—¿Qué te pasa, hermano? —Me pregunta Leroy.
Es hora del mediodía y no he dormido. Esperando a Ana Julia, a mis escoltas y a mí se nos hizo las seis de la mañana, y nada que la vimos aparecer. Intenté sacarle alguna información a su madre que me diera una mínima señal del lugar donde pudiera estar. No lo logré. Solo siguió, y siguió en llanto. No tengo paciencia, intenté tenerla para seguir allí con la señora. Fallé en el intento y aquí estoy rebanandome el cerebro pensando a dónde podría estar la muñequita.
—Nada, estuve trabajando anoche y no he dormido —Lo evado—. Estoy un poquito chupado.
—Será por una vieja —Me contesta Leroy en burla—, porque esa cara que tienes es de distracción y no agotamiento —Acusa Leroy en su acidez acostumbrada—. Anda a lavarte la cara a ver si el agua se l
