capítulo uno
Estaba haciéndolo de nuevo.
Desde que se habían instalado en el apartamento de arriba, un mes atrás, el nuevo vecino no había dejado de martillar y hacer ruido, lo que volvía imposible cualquier intento de concentración.
¿Como podría escribir con ese ruido constantemente?, ¿Acaso no sabía que a algunas personas les gustaba pasar el fin de semana tranquilas?
Suspiré pesadamenate y redoblé mi esfuerzo por concentrarme, pero ¿qué demonios estaba haciendo arriba?.
¿Agujereaba la pared a puñetazos?.
Me quite mis gafas de leer y las puse en la mesa de madera. Todo eso me estaba empezando a parecer ridículo.
Tenía que hacer algo, y me levanté para ir a la puerta, eché hacia atrás mi coleta rubia y salí.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando mis pies descalzos pisaron el frío suelo de madera.
No era así como había imaginado tener una primera conversación con un vecino. De hecho, no planeaba tener ninguna conversación. Uno de los motivos por los que me había trasladado a la ciudad fue para estar más al día con mi trabajo, para escribir con más frecuencia, o bueno por lo menos para intentarlo.
Para cuando llegué a la siguiente planta, me sentía realmente exasperada. Cada golpe parecía hacer temblar todo el viejo edificio. Llamé a la puerta.
Y la respuesta fue otro martillazo.
Volví a llamar aún con más fuerza.
─¡Señor!─Grite enojada.
─¡Un momento!¡Enseguida voy!─Exclamó con brusquedad una voz desde el interior.
Como si fuera él al que estuvieran molestando, me cruze de brazos, esperando a que la puerta fuese abierta para reclamarle al vecino su mal educada conducta.
La puerta se abrió.
¡Dios mío! pensé. Al otro lado del umbral de la puerta se hallaba el hombre más increíblemente atractivo que había visto en toda mi vida.
Su rostro era realmente atractivo con su cabello n***o y sus ojos verdes que le daban un aire misterioso. Y aunque yo estaba enfadada y lo había criticado por su mala conducta, no pude evitar girar mi cabeza para tomar una buena mira de él.
Debía de ser unos años más joven que yo, y sostenía en la mano un gran mazo, origen obvio del ruido.
Aquello hizo que saliera del incomodo estado de embelesada contemplación.
─¿Señor....?─repiti para asegurarme.
Los ojos color esmeralda me recorrieron lentamente de arriba a abajo.
─¿Quién necesita saberlo?.
Si pensaba que su clara y audaz evaluación ocular me iba a amedrentar, se equivocaba.
Si, era guapo, y si, había captado mi atención pero no podría permitirme ser una tonta que fue deslumbrada por un hombre.
¿Quién se creía que era? ¿Esa era su primera impresión? Si la cosa tenía que ser así, entonces, por supuesto, podría ser todavía más clara.
─ Eliza allen, su vecina de abajo.
Él asintió.
─¿La escritora?, ¿Qué puedo hacer por usted, señora allen?.
─Señorita ─Lo corregí, aunque no supe muy bien por qué, se sintió bien hacerlo.
Sus bíceps se tensaron cuando dejó el mazo apoyado contra el marco de la puerta y se cruzó de brazos imitando mi postura.
─¿Y qué puedo hacer por usted, seňorita
Allen?─ Lo volvió a decir asentuando el "señorita".
─Últimamente ha estado haciendo mucho ruido.
─Estoy renovando el baño principal.
Esa era su explicación, de ese ruido tan insoportable que había hecho imposible escribir sin que mis pensamientos se detuvieran a causa de los martillazos.
Pero no había manera de que la situación continuara así. No quería tener que dejar mi trabajo a medias por culpa de alguien que no tomaba en cuenta a los demás.
─Mmm─ asentí momentáneamente
distraída.─ Yo estoy tratando de concentrarme en mi trabajo, me estoy quedando atascada en el proceso, no puedo pensar en nada más cuando estoy escuchando el maldito martillo golpeando la pared.
Entonces el se rió, como si lo divertiera un montón. Me sentí un poco avergonzada, pero aún así seguía enfadada.
─ Es dificil utilizar el mazo sin hacer ruido, es una actividad ruidosa por naturaleza.
Me irrite aún más al escuchar el condescendiente tono de mi vecino.
─Yo estoy tratando de hacer mi trabajo también, ¿sabe?─dijo, mientras levantaba el martillo de nuevo y lo golpeaba en el muro─Si puedo trabajar con el ruido del barrio, ¿qué le impide escribir su libro con el ruido que yo le estoy haciendo?.
─Estoy tratando de trabajar ─dije con un poco de frustración.─Necesito escribir para cumplir con mi fecha de entrega para mi libro, ya había estado atrasada por culpa de algunos otros problemas y ya no puedo permitir que esto siga siendo un problema, por favor, ¿no podría hacer algo para parar tanto ruido por el resto del día? ─Pedí con amabilidad.
─Lo siento. Es imposible. Si quiere, pase y le hago una demostración. Incluso le dejo manejar el martillo.
─No..yo... ─¿Estaba coqueteando conmigo? Su audacia me desconcertó por completo dejandome momentáneamente muda.
Entonces, de pronto, un largo silencio. Él me observaba, se había puesto un poco más cerca, y mi corazón empezó a latir con más fuerza.
Tuve que respirar profundamente antes de volver a hablar─. Escuche, seňor, tengo mucho trabajo que hacer...
─Y yo─interrumpió, y se acercó un paso más hacia la puerta mirandome directamente a los ojos como si quisiera decirme algo más.
─Perdone, ¿qué?─dije en voz baja, intentando hablar lo más claramente posible.
─Es sábado por la tardé...─continuó él.─ Que yo sepa es totalmente aceptable que me dedique a arreglar mi casa durante el fin de semana, si le molesta tanto el ruido le sugiero que vaya a otro lugar.
Me quedé viendo como su mirada me desafiaba a decir algo. Y, aunque no sabía exactamente qué, sabía que tenía que hacerlo.
─En ese caso, podría intentar utilizar una herramienta menos ruidosa o, si es necesario, hacerlo en otro momento?.
─No creo que pueda ser posible, tengo muchas cosas que renovar, y si no le importa no tengo tanto tiempo como usted para desperdiciarlo en tonterías. Y ahora, si me disculpa, tengo unas cuantas baldosas que quitar─ Dijo él a la vez que alargaba su mano hacia la manija de la puerta.
─¡Espera! ─Interpuse mi pie descalzo para evitar que cerrará la puerta. Afortunadamente el lo notó ─¿Y el ruido ¿Qué se supone que deba hacer hasta que termines?.
─En la esquina de la calle, hay un café. Personalmente le recomendaría quedarme allá en las tardes.
Apenas y tuve tiempo para quitar mi pie antes de que me cerrará la puerta en la nariz.
Me sentí humillada por su argumento de "quédate en un café", ¡Qué tontería!.
...
Las cinco de la mañana de aquel lunes, me había quedado despierta hasta la una de la madrugada, revisando mi manuscrito segundos antes de enviarlo a la editorial.
Aunque me habría gustado dormir más, estaba muy feliz y entusiasmada después de haber enviado mi manuscrito a mi editor.
Había pasado muchas horas revisando cada detalle del texto, para poder enviar a mi editor algo de alta calidad.
Más allá del cansancio físico, yo había trabajado tanto por ese sueño que
no me importaba en lo más mínimo.
Ahora, con eso fuera de mi mente, al fin y al cabo, podría ir a la cama y descansar un poco. Pero antes de todo eso quería tomar un baño.
Arroje la computadora portátil a la cama con un suspiro mientras me encaminaba hacia la ducha.
Pero cuando aparté la cortina de la bañera y abrí el grifo del agua caliente no salió nada de este.
Con el ceño fruncido, probé el grifo del agua fría... y tampoco pasó nada. Alguien había cortado el agua.
¡Aquello no podía estar pasando! Sinti ganas de ponerme a chillar de la frustración. ¿Dónde estaba el agua? ¿Se me habría pasado por alto alguna nota de aviso en la entrada? Me asomó al exterior para cerciorarme, pero no había ninguna nota en mi puerta.
Sinti ganas de ponerme a llorar del enojo. ¿Por qué me tenía que pasarme ésto precisamente éste día? ¿Por qué no había sucedido el fin de semana...?
¡El fin de semana! Al comprender lo sucedido, me encamine de nuevo con paso firme hasta la puerta.
Sabía exactamente lo que había pasado. ¡Y lo que había pasado tenía que ver con el intolerable que vive arriba!.