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En otra piel

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Descripción

Hace siglos, el poderoso Alfa, Aramis, fue salvado de una muerte segura por una humana de espíritu valiente, Dagny. Sin embargo, cuando regresa para protegerla, descubre que ella ha sido asesinada, dejándolo marcado por la pérdida de la única persona que arriesgó todo por él. Durante años, Aramis vive con el dolor de su ausencia, incapaz de olvidar a la mujer que le cambió la vida. En la era moderna, se enfrenta a lo imposible: ha encontrado su reencarnación, una joven diferente en todos los sentidos, pero con la misma esencia. Esta nueva Dagny, ajena a su pasado y al mundo sobrenatural, es independiente y desafiante. Aramis deberá luchar no solo contra el destino, sino también contra los enemigos que lo separaron de ella en el pasado, para evitar que la tragedia se repita y reconquistar su corazón antes de que la historia se repita.

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Prólogo
—¡Tienen que capturarlo! —el hombre gritó y yo corrí más rápido —¡Apresúrense, que no escape! Corría lo más rápido que podía, hasta donde mis cuatro patas me lo podían permitir. Una enardecida multitud me seguía con antorchas y trinchantes, no entendía cuál era la obsesión conmigo. Pensé por un momento que había escapado, pero no, no fue así. Una de mis patas terminó en una trampa para osos y aunque esto no era suficiente para derribarme, tenía algo en sus dientes. “¿Esto es acónito?” Perdí el conocimiento, al abrir los ojos lo siguiente que miré fue que estaba en una jaula, varios hombres me agredían con sus lanzas y algunas calaron muy profundo en mi pelaje. — ¡Dejen a la bestia! — el que encabezaba mi captura salió entre la multitud — recuerden, este es un engendro del demonio, si están en mucho contacto con él probablemente el diablo se les meta y me veré en la obligación de quemarlos en la hoguera para que purifiquen sus pecados. “¿Yo? ¿Un engendro del demonio? Siempre he estado convencido de que los humanos son los que se llevan ese título, abusan de las bondades de los demás y cuando alguien los necesita no retribuyen lo que se les brinda. Incluso abusan de la madre naturaleza y los recursos que la misma les proporciona” — Mírame, engendro del mal — él golpeó la jaula en la que estaba — le vendiste tu alma a Belcebú y por eso eres mitad animal, mitad humano. ¿Vender mi alma? No, yo nací siendo hombre lobo. Los humanos pensaban que eran la única especie en todo el mundo, pero no, no era así; habíamos muchos ocultos entre ellos porque sabíamos que si nos revelamos probablemente terminaríamos siendo asesinados, ya que les temen a lo desconocido. La pérdida de sangre me tenía débil, no podía hacer nada aún estando convertido como hombre lobo. Me era imposible hacerlo, ni siquiera era capaz de convertirme en humano. Además, no era conveniente. Tenía que mantener esto oculto, por el hecho de que podían hacerme daño con más facilidad. — ¡Cualquiera que intente ayudar a esta bestia va a ser castigado! ¡La pena de muerte va a ser un dulce castigo en comparación con lo que haré antes de eso! Los aldeanos evitaban verme, las mujeres con sus hijos pasaban y les tapaban los ojos a los pequeños. Sí, claro, como si fuera a hacerles algo, la estupidez es peor que la ignorancia y ellos eran estúpidos, incluso cobardes, dos cosas peligrosas para cualquier ser vivo. Tenía hambre, esto no era bueno y ayudaba a que no pudiera sanar totalmente. Los guardias se fueron y me dejaron solo, al parecer tenían órdenes de hacer esto. Miré como una chica algo menuda, de piel blanca como la nieve, cabello rubio, platinado y ojos claros; venía en mi dirección, ella trataba de ocultarse de los demás, se escurría como si fuera un ladrón queriendo ser espectro. — Hola — ella habló asustada y con voz baja — no te asustes, no te quiero hacer daño sino ayudarte. Me sorprendió ver que era lo suficientemente delgada para pasar por los barrotes, ella traía consigo una canasta de mimbre cubierta con un pequeño mantel. Pude sentir olor de comida, ¿Eso era carne? No, probablemente mi estómago está engañando a mi olfato. — Permíteme — ella intentó tomar mi pata herida, pero yo gruñí y la chica se hizo hacia atrás totalmente asustada — mira, no te quiero hacer daño, quiero que veas. Ella me mostró con su brazo lo que me quería hacer, de paso esta parte se le veía herida y llena de cicatrices; miré la sinceridad en sus acciones y le permití que me curara. — Ten — ella me puso carne a la disposición — está cocida, no sabía si la comes así o no. Me daba igual, además, con esta hambre que tenía no podía ponerme de melindroso. Tenía que comer sí o sí, al menos para acelerar un poco el proceso de curación. — Muy bien, vendré cada noche para curarte, espero que los guardias te dejen solo porque si no se me va a hacer difícil. Ella se escabulló de forma sigilosa, estaba lejos de mí cuando miré que a esta chica unos guardias la tomaron del brazo, por suerte la canasta logró tirarla antes de que ellos la cogieran. — Es la bruja del invierno — él sujetó a la chica tan fuerte que pude