- El Rey Héctor.
Ya había amanecido y Jade abrió los ojos lentamente, había dormido mal, se sentó y observo su pie, estaba magullado y comenzaba a salir sangre, escocia, cogió el cuenco de agua en las manos, tenia mucha sed pero debía administrarse así que solo le dio un sorbo. Se empezaron a escuchar muchos murmullos, celdas abrirse y cerrarse, gente gritar, Jade se tenso y escucho con atención, se arrincono en la esquina con en cuenco el las manos como si eso le protegiera de algo.
La puerta de su celda se abrió, ella miro con miedo pero con curiosidad a la vez. Un guardia entro con un cazo de agua mas grande que el anterior, le quito la cadena del pie y le dejo unas vendas. Se lo dejo en el suelo la miro con cara inexpresiva y salió.
-¿Cómo esta? - Pregunto el Faraón Héctor, Jade escucho que el Faraón hablaba con el guardia y se acerco a la puerta lentamente escuchando solo susurros.
-Bien mi señor, se ve que tiene hambre y sed, el pie lo tiene magullado las vendas le ayudaran - Héctor asistió y le dio un gesto para que se marchara, obedeció y se marcho.
Jade no escuchó ninguna respuesta del Faraón, Héctor abrió la mirilla de la puerta, lo único que pudo ver Jade eran unas cejas negras muy pobladas y unos ojos azul claro intenso. La estaba mirando intensamente, esa mirada la dejo helada, esos ojos la entrada capturado. Quedaron muy cerca el Faraón y Jade quedaron a centímetros sus miradas estaban totalmente a la misma altura Jade se puso nerviosa y el rey cambio su expresión a enfado observando su belleza, cerro la mirilla de golpe cuando se dio cuenta de que Jade iba a emitir alguna palabra. No podía permitirse el acercamiento con esa mujer, ya había robado sus pensamientos ante su belleza y ya comenzaba a perder el sueño por imaginar a esa mujer en su lecho. Por eso se iría a comerciar y visitar otros reinos y conseguiría nuevas conquistas.
Los días pasaban y el agua era mas continua y la comida, el guardia le entraba comida, a la semana el Faraón se siguientes estaban hablando en la puerta con el guardia que custodiaba Jade escucho que se marcharía de viaje y el le acompañaría, dejarían a su cargo a Catrina de traerme agua y comida.
Jade esperaba que el Faraón abriera de nuevo la mirilla y le dejara ver sus preciosos ojos de nuevo pero no sucedió, los días pasaban y pasaban y ni siquiera la tal Catrina aparecía.