, sabiendo cuánto te amaba y cuánto me esforcé por complacerte y acomodarte en mi vida ¿Por qué querías entrar si saldrías tan rápido?
Abrí la boca e intenté no llorar.
—Jamás me contaste todo. Necesitaba saber por qué mi hermano reaccionó así...
—¿Por qué crees que necesitabas saberlo? —estaba por responderle, pero se acercó a mi oído y susurró solo para que yo escuchara—. ¿En verdad querías saber que el estirado de tu hermano intentó violarme cuando tenía dieciocho años?
No desvié mi mirada de la suya cuando nos separamos. Ni siquiera podía oír los ruidosos susurros y la música escapando de los parlantes. No quería creerlo, pero todo parecía tener sentido al recordar esa noche. La ira de Joe, el dolor y el miedo de Devora, el rencor de Kevin: todo calzaba.
Devora dio varios pasos atrás y comencé a darme cuenta de que no estaba tan ebria después de todo. Podía ver a la misma Devora que juraba siempre estar para mí, tenía la misma mirada que me puso cuando le dije que habíamos terminado. ¿Cómo podría haberme traicionado?
Entonces solo ahí pude pensarlo desde otro ángulo. Quizás yo también le había fallado.
Tuve la intención de alcanzarla con mi mano, pero esta se volvió tibia mucho antes de que la estirara y vi a Rose a mi lado. Me chequeó una sola vez antes de caminar hasta Devora. Intenté sostenerla, pero fue inútil.
—Ya déjala en paz—Devora sonrió pareciendo confundida y ni siquiera demostró temor cuando Rose se acercó más buscando intimidarla—. ¿Escuchaste?
—¿Y quién diablos eres tú?
—Yo soy la novia de Katherine—cerré los ojos y una vez que los abrí Devora parecía una persona completamente distinta—. Así que déjala.
Devora se dio unos segundos para analizarla y luego me apuntó sonriendo.
—Pequeña zorra.
—Te lo advertí.
Rose empujó a Devora y por naturaleza todas formaron un círculo alrededor de ambas. Vi a Megan y Nicole saliendo de la barra y no necesariamente para unirse a la pelea, sino que para detener a Devora.
—Rose, ya basta—la sostuve del brazo e hice que me mirara—. Solo vámonos.
—Sí, Katherine. Llévate a tu zorra de repuesto—Rose se salió de mi agarre para enfrentarla nuevamente, pero esta vez Devora comenzó a gritar—. ¡Pues claro! ¡Yo sabía que tu rostro me era familiar! —hubo un silencio en que vi a Rose tensándose aún más, pero no dejé de intentar llevármela—. Eras la novia de Monique ¿No?
—Rose, por favor, vamos.
—¡Oh, Dios! ¿Esta es tu venganza? —Megan le susurraba que se calmará, pero Devora se zafó del agarre y del razonamiento—. Lamento decirte que esta chica a la que sostienes de la mano es igual a tu exnovia. Sin importar qué, sus bragas siguen húmedas por mí, no por ti.
Esa fue la chispa que encendió el barril de dinamitas.
Teresa gritaba "Pelea, pelea" y Rose jalaba a Devora del cabello con una rabia que jamás había visto. Ni siquiera intenté separarlas porque seguía digiriendo la confesión de Devora sobre mi hermano y seguía sin querer creerlo.
Pude seguir perdida en mis pensamientos, pero algo me trajo de regreso. Sentí una botella rompiéndose y levanté la mirada para ver el momento en que Devora empujó a Rose contra la barra y sin ningún razonamiento la golpeó directo en la cara.
El resto solo fueron gritos y ruegos de las chicas que le pedían a Devora que se detuviera, pero no lo hizo hasta que todas las guardias del bar las separaron. Rose terminó con tres puntos en la ceja y sosteniendo un mechón del cabello de Devora.
Devora terminó invicta si no contaban el mechón faltante.
Deseaba tanto gritarle por lo que había hecho, pero sentí miedo. Era muy violenta y yo no tenía idea de esa faceta suya. Camino a la comisaría intenté limpiar la sangre de Rose, pero no me dejó hacerlo. De hecho, solo me ignoró y, para ser honesta, lo preferí así.
Me dejaron esperando mientras ambas eran interrogadas adentro. Teresa no dejó de reír en ningún momento y comenzaba a ser molesto que todo fuera un chiste para ella.
—¡Todo esto es tu culpa! —golpeé su celular arrojándolo al suelo. Ya estaba cansada de oír el vídeo que grabó de la pelea—. No debiste arrastrarme ahí.
—Era algo que simplemente debía pasar. Devora se cogió a su chica, ahora entiendo todo. Solo te está usando.
