Cuatro

2170 Palabras
     Dos días después, justo cuando pensaba que Lucke y yo habíamos comenzado a tener una pacifica no-relación, él lo jodió.    Comenzó cuando me metí a la ducha, era miércoles, por lo tanto tenía clases muy temprano en la mañana. Cuando salí de la ducha rápida, me encontré con que no tenía toalla, lo que era extraño, ya que siempre las tenía en el baño y nadie había entrado. Seguramente mi querido hermanastro las había robado para molestarme, estaba pensando en cambiar de cerradura y pasarle seguro cada vez que saliera de mi habitación, incluso si sólo era para ir a la cocina por dos minutos, él era peligroso.    Suspiré con irritación, no podía hacer nada, ni siquiera gritar para que alguien me trajera una toalla, los únicos en casa éramos Lucke y yo, y ya que él me las había robado, no creía que me prestara mucha atención. Tomándome todo con calma, tomé la pequeña toalla que usaba para secarme las manos, era diminuta y no serviría mucho en mi cuerpo. Pero algo era algo ¿no?    Intenté secarme un poco, pero sólo pude hacerlo con los brazos, la otra parte de mi cuerpo seguía empapada. Molesta, decidí que era una pérdida de tiempo, no iba a lograr secarme con la pequeña toalla. Tendría que salir y buscar una por algún lugar de la habitación, recordaba haber visto un par al fondo del armario, ellas seguramente ayudarían.     Abrí la puerta del baño lentamente, el aire frío se filtró haciendo que mi piel se erizara. Contuve un gemido y puse la pequeña toalla entre mis piernas, tratando de al menos ocultar mi parte más intima. Di un paso hacia afuera y cerré la puerta, fui directamente hasta el armario, en busca de la bendita toalla. En serio tendría que buscarme una nueva cerradura si pensaba vivir en esta casa, Lucke me la haría difícil cada vez más. Y ni siquiera lograba en tender porqué, yo no le había hecho nada malo, seguramente sólo quería hacerme sufrir para hacer sufrir a su padre, era evidente que no tenían la mejor relación.    Gruñí cuando no encontré ninguna malditas toallas. ¿También las había tomado de allí? ¡El chico estaba loco! —Déjame decirte hermanita que tienes un culo fantástico —murmuró una voz detrás de mí.    No, no podía ser.    Me giré.    Cuando vi a Lucke mirándome con diversión en su rostro, grité con pavor. Estaba sentado en el taburete de mi tocador, y sus ojos estaban en mi cuerpo, pasando de mis pechos hasta mi entrepierna que aún seguía cubierta por la pequeña toalla. Lentamente borró la sonrisa de sus labios.    Grité de nuevo, fui hasta mi cama y me cubrí con mi manta, mirándolo con nerviosismo. Mi respiración era agitada, y mi corazón podía salirse de mi cuerpo. Nunca imaginé que él pudiera estar aquí cuando saliera de la ducha desnuda.    El muy hijo de puta me había visto desnuda, nadie nunca lo había hecho en mi vida, ni siquiera mi madre. Mis ojos se llenaron por la vergüenza, pero me obligué a mantenerlas detrás de mis ojos. —¿Qué demonios haces aquí? —pregunté, casi tartamudeando.    Me dio una sonrisa torcida. —Esperaba que pudieras hacerme un baile erótico —murmuró sin borrar la sonrisa—. Si me excitas con sólo estar desnuda, no quiero pensar lo que harías si mueves ese pequeño y respingón culo tuyo.    Mi boca cayó abierta.    Justo antes de que mis ojos fueran hasta su entrepierna. Y sí, estaba duro. Apreté más la manta contra mí, pero no por miedo a mi hermanastro, miedo a mi misma. ¿Por qué mis pezones se pusieron erectos? En cuanto él dijo la palabra “excitar” mi v****a se contrajo, pero eso estaba mal, yo no debía excitarme porque a él lo excitara mi cuerpo ¡y no debía estar aquí! Tendría que hablar seriamente con su padre, acosarme y provocarme no era la mejor manera de tener una relación saludable.    Alcé mi vista a sus ojos de nuevo, tenía una ceja alzada y me miraba con malicia. Si él no fuera tan atractivo, las cosas serían mucho más fáciles. —¿Tú me quitaste mis toallas, cierto? —pregunté, fulminándolo con la mirada. —No, el hada de la limpieza se las robó —contestó con burla. No había remordimiento en su voz.    