Prólogo
Miro a todos lados sintiendo que me miran. No sé en qué momento se me dió por venir a este bosque, tal vez la tanta murmuración de las personas hacia él, hacía que aumentara mi curiosidad. Camino lentamente alumbrando con mi celular, el sonido de los grillos y otros insectos resuenan en el lugar.
"Oh vamos Cony, sal de ese lugar"
No sabía si hacerle caso a mi mente o no, pero, mi curiosidad por saber que cosas ocurren aquí hace que no me marche y me quede.
De un momento a otro se escuchan pisadas, me asusto inmediatamente. Tomo mi celular y apago la linterna. Empiezo a caminar con prisa al sentir cada vez las pisadas cerca de mí. Mi cerebro capta que se trata como de garras de un animal, corro sin importar que me escuchen.
Paso por los arbustos y árboles sintiéndome acechada cada vez más. Mis piernas me fallan al momento de tropezarme con un tronco. Grito con todas mis fuerzas, me duele mucho el tobillo. Trato de levantarme pero una mano que no logro distinguir de quién se trata, toma mi brazo. Asustada miro hacia la dirección, trato de buscar mi teléfono en la tierra y no lo encuentro. Miro a mi derecha buscando la mano pero de repente empiezo a sentir sueño, ¿Qué rayos? ¿Por qué tengo sueño?
Trato de mantenerme despierta, pero esto parece ser imposible. Noto como me levanta y me apoya en su hombro miro hacia arriba y lo único que captan mis ojos son unos ojos rojos. Tan profundos y siniestros que me hacen sentir pánico y terror al mismo tiempo.
Trato de mantener mis ojos abiertos. Es difícil cuando tu cuerpo no te responde y tus ojos no dejan de mirar la criatura extraña frente a ti. Es como si estuviera hinoptizada, mi mente está a mil por hora, pero mi cuerpo no quiere hacer lo que mi mente le está ordenando en estos momentos. Y es huir...
Quiero correr, gritar ¡Auxilio! Y marcharme de este maldito pueblo lo antes posible.
Pero no puedo.
Mi cuerpo empieza a perder estabilidad, poco a poco, la penumbra negra a su alrededor me embarga. Y empiezo a debilitarme...
Pero mi alma siente paz, cómo si estuviera en mis últimos suspiros de vida...
Trato de mantener mis ojos los más abiertos posibles. De su boca luce una sonrisa siniestra. De esas que te indican que vas a estar en peligro, de esas que te erizan la piel pero no de una forma violenta.
De esas que te indican que tu vida en este mundo ha acabado.
No deja de sonreír, luce tan terrorífico y a la vez impactante. Jamás había visto esto y siento ¿Fascinación? No lo sé, solo sé que me voy a volver loca si sigo dejando que controlen mi cuerpo.
Intento moverme pero es en vano. Es como si de una fuerza a mi alrededor se tratara, la cual adormece mi cuerpo, quedándome inmóvil. Parpadeo porque esta, está más fuerte que al principio y simplemente no puedo más... Me rindo ante el oscuro y siniestro vacío del bosque. Empiezo a ver borroso, hay una calma en mi alma... ¿Esto es morir? Porque se siente tan bien o al menos eso me lo hace sentir esa cosa.
Mis párpados pesan y ya no puedo más. Lucho para que se mantengan despiertos pero es imposible, algo hace que los cierre por completo. Mis sentidos se apagan, todo alrededor se siente tranquilizante y dejo de luchar con querer abrir los ojos.
El calor de un cuerpo es lo único que siento... Trato de conectar mi mente pero no me funciona, me siento inútil. El calor es reemplazado por la arena húmeda, ¿Qué hace? Empiezo a alterarme, mi corazón no bombea, no siento los latidos. Algo afilado se pasa por mi mejilla cortándola y es doloroso. El frío suelo, mezclado con la herida abierta en mi mejilla, me hace sentir frustrada. Al no tener respuesta de mi cuerpo.
Y luego de eso, pierdo totalmente la conciencia.