Cubrí mis ojos con ambas manos. Ser usada sonaba horrible, pero yo hacía lo mismo con ella. Teresa mantuvo la distancia al escuchar mi llanto, pero yo no lloraba por lo que ella creía. No podía dejar de imaginar lo que pasó con Devora y comencé a sentir asco de mi propio hermano, mi propia sangre.
Fui al baño al limpiarme porque no quería que ninguna me viera llorando, pero para cuando salí vi a Teresa charlando con Devora. Pensé en pedirle perdón, pero escuchar que mi amiga había compartido su video como evidencia me hizo alterarme. No podía creer que después de todo el odio ahora se llevaban bien e incluso se defendían ante la ley.
Caminé hacia ellas, pero no alcancé a llegar cuando Devora me apuntó.
—Aléjate—no lo hice, pero tampoco avancé. Solo me quedé ahí dejando que se congelara mi sangre al ver la rabia en sus ojos—. No me meteré en más problemas por ti.
—¿Y qué hay de los problemas que tú me dejaste? —grité—. ¿Cómo pudiste enviarle ese mensaje a mamá?
Dejó de fingir que yo no estaba ahí solo para verme con confusión.
—¿Qué mensaje? —solté una risa y la miré mientras negaba—. Te hice una maldita pregunta. ¿Qué mensaje?
—¡El que le enviaste a mamá el día del aniversario del bar! ¿Cómo crees que llegó ahí? ¡Tú le dijiste! —nuevamente pareció confundida, pero por alguna razón yo terminé llorando—. No puedo creer lo que hiciste. Empujaste cada uno de mis límites ¿Esperabas que no me rompiera en cierto punto?
Me miró a los ojos tratando de buscar algo, incluso vi cuando su toque fallo al intentar limpiar mis lágrimas. Si lo hubiera hecho, probablemente, yo habría inclinado mi rostro hasta recibir su calor y me hubiese quedado ahí por más agridulce que fuese.
—Yo no le envié ningún mensaje a tu madre—susurré un "¿Qué?" y ella se perdió en sus pensamientos—. Esa mañana dejé mi celular en casa de...
—Allison.
Recordé muy bien ese día en el momento en que intenté hacerlo. Toda la tarde estuve con Devora porque durante la mañana ella había ido a dejar a Cody y, antes de irnos al bar, estuvo quejándose de que no encontraba su celular y asumimos que de seguro estaba bajo algún mueble o cojín. Mamá dijo que el mensaje llegó durante la tarde.
Devora no había enviado nada.
Cuando ambas lo entendimos quise pedir perdón, pero como por arte de magia Allison apareció en la comisaria. Entró corriendo y cuando se encontró con Devora la abrazó y Devora la abrazó de vuelta.
Obviamente dolió y todas mis ganas de disculparme se fueron al carajo
—¡Cielos! ¿Estás demente? —Devora le sonrió y se encogió de hombros como si no hubiera pasado nada hace unos minutos cuando descubrí que probablemente Allison había arruinado todo—. Te llevaré a casa. Vamos.
—Devora—la jalé del brazo y de muy mala gana se volteó a verme—. ¿No entendiste?
—Sé que Allison no lo hizo.
Allison se acercó a ambas y miró la escena.
—¿Qué no hice?
—No finjas—Teresa intentó afirmarme, pero alcancé a empujar a Allison lo bastante lejos como para que Devora interfiriera—. Le enviaste un mensaje a mi madre desde el celular de Devora solo para arruinar lo nuestro.
Volví a empujarla, pero esta vez ella se defendió y me dio una cachetada bastante fuerte. Debía mencionar que esa fue la primera que me habían dado en mi vida y no supe bien cómo reaccionar.
—A diferencia tuya, mocosa, lo último que yo haría es lastimar a Devora con intención. Y si un simple mensaje destruyó lo que tenían, no quiero ni imaginar lo mucho que tu estúpido infantilismo influyó en todo eso.
Vi como Devora se volteaba y seguía a Allison sin siquiera defenderme, sin siquiera quedarse para poder resolver las cosas. Solo la siguió como un cachorro a su madre.
Maldije para mis adentros. Jamás había tenido tanta rabia en mi vida ni tantos deseos de golpear a alguien así que me volteé para tomar mi bolso, pero en el proceso me encontré con una despeinada Rose. No lo pensé dos veces y la abracé.
—Cómo lo siento, Rose.
A pesar de todo, me respondió el abrazo y no me soltó.
—¿Qué hacías ahí?
Miré de reojo a Teresa. Estaba tan molesta, pero, aun así, seguía de mi lado.
—Yo le pedí que me acompañara. Fue mala idea y lo siento.