Tomé la manta y la envolví alrededor de mi cuerpo, cubriéndome con ella. Mi hermanastro sonrío y se levantó del taburete, dio un paso hacia mí, justo cuando yo daba un paso hacia atrás. Esto era tonto y estúpido, me miraba como si yo fuera su presa, como si quisiera comerme. Las palabras de Nikki en mi cabeza, ahora si le daba la razón a la chica, Lucke estaba mirándome como si quisiera hacerme suya. Y no iba a permitirlo. —Vine a decirte que tu madre te ha llamado —murmuró deteniéndose frente a mí—, cuando termines ve y llámala.     Me guiñó un ojo y se dio la vuelta, saliendo de mi habitación.    Jadee y me senté en mi cama, tratando de asimilar lo que había pasado. Esto estaba yéndose de las manos, dentro de poco tendría a Lucke en mi ducha, mirándome mientras me bañaba. Estaba segura de que él sería capaz de hacer algo así, como un completo psicópata.    Aseguré mi puerta y me vestí rápidamente. Mi corazón aún palpitaba fuerte, pero poco a poco me fui calmando. Peiné mi cabello y bajé a la cocina, allí estaba el teléfono. Tenía que llamar a mi madre antes de que comenzara a preocuparse. Marqué su número rápidamente, me había retrasado para llegar a clases por culpa de Lucke, así que eso me dejaba poco tiempo para hablar con mi madre.     Ella contestó al tercer tono, algo extraño, ya que se encontraba en su luna de miel. —¿Cómo estás corazón? —preguntó, apenas descolgó.    Sonreí, aunque sabía que no me estaba viendo.— Bien mamá, ¿qué tal vas tú? ¿Has conocido lugares hermosos? —Oh sí, esto es realmente fantástico. Para tu cumpleaños número dieciocho te traeré a conocer Italia ¡es mágico! —sonreí ante su descripción, ahora si podíamos permitirnos ir a Europa— Aunque estas jaquecas que he tenido me arruinan un poco el viaje, creo que no soy muy buena para viajar en aviones.    Suspiré, al menos ella era feliz. Yo también soñaba con casarme con un hombre como Arthur, uno que me quisiera y me tratara bien. Desafortunadamente, desde que conocí a mi hermanastro, cada vez que pienso en la imagen de mi hombre perfecto, su cara aparece en mi mente, lo que es estúpido e inaceptable, ya que él no tiene nada de perfecto, más que su físico, y eso no ayuda mucho. —¿Te pasa algo cariño? —preguntó mi madre preocupada— ¿Has tenido problemas con Lucke?    Negué con la cabeza, aunque de nuevo, sabía que no me estaba viendo. —No mamá, estoy bien. —¿Segura? Sé que adaptarte a un nuevo estilo de vida es difícil, más a tu edad.    Quería contarle que mi hermanastro me estaba haciendo la vida imposible, pero no podía. Eso arruinaría su luna de miel, mi madre era una persona muy inquieta, si le decía que tenía problemas en mi nuevo hogar, y que Lucke me había visto desnuda, ella se enojaría, luego le contaría a Arthur que a su vez también se preocuparía por mí. No quería molestarlos mientras disfrutaban, se habían casado no menos de una semana y tenían derecho a disfrutar.   ¡Estaban en Italia!  Cualquiera que fuera a ese país mágico, tenía que disfrutarlo.    Coloqué el teléfono en mi otro oído y tomé mi bolso, lista para irme. Mi madre habló de nuevo, su voz preocupada me hizo sentirme mal, ya estaba preocupándola por nada. A Lucke seguramente se le pasará y me dejará en paz. Yo me iba a la universidad en un año, al igual que él, así que sólo quedaban doce meses para que nos separemos, esto no iba a durar para siempre. —Estoy segura —dije tratando de reflejar alegría en mi voz—, me voy al instituto, te llamaré cuando pueda. —Está bien cariño —suspiró—, te quiero. —Y yo a ti mamá.    Cuando llegué al instituto me encontré con Abby. Desayunamos juntas, mientras ella me contaba todo sobre mi primera conquista, inclusive me lo había enseñado mientras caminábamos por los pasillos. Y sí, tenía que darle la razón, el chico era hermoso. Su cabello n***o resaltaba, tenía los ojos azules, un poco más oscuros que los míos. También era alto y delgado, jugaba al fútbol y había un montón de animadoras detrás de él, aunque no parecía muy interesado en ellas.    