escuchar el crujir de sus huesos — ¿Qué haces aquí? Sabes bien que tienes prohibido venir acá si no se te llama. — Lo siento, es solo que necesitaba agua del pozo, pero se me olvidó traer una cubeta — pude escuchar su voz llena de temor — prometo no venir, por favor, suélteme. — ¿Qué me vas a dar a cambio para qué te dejé ir? — El hombre utilizó un tono lleno de lujuria que me hizo enfurecer —. Vamos, pequeña, mi compañero y yo estamos algo aburridos, creo que nos servirías para distracción. En definitiva mantenía lo que dije anteriormente, los engendros del demonio eran los humanos, la excepción a todo esto era esa pobre chica que mostraba un corazón lleno de calidez. Lancé un aullido que logró espantar a los soldados, esto fue suficiente para que ella se fuera corriendo mientras cargaba con su canasta. Para mi desgracia, esto no me ayudó en absoluto, ya que esos hombres me empezaron a atravesar con sus lanzas, me dejaron aún peor de lo que estaba; a pesar de esto no me arrepentía, puesto que pude ayudar a esa pobre muchacha. No sé si mi manada escuchó mi aullido, lo dudaba mucho para ser sincero, estábamos demasiado lejos de nuestros dominios y eso era un inconveniente. Quería pensar en cómo fue que esos humanos dieron conmigo, incluso sabían mis debilidades. A mi mente vino un solo nombre, Aike, él siempre había tramado demasiadas cosas y sería el único beneficiado con mi muerte. Pensé que no me dejarían solo; sin embargo, no fue así, los soldados se fueron y luego de unos minutos miré cómo la chica espectro se volvía a escabullir. Ella se encontraba golpeada nuevamente y los golpes eran muy frescos, incluso uno de sus ojos estaba cerrado debido a la hinchazón. — Te voy a curar — habló con voz temblorosa y con cierto miedo — lamento lo que te han hecho, muchos dicen que le has vendido tu alma al diablo y que por eso eres así, te tienen miedo y eso es una combinación muy mala con la estupidez de las personas. Ella me curaba, ponía en mis heridas un aceite que me ayudaba a cicatrizar más rápido, ¿Será qué realmente es una bruja? — A mí me dicen que soy una bruja, dicen que mi madre también le vendió mi alma al diablo y por eso es que tengo este color de piel, los ojos celestes, aunque son alabados en otras personas, pues en mi caso no es así debido a mi tez. Ella empezó a llorar y al ver sus enormes lágrimas deslizarse en su pálida piel me sentí fatal, era como si me atravesaran un puñal por la espalda. Mi lengua limpió su rostro y la chica sonrió. — Dicen que tú le has vendido tu alma al diablo, pero no lo creo, me has demostrado más bondad que muchas personas que dicen ser cristianas — ella me abrazó y su cuerpo se hundió en mi pelaje — prometo hacer algo para liberarte, a este paso te van a matar. Ella nuevamente se escabulló entre la penumbra de la noche, como quisiera ayudarle, en realidad se ha visto maltratada por estas personas. Durante las noches, las heridas que los soldados me causaban, eran sanadas por esta chica, de la cual aún desconocía su nombre. Un día, como si leyera mis pensamientos, fue que mencionó cómo se llamaba. — Soy Dagny, por cierto. ¿Sabes? He descubierto una manera para sacarte de aquí, el ministro tiene las llaves de esta jaula, prometo robarlas y liberarte. Era una tarea muy peligrosa, pero ella se miraba decidida a hacerlo, no quería que se viera en riesgo de que la maltrataran nuevamente. No obstante, sabía que si seguía siendo herido de tal forma, no sobreviviría, últimamente la arremetían más contra mí. Ella al día siguiente fue corriendo hasta mi jaula, podía ver que tenía un objeto brillante, el cuál sostenía con fuerza en sus delgados dedos; miré la llave con una esperanza muy grande, finalmente sería libre y podría correr en el bosque con libertad. — Quiero que huyas de inmediato, te van a matar si sigues aquí y sería una lástima que mueras. Ella colocó la llave en el candado y le dio la vuelta, estaba casi por abrir cuando el tipo que me había capturado la tomó del cabello. Dagny no pudo luchar, era demasiado débil para hacerlo. Con sus últimas fuerzas terminó de girar la llave. Click, el sonido del candado abriéndose llegó a mis oídos y la jaula fue abierta, miré como este hombre golpeaba a Dagny con tanta fuerza que la rabia se apoderó de cada centímetro de mi pelaje. — ¡Huye! — ella gritó cuando miró que los soldados venían — ¡Te van a matar! Me fui huyendo, ya que pude sentir acónito en el aire. Tenía que volver y lo haría, pero con mi manada, no podía dejarla sola. No había recorrido mucho tiempo cuando miré a mi manada, mi beta se acercó a mí algo sorprendido. — Aramis — Azai al verme se miró sorprendido — pensé por un momento que estabas muerto, ¿Dónde estuviste todos estos días? — ¡Luego explicó! Necesito rescatar a una humana. Llegamos a la aldea, podía sentir el olor de la sangre muy cerca. Miré a Dagny, ella… ella… no podía escuchar el latir de su corazón, a pesar de que antes era débil, ahora simplemente no existía y su piel estaba más pálida que nunca. — ¡Dagny! — me transformé y la tomé entre mis brazos — ¡NOOOOOOO! Tenías que vivir, ¡Destruyan la aldea!

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