Emma cerró la puerta detrás de sí y luego recargó la espalda, poco a poco, comenzó a deslizarse hasta que quedó sentada en la duela oscura. Levantó las piernas contra su pecho y las rodeó con sus brazos, dejando su barbilla en las rodillas. Repasó el encuentro con el alemán, una y otra vez, perdiendo la cuenta de las veces que lo había hecho en ese rato. Cerró los ojos y negó lentamente, ¿Cómo trabajar con alguien con quien había tenido una aventura s****l en Hawái? Y para rematar, era el jefe de su jefa directa. —Ya tengo bastante con lo de mi madre, lo de Jamie y ahora esto…—murmuró entre dientes, se levantó y caminó hasta su habitación, tomó su toalla y un cambio de ropa para después meterse al baño, después de una larga ducha, salió para descansar, aún tenía tiempo para leer un rato.

