Devora
Cuando Allison volvió, le pedimos a Joe y Rita que se llevaran a Cody al zoológico porque queríamos alejarlo del que ya estaba formándose en casa y que no era para nada agradable como las nutrias abrazándose o las suricatas observándote como pequeñas acosadoras.
Mantuve el silencio luego de las primeras cien veces en que le dije que no había pasado nada s****l entre Chloe y yo. Me quedé sentada viendo como preparaba la mochila de Cody y miré a Joe negando con la cabeza desde la puerta y reprochándome como un padre avergonzado.
Lo sabía, yo no era la persona más confiable en el mundo, pero absolutamente nadie me daba un voto de confianza. Era algo doloroso, en especial cuando había hecho lo correcto por alguna condenada vez.
—Dime al menos que no usaste mi cama para revolcarte con esa puta de Chloe.
—Última vez que te lo digo: ¡No tuvimos sexo! —Allison no se detenía a mirarme, solo caminaba por su casa mientras maldecía el día en que había permitido que yo entrara a su vida otra vez—. Escuchaste a Chloe. Estuvimos a punto, sí, pero nos detuvimos. No estábamos tan ebrias.
—¿Qué se siente?
Quedó dándome la espalda mientras miraba por la ventana que daba al jardín trasero. No entendía su pregunta, pero bajé el tono de voz porque ella también lo había hecho.
—¿Qué cosa?
—Que no te crean.
Ahora si sabía a qué se refería.
Cuando ella me había engañado culpó al alcohol, pero no fue suficiente para alivianar mi dolor. No podría solo perdonarla si la atrapé en un cuarto completamente desnuda y recibí extraños mensajes en mi celular.
Detestaba pensar en el pasado, pero era inevitable y ahora era peor ¿Qué tal si en verdad ella estaba demasiado ebria y no había hecho nada? ¿Y qué si yo la hubiera perdonado? Mi vida sería muy distinta ahora, habría evitado tanto y habría ganado más.
—Se siente mal, Allison, pero esto no hace referencia a lo que pasó años atrás.
—Yo ni siquiera recuerdo quien era la chica ni lo que pasó. Desperté en un hotel después de una fiesta y tu recibiste toda la información ¿No te parece un poco sospechoso?
—Ya no importa, Allison.
—¡A mi si me importa! Sé que te lastime, créeme que lo sé. Sabía todo lo que habías pasado y que tenías mucha confianza en mí. Me dolió haberte herido, me dolió incluso más que todo lo que hiciste después y a diferencia de la mocosa esa por la que tanto suspiras, yo no te lastimé planeándolo. Yo no te rompí el corazón por algo tan estúpido. No entiendo por qué me juzgaste tan duro y a ella no.
—Es...diferente.
—No, no lo es—finalmente se dio la vuelta y se quedó mirándome, sin ninguna expresión en su rostro—. No te quiero aquí, vuelve a tu departamento. Otra vez nos turnamos a Cody. No quiero verte cada día por el resto de mi vida. Ya he tenido suficiente estos ocho años.
—Allison... —caminé hacia ella y levantó una mano deteniéndome—. No te voy a rogar que me dejes quedarme, pero piensa en Cody.
—A diferencia tuya, yo siempre lo hago—su mirada pasó de mis pies a mis ojos y por unos segundos me sentí aterrada de que volviéramos a odiarnos—. Dejaré que te quedes si me prometes que dejarás atrás a Katherine, que te vas a preocupar solo de Cody, como yo lo hago. Deja todo el resto atrás de una maldita vez.
—¿Por qué me haces esto? ¡Ya dejé todo atrás!
—¡No lo has hecho! —su grito hizo que incluso Pirata pensara dos veces antes de maullar de nuevo. Lo entendía—. Quiero que sanes, que dejes de pensar en personas que solo te han lastimado. Quiero hacerte un bien.
—Estoy bien.
Soltó una risa y vi todo el recorrido de una lagrima que se deslizó por su mejilla derecha. No terminó su camino porque de inmediato se la quitó con la manga de su chaqueta. Era Allison después de todo.
