Capítulo III

1236 Palabras
Narra Abdiel. Mis puños se encontraban incrustado en el rostro del hombre frente a mí. Esté se encontraba moribundo y ensangrentado. —Perdóname no quise burlarme de ti—dijo arrepentido por sus palabras—. También te juro que te pagaré lo que te debo—logró decir escupiendo sangre. Reí antes sus palabras, como si su dinero me importará. Después de tantos años no me causaba daño lo que digieran de mí aspecto. Pero tampoco permitía que se burlaran de mi de ninguna forma, ya no era ese niño de ocho años que se dejaba de todos, había crecido bajo la tutela de un padre malévolo: él termino de convertirme en el monstruo que soy y eso de cierta parte me hizo más fuerte. Hace tres año él murió, desde entonces he seguido con sus negocios turbios, quise dejarlos pero me encontraba en un círculo vicioso dónde me gustaba estar, quizás porque este era el único mundo que conocía. Tenía bajo mí cargo veinte ferreterías  esparcidos por todo el país, por fuera era como cualquier negocio de ese tipo, pero por dentro se negociaban la venta de armas y municiones ilegales; sn embargo, tenía otro negocio que estaba bajo la ley: se trataba de una hacienda dónde se explotaba la agricultura (sembradíos de vegetales y algodón), prefería pasar mayor tiempo viviendo en el campo que en la ciudad dónde había crecido, quizás por la manera que fui criado aborrecía este lugar tan ruidoso. Solo venía a la ciudad por negocios, pero una vez que supervisaba todo me regresaba a San Jerónimo: un pequeño pueblo agricultor. Salí de mis pensamientos y dejé descansar a mi adversario para darle una oportunidad. —Tienes dos semanas para completar el dinero—le dije—. No intentes huir, porque si lo haces te cortaré en pequeños pedazos y se los daré a mis perros—le dije señalándole con la mirada a mis pitbull quienes habían sido entrenados para atacar y matar. —Lo haré te lo juro— pudo responder. Luego le hice una señal a mis hombres para que lo soltaran. La noche apenas comenzaban y decidí ir a un club de stripper a divertirme un rato. Xander unos de mis mejores hombres me acompañó. Cuando llegamos, nos dirigimos a nuestra mesa, ordenamos algunas bebidas mientras disfrutábamos del baile de una de las chicas en el tubo. No me gustaba venir mucho a este tipo de lugares, pero lo hacía porque aquí tenía el poder de hacer que una mujer me diera las caricias que necesitaba, aún fuera en contra de su voluntad. En ese momento recordé los rechazos amorosos que tuve en mí adolescencia por mí aspecto, las chicas me veían con asco y no querían ni hacerme un simple baile, tuve que agredirlas de una manera brusca y salvaje para que estuvieran conmigo, al principio me sentía mal de tratarlas así, pero con el tiempo esos sentimientos de culpa y otros más desaparecieron de mí ser: comprendí que mí verdadera personalidad era está: ser un hombre salvaje y cruel. Solo así todos me respetarían. Cuando estaba a punto de cumplir la mayoría de edad, me sometí a una cirugía plástica, aunque está no me garantizaba remover o el mejoramiento total mí aspecto, no me importó y lo hice. La piel de mí mejilla fue mejorada levemente ya no era tan pronunciada, ahora mis cicatrices eran más "delgadas " pero aún así no pasaba desapercibido para los demás. El cambio que me gustó más fue mí ojo, ya no estaba hundido pudieron colocarlo en su lugar. Estos pequeños cambios me dieron la fuerza de ser otra persona. Decidí cambiar físicamente por lo menos ser más atractivo y temible a la vista de los demás, para no ser tan desagradable y para que me tuvieran miedo. Hice ejercicio constante hasta llegar a mí objetivo, también me hice varios tatuajes en mí tórax, brazos y abdomen para aparentar ser un maleante, con el tiempo todo lo que representaba por fuera lo fui reflejando por dentro, cambiando poco a poco mí ser hasta convertirme en lo que soy ahora. Después de salir de mis pensamientos les pagué a varías chicas para que nos hicieran un baile. Estás se movieron provocativamente sobre nuestro regazo. La chica castaña que me tocó al principio me observó algo sorprendida por mis cicatrices y no la culpaba todos tenían esa reacción la primera vez que me conocían. Luego como saliendo de un trance comenzó a bailarme, su deber era ese, ya debía estar acostumbrada a bailarle a cualquier tipo de hombre, por unos cuantos billetes. Xander parecía disfrutar más que yo. La castaña no se movía tan mal, me había excitado un poco, así que le dije que quería tener sexo con ella. —Lo siento, debo atender otros clientes—dijo como queriendo huir de mí, sabía que era por mí aspecto aunque me veía un poco mejor la reacción en los demás seguía siendo la misma, y eso me enfureció.  La tomé del cabello y la golpee contra la mesa que estaba cerca de nosotros, su nariz comenzó a sangrar al tiempo que se quejaba del dolor, todos en ese momento voltearon a ver. Xander acostumbrado a esto no dijo nada, la chica que estaba con él se alejó un poco al ver a su compañera en esa condición. —Con esto, no te atreverás a rechazarme de nuevo—le dije con soberbia y sin ningún tipo de remordimiento. Antonio, quién era el dueño del lugar se acercó a mí. —Discúlpame, esto no volverá a ocurrir—dijo nervioso, mientras otras chicas se acercaron a la castaña para llevarla a otro lugar—. Enseguida mando alguien para que limpie —dijo observando la sangre que había quedado sobre la mesa. No era necesario decirle algo, él sabía que su negocio acabaría mal si me hacía enojar más. Me acomode en mí asiento, cuando escuché la música salir por los parlantes, indicando que otra bailarina saldría al escenario. Así que todo volvió a la normalidad y todos observaron a la próxima chica. —¡El club ha adquirido una nueva bailarina, estoy seguro que los dejara impresionado!—comentó el animador—. ¡Con ustedes: mariposa negra!—anunció dejando ver a una mujer con un sexy ropa interior de encaje n***o con medias altas, en su rostro llevaba un antifaz del mismo color, comenzó a bailar en el tubo con mucha agilidad todos los ojos presente la veían hipnotizado. Hasta yo estaba perplejo por sus movimientos, en uno de estos movimientos pude ver un tatuaje de una mariposa negra en su espalda. En ese instante recordé un rumor sobre una especie de asesina o de vengadora quien eliminaba a narcotraficantes o personas con actividad meramente ilícitas que afectaban a las personas de una u otra manera(trata de personas, venta de todo tipo de drogas, entre otras) y que siempre dejaba un dibujo de una mariposa negra sobre el pecho de su víctima, eso era como su sello. Me pregunté si la mujer que estaba bailando era la misma persona de quién tanto se hablaba, pero mis pensamientos fueron interrumpidos cuando recibí un mensaje en mí celular, era uno de mis proveedores de semillas diciéndome que por la mañana llegaría a entregarme a la hacienda dichos productos.  —Xander, quedas cargo de todo. Debo regresar a San Jerónimo—le dije para luego Salir del local hacía mí auto.  No me gustaba conducir de noche, pero debía llegar a la hacienda antes del amanecer y atender mi otro negocio. Era como vivir una doble vida, con dos tipos de negocios: una ilícita y otra de campo la cual de verdad me agradaba y me hacía sentir diferente.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR