¿Atentado?
Con la mirada puesta en la amplia ventana trasera del coche me comienzo a desesperar, no sé cuánto tiene el chofer manejando, pero creo que ya era para que la verdad hubiéramos llegado a casa.
Mis manos no paran de temblar y las ganas de vomitar se intensifican más, porque cuando fui subida al coche, los gritos de las personas en ese lugar me erizaron muchísimo la piel y estoy imaginándome lo peor.
–Sí señor, está con nosotros, en quince minutos estaremos en la mansión, en cuanto nos informen que es seguro –el chofer hace una pausa. –Si señor Chapman, ellos están siendo seguidos y está todo en orden... –una pausa más. –Si señor –y finaliza la llamada.
– ¿Qué ocurre? ¿Dónde está Tamara y Marco? ¿Dorian está bien?
–Señorita Eva, todos están bien.
– ¿¡Cómo me dices que están bien cuando escuche gritos en ese lugar!? –niego repetidas veces, suspiro. –Perdón, perdón, no quise gritarle, es que estoy nerviosa.
–Descuide, solo confié en nosotros, ya estamos por llegar a la mansión.
–Ok, está bien, confió en ustedes.
Y tomando una bocanada de aire me dejo caer en el asiento y comienzo hacer ejercicios de respiración para que no me dé un ataque de pánico y mi mente no comience a proyectar cosas que no han pasado, y que no pasaran.
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No tengo idea de que hora de la madrugada es, no sé cuánto tiempo ha pasado y ni siquiera sé, si esta por amanecer. Tengo mucho rato en la sala principal, con una frazada a mí alrededor, con dos tazas de té en mi organismo y ni siquiera busco tranquilizarme.
–Señorita Eva, ¿Por qué sigue aún aquí? –observo a mi lado, es Kate, la ama de llaves de la casa. –Ya es muy tarde, casi las cinco de la mañana.
–No puedo dormir, no hasta que sepa que Dorian y sus primos están bien.
–Pero señorita... –y en ese momento escuchamos voces provenir de la entrada principal y de inmediato colocándome de pie y sintiendo el frio del suelo en la planta de mis pies, con premura llego.
– ¡Oh Dios mío! –los observo a los tres, en un impulso de quizás saber que si están aquí, me acerco y abrazo a Dorian. – ¿Estas bien? –no comprendo este repentino acercamiento, pero es que yo pensé lo peor.
–Eva, me estas apretujando muy fuerte –dice y me aparto de golpe. –Esta todo bien...
–Lo siento, lo siento... –lo detallo. –Esa sangre...
– ¡No es mía! ¡Tranquila! –observo a Tamara y Marco. –Eva, estamos bien, disculpa por no llamar, de seguro estabas muy preocupada.
–Sí, muchísimo, pero, ¿Esa sangre? ¿De quién es?
–Eva... –observo a Tamara. –Vamos a tu habitación, debes descansar, todos debemos hacerlo, te prometo que más tarde mi primo te contara todo, ¿Si? –me queda un sabor amargo con esta situación, pero asiento.
Tamara toma mi antebrazo y nos encamina escaleras arriba y luego entramos a mi habitación. Al voltear y verla noto que está un poco absorta en sus pensamientos, me acerco y la encamino al borde mi cama, sus manos están frías y a su vez temblorosas.
–Tamara, ¿Está todo bien? –y tomándome por sorpresa, me abraza. –Tamara...
–Fue horrible –susurra. –Muy horrible Eva, gracias a Dios mi primo pudo sacarte de ese lugar.
– ¿Pero qué paso? Por favor cuéntame algo, estoy preocupada, mucho.
–Un atentado...
– ¿Atentado? –se aleja un poco, asiente. – ¿Con que fin? ¿Ocurrió algo peor después que me vine?
–Algunos heridos, por lo menos el actuar rápido evito que hubieran fallecidos –baja la mirada. –Todo fue tan rápido, me desespere buscándote, no te encontraba y Marco si logro encontrarme a mí, luego cuando comenzaron a escucharse detonaciones apareció Dorian, ya a ti te habían sacado del lugar.
–Era un acto de caridad, ¿Por qué harían un atentando en un lugar así? ¿Con que fin?
–No tenemos idea, pero Dorian actuó rápido, él y todos los de seguridad que respaldaban el lugar –asiento. –Hacia muchísimo tiempo que no pasábamos por esto...
– ¿Qué? ¿Ya habían vivido un atentando? –asiente. – ¿Quieres dormir aquí conmigo? Hay suficiente espacio en esta cama, no quisiera que tú estés sola y yo no quiero estar sola.
–Me gustaría, gracias Eva, eres una gran persona e incluso sé que una gran amiga –sonrio. –Sé que tienes muchas preguntas, solo deja que mi primo te cuente lo que puede, a veces no le gusta que lo presionen.
–Sí, sí, eso haré.