—La quieres de vuelta ¿No? —me mordí la lengua. Al parecer mi actuación de "Te superé Katherine" no estaba convenciendo a nadie—. Jamás me amaste.
—Si lo hice.
—No, no lo hiciste. Jamás tuviste la intención de mantenerme a tu lado sin importar qué. Ahora la tienes—caminó alrededor del sofá y cargó a Pirata en sus brazos para entregármelo —. No puedo dejar que te quedes aquí. Me duele más de lo que pensaba.
—Lo lamento, Allison. Si pudiera devolver el tiempo, sabes que haría todo diferente.
—Probablemente solo lo harías peor. Tienes un talento para eso.
Intentó reír, pero no la dejé. La besé esperando que me respondiera y cuando lo hizo, solté a Pirata. Sus dedos se entrelazaron con el cabello de mi nuca y curiosamente se sentía perfecto. Siempre debió ser así, como Cody decía: Devie, Ally y yo contra el mundo.
Jamás debí buscar a nadie más. Tenía todo con Allison y ella tenía razón, no me había lastimado planeándolo y no me había dejado cuando probablemente la necesitaba más. Ella no jugó conmigo y, años atrás, debí darle la oportunidad que merecía.
Cody llegó a la casa sosteniendo un enorme algodón de azúcar en su mano y le contaba a Rita datos curiosos sobre los lémures. Joe los seguía y apenas cruzó la puerta su mirada se detuvo en nosotras. Parecía contenerse las preguntas mientras Cody nos contaba sobre su experiencia.
Cuando dejó de ser la pequeña criatura que nos mantenía unidos, los cuatro nos dividimos. Rita, en un extraño y poco sorprendente cambio de eventos, prefirió estar con Allison y competir en la cocina como si estuvieran en la final de Masterchef. Joe, el único que seguía actuando con normalidad, se sentó junto a mi cerca del porche y miramos a Cody jugando con Grey.
—Quiero que sepas que creo que estás equivocándote, metiendo las patas hasta el fondo.
Lo miré de reojo y suspiré. A Joe no se le escapaba absolutamente nada y siempre sabía cómo aconsejarme o hacerme cuestionar toda mi existencia. Con razón nunca lo escuchaba.
—Joe, lo último que necesito son consejos tuyos. No son basados en hechos reales, solo en todos esos programas de cable que ves con Rita.
—No necesito programas para saber cómo funcionas cuando estás herida. Te presionas para superar las cosas y no funciona, jamás te ha funcionado. Quizás solo debes enfrentar el dolor y vivirlo…
—Aun amo a Katherine—lo miré y él me sostuvo la mirada a pesar de lo sorprendido que estaba ante esa confesión—. Pero ¿De qué sirve?
—Sirve de mucho. No te digo que vayas y vuelvas con ella, pero no juegues con Allison. Sabes que te adoro, pero a ella también. No merece más dolor. Ninguna.
—No estoy jugando con ella, ambas ya superamos los problemas.
—¿Con sexo? ¿En verdad existe gente a la que le funcione?
Solté una risa y negué con la cabeza porque lo dudaba.
Desde que me fui a vivir con Allison dormíamos juntas, sí, pero jamás volvimos a hacer el amor, ni siquiera estuvimos vagamente cerca de tener sexo. Ella me quería, pero eso era lo increíble sobre Allison: ella se amaba tanto que jamás se entregaría por completo a alguien que anhelaba a otra persona.
—Fue una tregua, mi querido y entrometido amigo. Quedamos en un...punto intermedio.
El punto intermedio significaba que Allison me ayudaría a olvidar a Katherine. No en plan de "un clavo saca al otro" sino en plan de disfrutar las cosas buenas.
Nos enfocaríamos en Cody, lo matricularíamos en la misma escuela de Avril, donde Allison había conseguido trabajo. Era el motivo por el que había regresado antes, la habían llamado para que empezara a dar clases lo antes posible y yo, por más que lo detestara, terminaría la universidad.