Rose me soltó y le asintió a Teresa sin creerle mucho.
—Bueno, al menos disfrutaste la pelea.
—Siempre las disfruto. No es nada personal.
Como penitencia, Teresa se encargó de llevarnos a casa. Eran las tres de la madrugada cuando mamá abrió la puerta y soltó un extraño grito al ver la frente de Rose. Como si estuviese por quebrarse, me ayudó a acomodarla en el sofá y le preparó algo para comer. Yo me quedé mirándola y pensando en las formas posibles de preguntar lo que quería sin ser invasiva.
No era posible.
—¿Qué pasó entre Devora y tú?
—Se acostó con una de mis exnovias. Fue hace años, pero las atrapé en mi cama. Algo así no se olvida—asentí y pasé el cotonito de algodón por su frente con el mayor cuidado que pude—. No quiero que pienses que estoy contigo para vengarme de ella. Eso pasó hace muchos años. Ya no me importa.
—Está bien—intenté sonreírle, pero las palabras de Devora seguían en mi cabeza ¿y por qué necesariamente? No era como si mis palabras fueran tan importantes para ella—. Al demonio Devora y Monique.
Rose me sonrió y se acercó con su usual delicadeza.
—Al demonio—me uní a su sonrisa y no me alejé—. No te dije lo hermosa que te ves esta noche.
—Bueno, los puntos en la frente no te quedan nada mal.
La hice reír justo cuando mamá llegó cargando un poco de sopa y un vaso de jugo. La chequeó un par de veces y luego me miró a mí.
—Considerando que estás golpeada y tu auto quedó en el bar, puedes quedarte con Katherine. No podría cargar con un accidente. Yo iré a dormir.
Abrí la boca mientras Rose le deba las gracias, pero no comenté nada.
La ayudé a subir las escaleras en caso de que estuviera mareada y quité las sábanas para ella. Mientras lo hacía solo pensaba en que jamás había dormido con nadie que no fuera Devora y en verdad no quería dormir con nadie más, pero si decía eso arruinaría todo.
—Katherine, puedo dormir en la habitación de invitados—la miré y al mismo tiempo vi mi rostro en el reflejo del espejo. Lucía tan asustada y no quería estarlo—. Yo lo entiendo.
Estaba cansada de ser tan torpe. Devora llevaba casi tres meses durmiendo con Allison sin ningún problema ¿Por qué yo no podía hacer lo mismo?
—Al demonio la habitación de invitados.
Quitarnos la ropa fue casi ceremonial. Fui cuidadosa de no pasar a llevar mi ropa interior y ella, a pesar de estar adolorida, no tuvo problemas en mirar gran parte del proceso. Al principio se sintió incómodo estar expuesta a otra persona y lo único que alivianó la presión fue verla imitándome.
Ninguna necesitó decir nada más. Solo nos acostamos lado a lado y nos cubrimos hasta el mentón. Dejamos pasar un par de segundos en silencio y no quise destruirlo del todo así que susurré lo más bajo que pude.
—Lamento lo de hoy.
—No te preocupes. Recuerda que tengo su mechón de cabello. Haré un poco de brujería con el aquelarre—solté una risa y, como para confirmarlo, miré el mechón que estaba sobre mi mesita pareciendo un botín de guerra—. Siempre que quieras, voy a estar ahí. Solo tienes que llamar.
Levanté mi mirada para encontrarme con sus brillantes ojos pardos. Pensé que tal vez por algo pasaban las cosas y quizás Rose era mi nuevo comienzo. Así se sentía cuando subí mi mano a su mejilla y me di un pequeño impulso hasta sus labios. Apenas los rocé, pero ella no dejó que me alejara.
Sus besos eran distintos a los de Devora. Ella parecía igual de nerviosa que yo al besarnos, no como Devora que siempre estaba en control, sabiendo exactamente cómo mover su lengua y el resto de su cuerpo y cuando separar nuestros labios para mirarme.
Los besos de Rose eran diferentes, pero eran igual de buenos. Me hacían sentir cómoda y con el permiso de avanzar a mi propio ritmo porque también era el suyo. Las dos estábamos avanzando de un lugar que nos dejó heridas, pero no había presiones externas entre nosotras.
Estaba cómoda, pero aun así no podía dormirme. La vi dormir unos cuantos minutos hasta que la pantalla de mi celular se iluminó y leí el mensaje de un número desconocido.
¿Te gusto la introducción de esta noche? Espero que si porque el lunes empiezan los cinco meses. Prepárate. —D.A. W
Cerré los ojos y unas cuantas lágrimas escaparon nuevamente porque sabía muy bien que si mi relación con Devora había mejorado toda mi vida ahora podía acabar conmigo.