En silencio, busco algo de ropa para dormir y prestarle a Tamara y así pueda dormir cómoda, yo coloco la mía y después de unos minutos ambas estamos dentro de las sabanas, ella tiene la mirada fija al techo y de pronto, observo como lagrimas bajan por sus mejillas.
–Tamara...
–Descansa, Eva... –sé que no quiere hablar y respetando su espacio me acomodo y decido ya descansar.
...
Han pasado tres días desde lo ocurrido en el evento caritativo de los Chapman, por la mañana, ya Tamara no estaba a mi lado y no ha vuelto más por la mansión, Dorian se la pasa en sus cosas y yo busco como matar el tiempo en este enorme lugar porque debido a lo que ocurrió, no tengo permitido salir, por mi propia seguridad.
Pensé que incluso tendría alguna llamada de papá para saber si estaba bien, ya que la noticia esta aun siendo nombrada en cada noticiero y en los periódicos también, pero sin embargo, papá nunca llamo excepto Beatrice. Ella si se preocupó por mí, hablamos por un momento y ya hasta hoy no se de ellos.
– ¿Eva? –alzo la mirada que tenía puesta en un libro y observo a Kate. –Dorian necesita hablar contigo, te espera en su despacho –me toma por sorpresa, asiento.
–Bien, iré a verlo entonces.
Kate asiente y se retira, yo dejo el libro en la mesita junto a mí y colocándome de pie tomo camino directo al despacho de Dorian. Es primera vez que entrare a ese lugar, desde que me encuentro aquí, no he entrado y aunque no ha sido muchos días, por primera vez Dorian pide verme.
Al llegar, me planto delante de las puertas dobles y toco, segundos después escucho su voz dejándome saber que entre y eso hago, en silencio. Cerrando la puerta le doy el frente y entonces aunque no quiera demostrarlo me asombra mucho este espacio. Es grande, con un par de libreros altos y que contienen muchísimos libros al igual que la biblioteca donde yo me la paso la mayor parte del día, tiene cuadros, esculturas no tan ostentosas y hay mucha, mucha claridad.
Dorian se encuentra dándome la espalda, con la mirada puesta quizás en unos papeles porque mantiene la cabeza gacha, a medida que avanzo detallo aún más el lugar y es entonces cuando por fin me da el frente. Me sorprende verlo con una ligera capa de vello en su quijada, desde que estoy conociendo a Dorian, siempre se ha mantenido con una imagen impecable, por ese motivo es que verlo con barba, me causa impresión.
Sería inútil y una mentira decir que mi ahora esposo no es guapo, porque la verdad tiene una belleza muy llamativa, con esa piel morena y su cabello abundante que siempre mantiene bien estilizado, no sabía incluso que tiene algunas ondas en él, ya que siempre lo mantiene bien cuidado y verlo de este modo, sin un traje caro y en ropa casual es extraño, se ve muy encantador.
–Hola Eva, ¿Cómo estás?
–Bien gracias, creí que te vería hoy para el desayuno –me señala una de las sillas, tomo asiento.
–Lamento haber estado estos días ausente para el desayuno –asiento. –También lamento mi ausencia en todo el día, estoy intentando que las cosas estén en calma.
– ¿Ha ocurrido algo? Luego del atentado... –Dorian se apoya al borde del escritorio, cruzado de brazos, dejando saber cuan ejercitado esta, espabilo. – ¿Tamara y Marco están bien? Es que no han venido por aquí.
–Pronto vendrán para hacerte compañía, sé que no has de estar acostumbrada al encierro.
–Descuida, la verdad es que no me afecta mucho porque, con papá a mi alrededor siempre me mantuve en casa, solo salía a sus eventos y ya.
– ¿Te dejo saber de qué iba nuestro acuerdo al unirnos nosotros en matrimonio? –le observo fijo, a esos ojos tan expresivos que tiene.
–No, él solo me dejo saber que era mi deber como hija y ya... –la manera en como Dorian deja salir todo el aire retenido en su pulmones me inquieta un poco.
–Los Chapman siempre se han dedicado a todo lo que tiene que ver con maquinaria hospitalaria, tenemos nuestra propia marca y de seguro te preguntaras porque tu padre quiso unirse conmigo si él no tiene nada que ver en ese negocio, ¿Verdad? –asiento. –Bueno, con el tiempo vas a tener conocimiento de que va la unión de los Chapman y los Torrens.
–Ok... –nos quedamos un instante en silencio. – ¿Para eso querías verme?
– ¿La verdad? No... –Dorian pasa alejarse un poco y rodea su escritorio, toma asiento, procede a buscar y luego me entrega una carpeta.
– ¿Qué es? –intento ojear un poco, pero me detengo.
–Son unas cuantas fotos con información, quiero que elijas a tu guardaespaldas –le miro de inmediato. –Debido a lo ocurrido en el evento, yo estaré más tranquilo sabiendo que donde tu vayas, tendrás quien te proteja, Eva.