—¿Nos dejarás? —Nicole me tomó de los hombros para mecerme con fuerza en un intento desesperado por hacerme despertar—. ¡No puedes!
—Trabajaré los fines de semana, pero tengo que terminar el último año. Me dieron una oportunidad que no puedo rechazar.
—¿En serio? Quizás yo también pueda retomar los míos—Megan se quitó el delantal y me sonrió—. También dejaré el bar.
—¡Oh no! Ya, deténganse ahí—Kiara, la dueña del bar, se levantó de inmediato de su silla y apretó la mejilla de Megan—. Ustedes están atadas a este bar. Devora jamás será perdonada por abandonarnos.
—¡Oh vamos, Kiara! —sostuve sus manos y ella fijó su mirada en la pared—. Solo piensa en cuánta clientela joven atraeré si voy a la universidad.
—Eres una rompecorazones, Devora. ¡Nos rompes el corazón a todas y tratas de chantajearme con más clientes! —asentí rápidamente y ella sonrió—. ¿Como sabias que iba a funcionar?
—Instinto.
Ni siquiera era medianoche cuando me perdí en mi copa recordando a Katherine. Me pasaba al menos veinte veces al día y, para ser honesta, me pasaba con cualquier líquido, hasta con el agua. Ahora era peor porque nadie intentaba sacarme del transe y yo seguía ahí, recordando todo muy bien.
—Es una locura, Devora ¿Quién se lanza al lago cuando está lloviendo?
Me terminé de bajar los jeans y quedé solo con mi ropa interior. Katherine seguía mirando indecisa desde la orilla. El día estaba normal, no hacía frío como para temblar y tampoco estaba caluroso como para desnudarse, pero ahí estaba yo, rompiendo la normalidad.
Ese punto del Michigan era mi favorito en cualquier estación del año, pero gracias a mis días de parranda con Joe, había descubierto que en las noches de otoño el agua era más tibia que el resto del año. Katherine no me creía.
—Si vas a hacerlo, hay que hacerlo bien ¡Quítate esa chaqueta!
Katherine lo pensó varios segundos, pero cuando me vio metiendo los pies en el agua, pareció decidirse a no quedarse atrás. Su ropa voló por los aires e intentó ocultarse, pero fue inútil. Le estiré mi mano mientras caminaba hacia mí, lento pero seguro. Así era Katherine.
Cuando sus pies estuvieron hundidos pareció relajarse y me entregó una gran sonrisa.
—¿Haces esto a menudo?
—No lo hacía desde los veinte—hundí mi cabeza y cuando salí tuve que buscar a Katherine que se había adentrado más—Hey, no. Vuelve aquí...sé nadar, pero no puedo contra pirañas.
—Lo más peligroso aquí es la basura—se volteó a mirarme y sonrió—. Hay que hacerlo bien ¿No?
No dudé en nadar hasta ella y, cuando estuvimos frente a frente, mis pies eran los únicos topando el fondo. Ella levantaba la cabeza en un intento de no hundirse así que me acerqué lo suficiente hasta que acomodó sus manos en mis hombros para mantenerse a flote.
—¿Por qué siempre siento que estoy a punto de morir cuando estoy contigo? —la vi sonreír y esperé que continuara—. De seguro no está bien.
—¿Esto?
La acerqué más a mí y rocé mi nariz con la suya hasta que nos besamos. Fue un toque rápido porque no quería desviarla del tema. Había pocas personas a las que me interesaba escuchar y Katherine era la clase de persona a la que me gustaba escuchar incluso cuando hablaba dormida.
—Olvídalo.
—No, solo escúpelo. Soy fuerte.
Sonrió y negó con la cabeza mientras nos volvíamos a besar, ahora con más lengua y lentitud.
—Es demasiado intenso para mí—su frente se quedó pegada junto a la mía y sus piernas se enredaron en mi cintura—. Soy muy nueva en esto y supongo que por eso no quiero estar con nadie más que no seas tú.
—No es porque seas nueva. Yo soy una veterana en esto y siento lo mismo.