Rápidamente, me encontré comparándolo con mi hermanastro, haciéndolo ganador a este último. Me regañé a mi misma, no debía estar haciendo eso ¿qué me ocurría? Aunque mi mejor amiga tampoco ayudaba, ya había armado todo un plan para conquistar a Lucke, y no encontraba otro  tema de conversación que él. Hablaba de cómo debía lucir, y de lo sexy que seguramente era su voz. ¡Ni siquiera lo conocía! Pero así era mi mejor amiga, ella se obsesionaba con los chicos, antes de aburrirse y cambiar a otro.    A veces, realmente me preguntaba por qué éramos amigas, ella era tan diferente a mí. Yo a su lado era la chica más aburrida del mundo, pero aun así, Abby siempre parecía estar ahí para mí, y viceversa. Ella podía contarme todo lo que quisiera, y yo la iba a escuchar sin juzgarla. Seguramente era por eso, yo sólo era una muy buena oyente.    Ella me codeó cuando Dereck pasó por mi lado. El chico me miró y me dio una sonrisa suave, antes de perderse por los pasillos. —Es muy lindo —murmuró cuando nos detuvimos en su casillero—, y le gustas. —Abby no nos conocemos. Aún ni me ha escrito tampoco, no le gusto.    Lo decía en serio, Abby le había dado mi número hacía dos días, pero el chico no me había siquiera enviado un mensaje. No quería sonar desesperada ni nada parecido, aunque no dejaba de pensar que si de verdad estuviera interesado, ya me hubiese escrito. Probablemente ya había caído bajo las garras de alguna linda chica popular, lo entendía si así hubiese sido. Yo no era popular, ni nada por el estilo, era como esos otros estudiantes invisibles, nadie aparte de los profesores realmente nos veía; pero me gustaba así, era cómodo.    Mi mejor amiga abrió los ojos como platos, su vista pegada a alguien detrás de mí. Iba a preguntarle que le pasaba cuando escuché una voz muy bonita. —Claro que me gustas.    Me di la vuelta lentamente, y encontré a Dereck mirándome con una sonrisa perfecta. Estaba recostado contra uno de los casilleros, tenía una chaqueta de jeans y una camisa negra. Era atractivo y vestía bien, eso me gustaba. Miré sus ojos, azules y brillantes, y comenzó a ponerme nerviosa. —Hola Dereck —saludó mi mejor amiga dándole una sonrisa brillante. —Hola Abby.     Ella cerró su casillero y tomó su bolso.— Dakota, te esperaré en clase.    Asentí en silencio, los dos miramos como mi mejor amiga se fue caminando por el pasillo y moviendo su culo como sólo ella sabía hacerlo. Miré de nuevo a Dereck, pero él ya estaba mirándome. —No te he podido escribir porque estaba en exámenes —se disculpó—, pero prometo hacerlo hoy. No quiero perder tu atención.    Le di una sonrisa aliviada, contenta de que no me hubiera escrito porque no había tenido tiempo. Había coqueteado antes, pero realmente no sabía cómo hacerlo. —Te estaré esperando —respondí aún con mi sonrisa tonta.    Abby estaría muy decepcionada de mí.                                                               ***    Esa misma noche, mientras estaba en mi cama dispuesta a dormir, un mensaje llegó. Me moví rápidamente y me senté en mi cama, había estado hablando con Abby por mensaje, pero sabía que no era ella, puesto que nos habíamos despedido para ir a dormir. Tomé mis anteojos y mi teléfono, cuando abrí el mensaje, descubrí quien era.    Dereck.    Había pasado la mitad de la tarde haciendo tareas y tratando de ignorar la música que Lucke tenía en su habitación, tanto así que se me había olvidado que Dereck prometió escribirme. Dereck: Hola preciosa. Estoy cumpliendo mi promesa, te estoy escribiendo.   Sonreí y escribí mi respuesta. Yo: Me alegro que lo hagas. Dereck: Hoy estabas hermosa. Yo: Gracias, tu también estabas muy bien. Dereck: ¿Te veré mañana en el instituto? Me gustaría que comiéramos juntos en la cafetería. Yo: Claro, búscame en el salón de inglés, seguramente estaré allí :3 Dereck: Bien :) Que duermas bien, te veré mañana.    Dejé el teléfono en mi mesita de noche y me quité mis lentes, durmiendo con una sonrisa. Al menos había conseguido una cita.
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