–Pero Dorian, no me gusta ser vigilada.
–A nadie le gusta, Eva, pero por tu seguridad y mi tranquilidad, por favor elige con calma quien te podría hacer sentir cómoda siendo tu protector.
–Dorian... –entro en negación, él no dice nada, pero supongo que así me niegue, él va a insistir, así que le entrego la carpeta. –Elígelo tú, no tenga buena visión para saber si una persona es buena o mala, soy algo terrible en eso.
– ¿No me pondrás peros?
–No, no lo haré, tú tienes más conocimiento al momento de elegir personal, así que, aceptare que alguien me proteja, pero elígelo tú –me coloco de pie, nos miramos fijo. –Con una condición...
– ¿Condición? –enarca una ceja. – ¿Cuál? –me muestra curiosidad, sonrio.
–Por favor, cena esta noche conmigo, no me gusta sentarme sola en esa enorme mesa.
Dorian termina sonriendo y entonces con un leve asentimiento me deja saber que si me acompañara esta noche para la cena. En silencio me despido y salgo de su despacho, yo por mi lado me siento un poco mejor porque he tenido un mejor avance con mi esposo, y si ambos sentimos que no somos compatibles, por lo menos quiero tener un amigo y que incluso Dorian tenga la capacidad de confiarme sus cosas, aunque sé que eso, será un poco lento de conseguir.
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Sonrio al ver lo que he preparado con la ayuda de la cocinera de la mansión y los tips de Kate.
Le pedí una cena a Dorian porque quiero ser mas cercana a él, quiero que nos llevemos bien y que cuente siempre conmigo, quiero ser alguien útil, no solo quiero estar por cada rincón de esta casa y mucho menos pasar mi tiempo con un guardaespaldas. Cuando termino de acomodar todo en la mesa, escucho pasos y entonces lo veo entrar, aun viste ropa casual, se ve muy fresco y cómodo, pero sonrio porque aparecen dos personas más y limpiando mis manos en el delantal que llevaba, me acerco.
–Lamentamos habernos ausentados –comenta Tamara, sonríe. – ¿Has preparado todo tu?
–La verdad, no –rio un poco, Marco y Dorian toman asiento. –Prepare una rica pasta con pesto hecho por mí.
– ¿Tu preparaste el pesto? –sonriente asiento, tomo asiento seguido de Tamara. –Bien, entonces probemos la pasta hecha por Eva –Tamara me sonríe y espero por que se sirvan y cuando los veo probar Marco y Tamara me dejan saber cuan rica esta.
Observo a Dorian a detalle, noto que le ha gustado porque se da un bocado más y cuando su mirada se enfoca en mí, esboza una corta sonrisa, asiente.
–El pesto... –mira a sus primos y recae en mí. –Tiene el mismo sabor del que preparaba mi madre –siento un nudo en la garganta, sus primos sonríen y yo igual. –Eres buena haciendo comida, Eva, pero no creo que... –alzo mi dedo índice, niego.
–No me digas que hay trabajadores que están aquí para hacerlo, a mí me gusta por lo menos ser útil en algo y si es de preparar comida en ocasiones, por favor, no me prives de ello –Dorian sonríe más amplio y asiente.
–Está bien –toma de su copa de vino. –Si tú te sientes bien con eso, no te voy a privar de que lo hagas.
–Gracias –digo sonriente y como un bocado de mi plato.
–Pensándolo bien... –habla Tamara, me mira de reojo y luego se enfoca en Dorian. –Eva es muy buena organizando eventos.
– ¿Qué? ¿De verdad? –es Marco quien me habla directamente.
–No exactamente, yo...
–No seas modesta, Eva, dilo, te gusta organizar eventos, ella era quien organizaba las fiestas en casa de su padre, y estoy segura que si le dan una oportunidad, lo hará bien, ¿No? –observo a Tamara, me guiña y sonrio.
– ¡Bien! ¿Qué te parece si organizas mi próximo evento? –observo a Marco. –Es en dos semanas, ¿Te gustaría? Yo te diría lo que quiero, tú me das tus ideas y organizas todo.
–Yo... –observo a Dorian, no me miraba, pero ahora si porque de seguro sintió la fijeza de mi mirada en él. –Dorian, tu ¿Qué opinas? –lo veo un poco desorbitado, suspira.
–Si tú quieres hacer eso, adelante Eva, cuenta con mi apoyo.
– ¿De verdad? –no puedo evitar sonreír. –Gracias...
Dorian me da un simple asentimiento y continúa su comida, yo observo a los chicos y ambos sonrientes y con pulgares arriba me dan su apoyo. Dentro de mí y aunque no lo exprese, me siento feliz y con la capacidad de ser útil en algo que yo sé y que puedo desenvolverme, saber que tendré un inicio me hace ilusión y lo aprovechare al máximo para que se convierta en muchas oportunidades más.