Amaba a Katherine cuando era honesta sobre lo que estaba sintiendo, pero también amaba lo honesta que yo me volvía en su presencia. Por primera vez sentía que no debía tener una armadura y armas afiladas para defenderme, que podía quitar el escudo de mi pecho y dejarlo abierto porque ella jamás me atacaría.
Quería a Katherine en ese momento, la quería ahora y la querría siempre. Estaba simplemente fuera de mi control y al fin podía entender por qué no se elige a quien amar, pero también entendí por qué alguien que dice amarte es quien más puede herirte.
Yo le había dado ese poder sobre mí, lo hice conscientemente y lo peor era que volvería a dárselo.
—¡Kelly llamando al planeta Devora!
Salí de mi trance para ver a Kelly sentarse frente a mí. Traía una copa entre sus dedos y una enorme sonrisa en su rostro. Traté de no preocuparla de más, así que le sonreí de vuelta.
—Kelly se ve muy guapa esta noche.
—Me gustaría mentirte y decir que te ves increíble, pero no lo pareces.
—¡Hey! Este vestido es de Victoria Beckam—estiré mis brazos para que pudiera ver cuán bien me quedaban los vestidos negros—. Y lo luzco condenadamente mejor.
—Se vería mejor con una sonrisa.
—Ya pronto sonreiré como la hiena que solía ser.
Mientras ella reía yo miré la entrada. Allison acababa de llegar por mí y ya parecía asfixiada en ese ambiente tan ajeno a una chica que prefería los bordados y cupcakes. Me levanté de mi asiento para que me viera y Kelly me imitó.
—Mi guardaespaldas está aquí—Kelly frunció el ceño extrañada y se volteó hasta donde yo apuntaba—. No es Kevin Costner, pero Allison no se queda atrás.
—¿Es...? —aclaró su voz y me miró—. ¿En serio es tu novia?
—¡Diablos, no! Allison es como...una amiga o quizás una madre.
Cuando llegó a estar frente a ambas me sonrió y luego miró a Kelly que parecía hacerse un charco ahí mismo.
—Cierto, no las he presentado oficialmente. Kelly, esta es Allison, Allison esta es Kelly. Me gustaría ponerles adjetivos, pero son demasiado increíbles para tratar de hacerlo.
Allison puso los ojos en blanco ante mi comentario mientras saludaba a Kelly. Las dejé solas y me fui a despedir de las demás, pero Nicole me detuvo antes de que pudiera caminar de regreso con mis exnovias.
—¿Trabajarás hoy? ¡Por favor! El último viernes y nuestro espectáculo de despedida.
Me encantaba sentir cualquier tipo de adrenalina y que Nicole me lanzara botellas era de mis experiencias favoritas así que no tardé mucho en acceder a quedarme esa noche a "trabajar".
Fue la peor idea que he tenido.
Allison no se quedó y lo agradecí. Me gustaba demasiado haber vuelto a mi personaje de "Devora, el atractivo principal". Me di cuenta de que mi coquetería estaba intacta, seguía siendo fácil conseguir sonrisas, números de teléfonos e invitaciones a salir, pero no llegaría así de lejos. No después de Katherine.
Pero cuando ya más de medianoche me di cuenta de que era pésima idea volver al alcohol después de casi seis meses sobria o no tan ebria. Mi cabeza no lo resistía y, para empeorarlo, me puse de mal humor y completamente desinhibida.
Bueno, más desinhibida de lo normal.
—Ya basta...no quieres hacer eso—miré de reojo a Megan justo antes de intentar sacar con mis dientes el dulce de la boca de una chica—. Tienes novia.
—¡No! Es una amiga con beneficios que prácticamente son comestibles. Y no, no estoy hablando de su entre pierna. No he comido de esas hace demasiado tiempo para ser honesta. Se trata más de pasteles y galletas que me harán obesa. Este dulce no va a empeorar nada.
Iba a sacar el bendito dulce de la rubia cuando Megan me jaló del cabello y me hizo ver a la entrada donde otra rubia estaba entrando.
Katherine.